Trump no puede salir de la OTAN de momento, pero deja a sus aliados a merced de Putin

En 1949, Estados Unidos, Canadá y una decena de países europeos decidieron crear una alianza militar para frenar la expansión soviética. Nacía así la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte) que durante los últimos 75 años ha marcado la política de seguridad defensiva del mundo occidental. Han sido décadas y décadas de consenso que, sin embargo, Donald Trump puede volar por los aires si se vuelve a convertir en presidente estadounidense. Al menos, lo va a intentar.

Donald Trump en una reunión de la OTAN en 2018. (AP Photo/Geert Vanden Wijngaert)
Donald Trump en una reunión de la OTAN en 2018. (AP Photo/Geert Vanden Wijngaert)

Sus últimos ataques a los aliados tradicionales de Estados Unidos así lo demuestran. El magnate ha animado a Rusia a atacar a los países de la organización que no cumplan con los gastos de la alianza. Sea una bravuconada de las suyas o simplemente una estrategia para dar un toque de atención a los miembros de la OTAN, lo cierto es que sus palabras no son ninguna sorpresa.

Cabe recordar que actualmente el bloque cuenta con 31 países miembros, pero solo una pequeña parte de ellos cumple con el compromiso de destinar el 2% del PIB a defensa. En el 2022, solo siete de 30 (aún no estaba Finlandia) cumplieron con ese objetivo de gasto militar. El principal contribuyente es Estados Unidos, que aporta casi un 70% del presupuesto. Unas diferencias sustanciales con las que Trump siempre se ha mostrado duro, aunque sin llegar a los niveles de esta última ocasión.

Pero la idea de abandonar la OTAN ya corre por su mente desde hace tiempo. En su primer mandato estuvo rodeado de un establishment republicano que le convenció de que la política exterior estadounidense debía dar seguridad al mundo. Y abandonar la OTAN supondría una grave crisis geopolítica.

Sin embargo, en este intento de reelección, el expresidente ha formado un equipo de fieles que comparten con él la visión del mundo. Y eso incluye un creciente aislamiento internacional, centrándose en problemas internos como la inmigración.

Por eso, ya en su nuevo programa electoral, llamado Agenda 47, se identifican las dudas que le plantea la OTAN. Sobre la alianza se recoge que "tenemos que finalizar el proceso iniciado bajo mi Gobierno de reevaluar profundamente la misión y la finalidad de la OTAN". Es decir, pone en duda su utilidad y su existencia. Y en este último discurso ha ido más allá porque sus palabras hacia Rusia ponen en peligro a sus aliados tradicionales.

Foto de familia de la reunión de la OTAN en Oslo en 2023. (Lise Aserud/NTB/via REUTERS)
Foto de familia de la reunión de la OTAN en Oslo en 2023. (Lise Aserud/NTB/via REUTERS)

La guerra de Ucrania cumple dos años y en este periodo de tiempo han cambiado muchas cosas. Del apoyo entusiasta de los países occidentales a los ucranianos del principio, incluyendo dinero y armas, se ha pasado a las dudas. Estados Unidos acaba de aprobar un paquete de ayuda financiera de 95.000 millones de dólares pese a la oposición de Donald Trump.

Cabe vez hay más voces, principalmente entre los republicanos, que creen que hay que cortar el grifo con Ucrania, lo que da alas a Rusia para seguir su ofensiva y quizás terminar ganando la guerra. ¿Podrán resistir los ucranianos sin ayuda internacional? Resulta difícil de imaginar, pero el riesgo no es solo para Ucrania, sino para toda Europa.

Desde el final de la II Guerra Mundial, la presencia de la OTAN y de Estados Unidos como guardián internacional ha frenado a Rusia de más intentos expansionistas, pero si el país se niega a prestar asistencia, hay naciones con frontera directa con los rusos que se pueden sentir amenazadas. Hablamos, claro está, de Letonia, Estonia, Lituania, Polonia o Finlandia, entre otros.

Sus declaraciones son un peligro porque le está diciendo a Putin que es posible que Estados Unidos no ejerza su compromiso de defensa en el caso de que se decidiera a atacar, dejando a Europa en una posición de vulnerabilidad.

No puede salir de la OTAN, de momento

Pese a estas amenazas de Trump, lo cierto es que actualmente el más que posible candidato republicano no podría abandonar la OTAN si se convirtiera en presidente, aunque quisiera, ya que necesitaría la aprobación de al menos dos tercios del Senado.

"El presidente no suspenderá, concluirá, denunciará, o retirará a Estados Unidos del Tratado del Atlántico Norte, realizado en Washington DC el 4 de abril de 1949, salvo que sea con el asesoramiento y la autorización del Senado, siempre y cuando dos tercios de los miembros de esa cámara voten a favor, o que haya una Ley del Congreso autorizándolo".

Esta medida, aprobada en 2023, blinda de momento la pertenencia estadounidense a la alianza, aunque Trump ya ha demostrado en varias ocasiones que no tiene reparo en ir en contra de la ley, como cuando alentó el asalto al Capitolio por parte de radicales tras no aceptar los resultados electorales de las elecciones de 2020 en los que se quedó sin la reelección.

El compromiso de Biden con la alianza es total, pero de momento, las encuestas señalan que sería Trump el que conseguiría un segundo mandato en la Casa Blanca, aunque quedan muchos meses por delante y las cosas pueden cambiar. Ahora mismo, el magnate lidera con un 46% frente al 43% de su rival. Una distancia breve que muestra que está todo abierto. Y eso incluye también el futuro de la OTAN. Que gane uno u otro hará que la alianza salga reforzada o sea cuestionada. Las urnas dictarán sentencia.

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