El atentado contra Robert Fico muestra que la polarización global pone en peligro a todas las democracias
La vida de Robert Fico ya no corre peligro tras haber sido intervenido de urgencia, pero la realidad es que Eslovaquia ha estado a un punto de perder su primer ministro después de que un atacante intentara acabar con su vida disparando cinco veces contra él. Un atentado que ha impactado con mucha fuerza a nivel global y que se produce a menos de un mes de que se celebren las elecciones europeas.
Y es que lo que ha ocurrido en territorio eslovaco no es, desgraciadamente, un hecho aislado. En los últimos años, estamos viendo una serie de ataques contra algunos de los símbolos de la democracia, como pueden ser las propias instituciones o sus representantes, a medida que aumenta la polarización y la violencia en las sociedades.
Los ejemplos recientes son numerosos y recuerdan a épocas más turbulentas. Por ejemplo, Estados Unidos ha tenido 45 presidentes a lo largo de su historia y cuatro de ellos (Abraham Lincoln, James Garfield, William McKinley y John Fitzgerald Kennedy) fueron asesinados.
Sin embargo, estas últimas décadas habían estado marcadas por la concordia. Los procesos globalizadores habían servido para potenciar las similitudes en lugar de las diferencias, especialmente tras el fin de la Guerra Fría. Es posible que esa etapa haya terminado en numerosos rincones del planeta.
No hace falta echar muy atrás la mirada en el pasado para observar en lugares tan alejados entre sí como Japón, Brasil o Eslovaquia una peligrosa tendencia: el cuestionamiento de estas formas de organización basadas en los derechos y las libertades. Políticos, como Trump, Bolsonaro y muchos otros, debilitan el Estado de derecho con sus palabras y sus actos y son capaces de movilizar a millones de personas.
Y una vez que se pierde el respeto a las instituciones, a los políticos que la representan y sobre todo, a la voluntad salida de las urnas, la democracia pende de un fino hilo que se puede romper. O al menos resultar herida de muerte, ya que el único secreto para que goce de buena salud es que sus habitantes estén comprometidos con cuidarla y respetarla.
El 6 de enero de 2021 se produjo el asalto al Capitolio de los Estados Unidos. Los partidarios de Donald Trump atacaron la sede del poder legislativo del país con el objetivo de anular las elecciones presidenciales que le habían dado la victoria Joe Biden. El magnate no había reconocido el triunfo de su rival y había acusado, sin pruebas, de fraude electoral. Este hecho inédito en la historia del país marcó un punto de inflexión en los más de 200 años de existencia de Estados Unidos.
Un presidente ponía en duda a las instituciones, su honestidad y credibilidad. Desde entonces han pasado tres años, estamos en camino de unos nuevos comicios y el expresidente, que intenta recuperar la Casa Blanca en las urnas, sigue mostrando sus dudas sobre la limpieza de estos nuevos comicios. Independientemente de que gane o no, hay un antes y un después en Estados Unidos a Donald Trump y quien más ha salido perdiendo es el propio Estado.
Una encuesta de Gallup muestran que el 68% de los estadounidenses carecen de confianza en su Gobierno nacional, un 42% desconfían del Poder Judicial. Estas cifras señalan que el nivel de confianza en las instituciones está en mínimos.
De Brasil a Japón
Menos de dos años después del asalto al Congreso estadounidense, en enero de 2023, se produjo un hecho similar en Brasil cuando los partidarios de Bolsonaro irrumpieron en la sede del Congreso como respuesta a la victoria de Lula en las elecciones. Durante varias semanas hubo disturbios y, una vez más, se puso a prueba la fortaleza de una democracia consolidada que aun así sufrió.
Más allá de las instituciones, también hay un caso reciente en el que la víctima ha sido el representante político. Además de Robert Fico en Eslovaquia, en 2022 fue asesinado el ex primer ministro de Japón, Shinzo Abe. El político estaba pronunciando un discurso cuando recibió dos disparos de un atacante.
Lo de Brasil, Estados Unidos, Eslovaquia o Japón son solo cuatro casos muy recientes de una dinámica que gana terreno en el mundo rápidamente y que tiñe de negro el futuro. Se puede estar en desacuerdo con los Gobiernos, pero nunca se debe perder el respeto a los lugares y personas que representan a una nación. De lo contrario se entra en una espiral de violencia de la que resulta muy difícil salir.
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