El plan para reintroducir guanacos en Argentina provoca un intenso debate científico

Un estudio indica que la evidencia científica no respalda el plan del Ministerio

Un guanaco en el parque nacional Torres del Paine | Wikimedia CC
Un guanaco en el parque nacional Torres del Paine | Wikimedia CC

Vivimos tiempos de destrucción medioambiental acelerada. Calentamiento global, incendios, sequías, deforestación, disminución de la biodiversidad en incontables áreas del planeta y, en este panorama de creciente retroceso de los hábitats naturales resulta muy tentador apresurarse en reconstruir paisajes ya sea reforestando lo quemado o reintroduciendo especies perdidas. Sin embargo, estos loables intentos de recuperar lo perdido también deben seguir principios científicos para no hacer más daño a unas regiones ya de por sí mermadas.

En cierto modo resulta comprensible ese anhelo inmediato de lanzarse a plantar árboles en lugares que han sufrido un incendio o reintroducir especies en peligro de extinción, incluso hay proyectos que pretenden traer a la vida animales que ya han desaparecido, como el dodo, el tigre de Tasmania y hasta el mamut. Pero estos proyectos de recuperación deben ser analizados con sumo cuidado y evaluando muy bien los riesgos que conlleva esa reaparición. Plantar árboles inadecuados para el terreno, abrir la puerta a especies invasoras o reintroducir animales que desequilibren el hábitat que pretendemos recuperar es un peligro bien presente en este tipo de iniciativas.

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El ejemplo más reciente lo podemos encontrar en Argentina donde el Ministerio de Medio Ambiente ha aprobado la reintroducción de 45 guanacos desde la Patagonia Austral a la región de las Pampas, a una distancia de 1.500 kilómetros, como fase inicial hacia futuros traslados a un Parque Nacional ubicado en la región del Chaco, otros 1.600 kilómetros más al norte. Esta decisión plantea preocupaciones sobre los aspectos técnicos y éticos que han encendido un intenso debate científico con argumentos a favor y en contra. La polémica está servida y, además de los puntos científicos y ecológicos, han surgido también acusaciones de malversación y todo tipo de conflictos legales.

Una manada de guanacos pastando en Torres del Paine | Wikimedia
Una manada de guanacos pastando en Torres del Paine | Wikimedia

El protagonista principal es el guanaco (Lama glama guanicoe), un pariente silvestre de la llama que tiene el imaginario honor de ser el camélido que vive más al sur de la Tierra. Pueden encontrarse en el oeste de Argentina y Bolivia, en gran parte de Chile y zonas de Paraguay y Perú. Se adaptan bien al calor y al frío: viven tanto en las llanuras como en altitudes de hasta 3.000 metros de altura. El 95% de su población se encuentra en tierras de la Patagonia.

La población total de guanacos ha disminuido en un 97% en América del Sur y aquellos que se muestran a favor de la iniciativa de trasladar guanacos a miles de kilómetros al norte de la Patagonia, a una reserva en el centro de argentina, afirman que podría ayudar a restaurar su presencia en paisajes donde también vivió hace décadas.

Por otro lado, los críticos con el proyecto afirman que el Ministerio de Medio Ambiente “aprobó el plan sin evaluar adecuadamente su valor y riesgos de conservación, ni consultar con científicos”. En este aspecto, hace unas semanas, varios investigadores argentinos publicaron un estudio en el journal Conservation Science and Practice con un título claro y directo: “La evidencia científica no respalda la traslocación de guanacos en Argentina”.

“Esta decisión ministerial viola los principios rectores de la reconstrucción”, afirman en Science los autores del estudio. “Falta una evaluación adecuada y evidencia científica que respalde la necesidad, oportunidad y viabilidad de esta reintroducción”.

Uno de los principales puntos de discordancia se basa en la genética de los guanacos. En la actualidad se estima que el número de guanacos oscila entre 1,5 y 2,2 millones de individuos por lo que, según apunta el estudio, las especies muy extendidas suelen mostrar una estructura genética asociada con la distancia geográfica. El guanaco no es una excepción y existen importantes diferencias genéticas entre las poblaciones locales. Trasladar guanacos a otras regiones abre la puerta a “producir poblaciones mixtas impulsadas antropogénicamente”.

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Además, las regiones involucradas (Patagonia, Pampas y el Chaco) representan ecorregiones muy diferentes, cada una caracterizada por su propio régimen climático e historia evolutiva, donde las adaptaciones locales, la diversidad de patógenos y otros aspectos de la historia natural del guanaco no han sido evaluados hasta ahora. Esta reintroducción tiene el potencial de alterar los procesos evolutivos, sin mencionar otros aspectos a tener en cuenta como la caza, las especies invasoras, la degradación del hábitat y las barreras al movimiento.

Los autores del estudio advierten que es necesario “establecer una fuerte garantía de que estos factores no representan riesgos adicionales para las posibles poblaciones reintroducidas antes de iniciar el proyecto, una consideración que lamentablemente el Ministerio ha desatendido”.

La polémica está servida. La reintroducción de una especie en un nuevo hábitat puede terminar siendo una buena idea o una idea muy mala si no se realizan los estudios previos y se siguen las indicaciones científicas.

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Referencias científicas y más información:

Balza, Ulises, et al. «Scientific Evidence Does Not Support the Translocation of Guanacos in Argentina». Conservation Science and Practice, (2023) DOI: 10.1111/csp2.13031.

Kata Karath “Plans to ‘rewild’ Argentina spark fierce scientific debate” Science (2023)

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