OPINIÓN | Un jefe criminal con vocación de Robin Hood retrata a Maduro y revela hasta dónde llega la desesperanza en Venezuela

Venezuela's President Nicolas Maduro attends a gathering in support of his government in Caracas, Venezuela February 7, 2019. REUTERS/Carlos Barria     TPX IMAGES OF THE DAY
El mandatario venezolano Nicolás Maduro (REUTERS/Carlos Barria)

A mi whatsapp llega el mensaje de un amigo bastante enterado: "pendientes hoy, en Petare todo está por explotar".

Con un millón de habitantes según el último censo, Petare es la barriada más poblada de Caracas y una de las más numerosas de América Latina, y en estos días se ha convertido en escenario de una fatal batalla campal -incluidas balas, ametralladoras, persecución y terror- que involucra a Wilexis, un ahora famoso jefe criminal y al mismo gobernante de Venezuela, Nicolás Maduro.

Iniciando el fin de semana, en una reunión de nuevo tipo (todos a metros de distancia, en la calle de la casa de la cumpleañera, con el tapabocas y por una media hora), me enteran y me mandan los mensajes que la novia de Wilexis -que se ha convertido en su mensajera- está enviando al resto del mundo para propagar los planes del nombre que ahora irrumpe entre los venezolanos que viven dentro y fuera de Venezuela.

Cuenta de Twitter del jefe criminal otrora apoyado por el chavismo y que ahora se rebela contra Maduro
Cuenta de Twitter del jefe criminal otrora apoyado por el chavismo y que ahora se rebela contra Maduro

Maduro lo denuncia en televisión: para él, el líder de la banda que ha mantenido a Petare por varios días ya, a "plomo cerrado" -fuerzas militares, colectivos chavistas y delincuentes aliados por una parte, y Wilexis y su organización, "la banda de los 200", por la otra-, es un instrumento del imperialismo, de Guaidó, de Trump, de toda esa otredad que en las revoluciones (si es que el término aún le calza al derivado delincuencial del chavismo) son parte del discurso antagónico.

En tanto, Wilexis despierta entre la gente curiosidad pero también un poco de optimismo (tal es la desesperanza, que cualquier personaje que merme el poder anárquico e ilegítimo de Maduro es motivo de alegría para muchos). Un humorista escribe en twitter: Alexa, llámame a Wilexis. Y un meme con una foto aérea de Petare (es un planeta sólo comparable con algunas zonas de favelas en Brasil), recorre los teléfonos de miles: a la foto de una inabarcable multitud, le acompaña una inscripción: encuentra a Wilexis.

Delincuencia y política: civilidad opositora vs civilidad popular

La incursión de la delincuencia en la política no es nueva en el mundo, pero es un fenómeno que apareció en Venezuela desde que empezó a gobernar el chavismo, tiempo desde el cual se han inventado neologismos como "privados de libertad" para homologar a presos políticos con asesinos multitudinarios, y se ha convertido poco a poco a algunos jefes de clanes delincuenciales (en Venezuela le llaman pranes), en privilegiados con los que las instituciones chavistas no se meten, pues ellos son apoyo para agredir a civiles, linchar marchas pacíficas y hostigar fuerzas opositoras cuando las fuerzas militares no están dispuestas a hacerlo.

En casos, se ha denunciado que muchos de ellos son dirigidos por especialistas cubanos, que coordinan estas "fuerzas de conflicto", turbas muy comunes en Nicaragua, en Cuba y otros sistemas similares (Turquía, la Libia de Gadafi, etc) para dar la impresión de que a la civilidad opositora se le confronta otra civilidad "popular".

Muchos son los casos e historias de asesinos, delincuentes y pranes que durante el chavismo se les ha conocido dirigiendo grandes operativos desde la cárcel, disparando colectivamente armas largas para celebrar o pedir tal o cual requerimiento, e incluso posando en fotografías con la ministra de prisiones, la archiconocida para los venezolanos Iris Valera, una notoria figura radical del chavismo.

