Trump está más callado que de costumbre porque sabe que Biden se puede hundir solo

Donald Trump y Joe Biden son los dos principales nombres que han marcado la política estadounidense en la última década. El magnate se erigió como gran líder conservador tras dos mandatos de Obama y llegó a la Casa Blanca de forma sorpresiva; primero venciendo contra todo pronóstico en las primarias republicanas y después imponiéndose en las presidenciales de 2016 a Hillary Clinton.

Donald Trump. (Photo by  Doug Mills-Pool/Getty Images)
Donald Trump. (Photo by Doug Mills-Pool/Getty Images)

En lo que respecta a Biden, después de ser vicepresidente de Obama, el demócrata apareció hace un lustro como el único candidato capaz de desalojar a Trump de la Casa Blanca. Le avalaba su experiencia y el presentarse como una figura de consenso frente a la polarización de su rival.

De esta manera, ambos se enfrentaron en unas elecciones, las de 2020, en las que a priori ninguno de los candidatos generaba excesivo entusiasmo, pero en las que consiguieron los dos una cifra récord de votantes. Los republicanos, muy movilizados ante el temor de perder la Casa Blanca tras solo cuatro años; los demócratas, igual para no tener un nuevo mandato de Trump. La contienda la ganó Biden.

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Desde entonces, han pasado cuatro años, hay unos nuevos comicios en el horizonte y los estadounidenses deberán volver a elegir entre Donald Trump y Joe Biden. Mismos candidatos, mismas dinámicas y una edad media conjunta el día de las elecciones de 80 años. Probablemente, también menos ilusión para los votantes. Y es que parece que la política estadounidense ha caído en un bucle temporal en el que siempre se encuentran las mismas dos personas.

Más allá de que probablemente dentro de cuatro años se produzca la tan ansiada regeneración, lo cierto es que sí que hay una diferencia sustancial entre los candidatos en esta ocasión. No es otra que la posición de Donald Trump. Acostumbrados a sus mensajes incendiarios y a sus apariciones permanentes en los medios, en estos comicios no está tan activo. Y la explicación más plausible es que seguramente no lo necesita porque Biden le está poniendo las elecciones en bandeja.

Trump está menos combativo que en otros comicios. (AP /zz/Andrea Renault/STAR MAX/IPx )
Trump está menos combativo que en otros comicios. (AP /zz/Andrea Renault/STAR MAX/IPx )

Acudir a unos comicios como presidente tiene una ventaja importante: el cargo hace que tu mensaje llegue amplificado a todos los rincones. Pero también tiene un factor en contra trascendental y no es otro que los errores de tu gestión pesan como una losa. El candidato, sin embargo, no tiene la misma visibilidad, pero a cambio no carga con la mochila de los errores. Es más fácil criticar lo que se ha hecho que tener que justificar lo que se ha hecho.

Y en este sentido, hay varios nubarrones que caen sobre la cabeza del actual presidente y que pueden restarle muchas opciones de cara a noviembre. Uno muy importante es la economía. A diferencia de en Europa, donde la inflación parece más controlada, lo que abre la puerta a bajadas de los tipos de interés, en Estados Unidos se está mostrando pegajosa, alejando esa posibilidad. Con los tipos altos, es más caro para consumidores y empresas endeudarse y eso puede tener efectos muy dañinos en la economía a medio plazo.

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Por otro lado, Biden ha sido muy criticado por su política en Gaza. Su Gobierno ha apoyado sin fisuras a Israel, mientras que las organizaciones humanitarias denunciaban que se estaba cometiendo un posible genocidio en la Franja. Una realidad que sus propios votantes han apreciado y que incluso les ha llevado a incitar el boicot contra el líder demócrata. Independientemente de que Trump hubiera hecho lo mismo, hay muchos seguidores de Biden que precisamente le votaron creyendo que con él en la Casa Blanca estas cosas no pasarían.

Protestas en Estados Unidos contra la gestión de Biden por Gaza. (Photo by Kent Nishimura/Getty Images)
Protestas en Estados Unidos contra la gestión de Biden en Gaza. (Photo by Kent Nishimura/Getty Images)

Estos votantes decepcionados y desanimados son claves para obtener el triunfo en las elecciones de noviembre y si el actual presidente no es capaz de movilizarles de nuevo, tendrá menos opciones de revalidar mandato.

Finalmente, otro factor importante son los recurrentes lapsus y despistes que ha sufrido Biden y que han alimentado el debate sobre si está capacitado para su cargo. El informe de un fiscal hace unos meses señalaba su "memoria limitada" y han sido muchas las voces que han señalado que no debería ser candidato debido a su avanzada edad.

A Trump y Biden apenas les separan cuatro años y ninguno de los dos es precisamente un niño, pero ciertamente el líder republicano ha dado muestras de más vitalidad y energía para desempeñar la presidencia, por lo que ha podido agitar la duda contra su rival siempre que ha podido.

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Con este escenario, nos encontramos a un Biden cercado por la economía y por Gaza y con serias dudas por parte de la sociedad sobre su desempeño. Y todas estas dudas se reflejan en las encuestas. En la mayoría de ellas, Trump va por delante por un estrecho margen, algo que no le ocurrió ni en 2016 ni en 2020. Siempre fue a remolque.

Por tanto, la situación actual es la ideal para el magnate. Mientras que su rival se desgasta con los problemas del país y las dudas sobre su salud, él puede destacarse en los sondeos sin mayores consecuencias. No es un candidato desconocido que tenga que estar permanentemente en los medios. Todo el mundo sabe qué esperar de Trump, por lo que puede optar por un perfil bajo que le abra de par en par las puertas de la Casa Blanca. Y mientras tanto, puede centrarse en los juicios que tiene que afrontar y conseguir reducir al máximo el impacto negativo en sus opciones presidenciales para noviembre.

No cabe duda que en algún momento antes de las elecciones, el líder republicano cambiará de estrategia y pasará al ataque. Y si Biden no ha conseguido enderezar todos esos problemas, puede que sirva para desestabilizar de forma definitiva la balanza. Todo puede pasar en estos meses, pero de momento, parece que Trump tiene las cartas ganadoras y las está jugando muy bien.

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