OPINIÓN | El espejo de AMLO: ¿Por qué quiere la foto con Trump?

¿Una foto con Trump? Es difícil entender por qué López Obrador pide públicamente reunirse con el mandatario estadounidense que no sólo atraviesa tiempos turbulentos, sino que ha atropellado repetidamente a su figura y a su gentilicio. El anuncio parece inaudito, pero hay precedentes que nos pueden dar pistas.

Fotos de archivo de Andrés Manuel López Obrador (izq) y Donald Trump, la primera del 29 de noviembre del 2019 y la segunda el 17 de abril del 2020, tomadas en  Ciudad de México y Washington respectivamente. El coronavirus ha aumentado el inesperado acercamiento entre estos dos presidentes en las antípodas del espectro político. (AP File Photo)
Fotos de archivo de Andrés Manuel López Obrador (izq) y Donald Trump, la primera del 29 de noviembre del 2019 y la segunda el 17 de abril del 2020, tomadas en Ciudad de México y Washington respectivamente. El coronavirus ha aumentado el inesperado acercamiento entre estos dos presidentes en las antípodas del espectro político. (AP File Photo)

¿Por qué? Uno se pregunta, si López Obrador tiene una larga y probada trayectoria como político institucional, socialdemócrata, alternativo, ligeramente de izquierda, populista, y su perfil le ha llevado tan lejos como un político aspiraría. ¿Por qué? Si su popularidad no ha sido mayormente afectada a pesar de que la pandemia, la criminalidad y el desempeño económico no lo han ayudado, por qué arriesgarse? Y, sobre todo, ¿cómo es que si Donald Trump se ha vuelto un elefante blanco, el invitado que nadie quiere en la foto, el saboteador del G7 y la OTAN, la nota discordante de los chinos, el chiste de la fiesta de Putin, con una bajísima popularidad en su país, por qué AMLO quiere tomarse la foto con él?

El tratado económico que López Obrador quiere celebrar este mismo mes de julio, según él mismo lo ha expresado, es además una nueva versión del antiguo NAFTA, o tratado de comercio de América del Norte, que fue llevado a cabo porque Trump consideraba que Estados Unidos merecía ser mejor favorecido. ¿Qué tiene López Obrador que celebrar?

Por otra parte, ya Trump ha presionado y logrado que México se convirtiera en "tercer país seguro", una dinámica de la ley internacional en la que el país azteca se convierte en receptor de migrantes que Estados Unidos considere no aptos para quedarse.

Y eso sin mencionar que Trump ha sido consistentemente despectivo con el gentilicio mexicano (xenofobia, racismo o una mezcla de ambos), rechazo que se ha concretado, entre otras expresiones, en el ahínco por construir un muro en la frontera de Sur de Estados Unidos, un proyecto titánico, insólito y multimillonario al que Trump le ha apostado mucha energía de su administración. Jorge Ramos, el periodista hispano más influyente de Estados Unidos, lo resumió en un solo tuit: ¿Ya se le olvidó a López Obrador que según Trump los inmigrantes mexicanos traen drogas, crimen y son violadores?

Que López Obrador lo haya olvidado parece improbable. Pero el deseo por la foto en conjunto, en cambio, ha sido incuestionablemente explícito. ¿Qué pudiera motivar ese deseo?

Espejito espejito...

Los líderes proto-caudillistas suelen lucir como la voz de los suyos porque ponen en su boca lo que muchos quisieran oír y decir. A consecuencia, dan sensación de empatía, pero a contraparte, en la psique del líder lo que se produce es una validación, una aprobación muy necesaria en las psicologías narcisistas, siempre en la búsqueda insaciable de estas aprobaciones, en pro de su propia identidad.

No es gratuito que, en el mito griego, Narciso recurriera al lago y en él mirara sorprendido y agradado su propio reflejo. Es el resultado de una necesidad inmanente a su menesterosa identidad.

Es por eso quizás que muchos caudillos de la historia, no importa la ideología a la que respondan, se acerquen inconscientemente a colegas con perfiles parecidos, para mirar en sus pares las huellas que en realidad desean tener ellos mismos. Y así sentirse, literalmente, reflejados.

Aunque algunos dicen que Mussolini despreciaba a Hitler, en realidad colaboraron varios años juntos como aliados muy cercanos. Erdogan hace lo propio con Putin. Chávez lo hacía con Castro. Bolívar con Napoleón. Pérez Jiménez y Trujillo. Trump con Kim Jong Um. Personalidades que en el mundo de las ideas pueden o no tener similitudes, pero que en el esqueleto de sus personalidades y psicologías se identifican y requieren buscar ese reflejo que uno produce en el otro.

¿Qué necesidad tendría López Obrador de ir a Washington a celebrar un tratado con un hombre que ha despreciado a su país como socio, ha insistido en calificativos discriminatorios y le ha prestado tan poca atención, siendo un vecino tan relevante?

Querrá ir sin saberlo a ver su reflejo en el lago imaginario de la psique del mandatario de cabello color zanahoria?

Los procederes de ambos mandatarios, teniendo orígenes políticos, personales y modos completamente distintos, han desarrollado un comportamiento paralelo respecto a la pandemia: arrogancia e indiferencia primero, personalización y desestimación de las recomendaciones científicas, decisiones y actitudes a contracorriente de lo que en otros países se ha venido haciendo.

El Estado soy yo, parecieran estar tentados a aspirar, ambos, cada quien en su lado del mundo, con ese irreal sentido de superioridad que desarrollan las personalidades narcisistas. Y el ansia involuntaria de buscar el espejo, mirar de cerca la aprobación que significa que un par aspire a lo mismo, siempre nutre esa permanente búsqueda de validación. No deja de ser, de todas maneras, un anuncio insólito y sorprendente.

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