Se trata esta vez de Wilexis, un jefe de una banda importante de Petare a quien, cuando José Vicente Rangel Avalos fue encargado como alcalde (en unas elecciones tan desventajosas que la oposición y el electorado se abstuvieron masivamente), recibió respaldo y apoyo político institucional.

Lo que da un giro a esta historia es la leyenda que alrededor de Wilexis ha crecido. Al parecer, Petare se convirtió en una zona en la que los delincuentes no delinquían puertas adentro y empezaron a ser guardianes de que otros delincuentes no vinieran a delinquir.

Asimismo, se dice que Wilexis empezó a hacer repartos sistemáticos de las ganancias por concepto de secuestro, robo y narcotráfico, convirtiendo a Petare en una zona más segura, y con eventuales prebendas para sus habitantes.

El realismo mágico se equipara con Pablo Escobar. Guardando las distancias.

Un giro inesperado, unas expectativas insólitas

El giro inesperado se da cuando, seguramente por sus presuntas inquietudes sociales, Wilexis, c

Ante su poderío (muchas armas recibidas del gobierno y una organización de numerosas personas, con masiva colaboración de civiles), la respuesta del chavismo responde al mismo gen anárquico con que hizo nacer a Wilexis: le da una medida cautelar a otro malandro (criminal en jerga venezolana) que estaba en una cárcel, y viene acompañado de su banda, "la banda del gusano", y otras filas militares y parapoliciales para encontrar a Wilexis, el ‘Robin Hood’ de la delincuencia caraqueña.

El resultado: 12 muertos y un nuevo audio de Wilexis (¿quién puede confirmarlo?, nadie, como casi toda la información que viene de Venezuela): que la gente se cuide, que los chavistas se escondan, porque va a empezar un movimiento violento, que acabará con la vida del que se oponga, hasta unir la fuerza suficiente para atrapar o desaparecer a Nicolás Maduro, Diosdado Cabello y todos los miembros del gobierno solicitados por la justicia estadounidense, para acabar de una vez con el régimen.

Ya la relación y la mecánica con la que el poder chavista se relaciona desde sus inicios con la delincuencia es perversa, anti-institucional y ha costado la vida de cientos, si no miles de civiles inocentes que han pagado con su vida o libertad su derecho a expresarse. Y que esos poderes anómicos e institucionales actuaran de su cuenta, como el caso de Wilexis, no era sino esperable: cuando confías en un poder que está fuera de la ley, ¿por qué habrías de esperar que respetara los acuerdo que hizo contigo?

Lo más sorprendente de este episodio es, a fin de cuenta, la expectativa que ha generado entre la gente estudiada, trabajadora, civiles honestos que ya no vislumbran salidas políticas, democráticas o institucionales, ni siquiera por la intervención extranjera, al desastre territorial, político, económico e institucional que vive Venezuela bajo la égida del chavismo.

Aquí lo llamativo es que esta historia haya traspasado los linderos de las noticias del crimen y la crónica roja.

Wilexis, con más o menos del humor que caracteriza al venezolano, es una historia que nos atrae porque significa una batalla metafórica al secuestro más ignominioso que haya sufrido el país en su historia. Nadie en su sano juicio podría exponer la validez y legitimidad de la apuesta política de un jefe de una organización delincuencial en funciones. Y sin embargo, todos le prestamos atención.

Lo que haga o deje de hacer Wilexis es más importante que los casos de la pandemia que reportan los funcionarios chavistas. Wilexis es una revancha simbólica para un país tan necesitado de oxígeno que trata de no ver cuán sangriento en la vida real es semejante conflicto.

El dibujo todo del panorama global se parece bastante a lo más incivilizado que hayamos visto en las últimas décadas. Vienen a la cabeza los Tonton Macoute y el Hotel Ruanda. Es un lenguaje tan bárbaro que no puede engendrar sino más barbarie.

Y sin embargo, genera expectativas.

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