Los ucranianos llegan a 2025 cansados pero inquebrantables
Leópolis (Ucrania), 30 dic (EFE).- Cansados e inseguros sobre lo que les espera en 2025, los ucranianos consideran varios escenarios pero entran en el nuevo año con la esperanza de que sus aliados en el exterior continúen apoyándolos y de que prevalezca la justicia.
El año 2024 ha traído pocas buenas noticias a los ucranianos desde el frente, donde las tropas rusas han seguido avanzando lentamente mientras que el apoyo de aliados clave ha sido a menudo lento e insuficiente y la llegada de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos (de la que tomará posesión el próximo 20 de enero) pone en duda el futuro de la ayuda.
La gran mayoría de los ucranianos, entre el 80 y el 90 por ciento, todavía cree en el éxito a largo plazo del país aunque cada vez hay más personas dispuestas a considerar compromisos temporales, explica a EFE Antón Grushetski, director del Instituto Internacional de Sociología de Kiev.
El 64% de los ucranianos -frente al 47% en junio- aceptaría "con gran dificultad" la ocupación de facto de los territorios en manos rusas si Ucrania fuera aceptada en la OTAN y la UE, según la última encuesta difundida por el Instituto.
Si no se dan garantías de seguridad fiables y el frente simplemente se congela, los ucranianos preferirían seguir luchando, subraya Grushetski.
“Los ucranianos sienten que la verdad está de nuestro lado. A pesar de las dificultades, no se desesperan y no están dispuestos a aceptar la fórmula de “paz a cualquier precio”, porque comprenden que esta guerra es existencial”, subrayó.
Una lucha existencial
“Ucrania es un país que está naciendo, entre dolor y sangre. Será fuerte y hermoso”, explica a EFE Marina Bondarenko, de 26 años, residente de la región de Járkov, a 10 kilómetros de la frontera rusa.
"Es triste que mueran tantos soldados", afirma Bondarenko, cuyo marido Kostiantin, un militar, murió en un ataque ruso hace más de seis meses.
"Pero no se puede negociar con Rusia ni confiar en que no ataque a Ucrania -y más tarde a otros países- a menos que se le detenga con fuerza", subraya.
Si la hipotética tregua significa darle a los rusos lo que quieren –más territorio y soberanía de Ucrania–, entonces es mejor continuar luchando, dicen también los soldados.
“Nuestros soldados están exhaustos, pero me dicen: si tuviéramos suficientes armas, les daríamos a los rusos una paliza tal que no volverían nunca más”, subraya Bondarenko.
“¿Por qué deberíamos renunciar a nuestra tierra? Hemos luchado y hemos dado nuestras vidas por ella”, afirma Bondarenko.
Espera que eventualmente Rusia se vea obligada a reconocer su responsabilidad por los crímenes de guerra contra Ucrania y a ofrecer reparaciones.
“No será una victoria alegre. Lloraremos por los muertos, será amargo, será triste. Pero también habrá una sensación de que todo esto no ha sido en vano”, subraya.
Incertidumbre
“Me gustaría ser optimista y esperar que la guerra termine, digamos, en 2026, pero podría durar años”, explica a EFE Oksana Pogomí, concejal del ayuntamiento de Jersón.
Mientras la ciudad sufre los crecientes ataques rusos, Pogomi y su equipo de voluntarios civiles siguen decididos a seguir luchando.
Aunque el 23% de los ucranianos esperan que Donald Trump ayude a lograr una paz justa para Ucrania, Pogomí teme que el próximo presidente estadounidense reduzca su apoyo al país invadido.
En cualquier caso, si la guerra termina pronto, ya no será la victoria con la que soñaban los ucranianos.
“Es imposible predecir qué territorios permanecerán bajo nuestro control y qué concesiones hará nuestro gobierno”, explica.
En busca de justicia
“Es más fácil cuando cada uno hace lo que puede”, explica a EFE Nina Siniakevich, una exprofesora universitaria que ayuda a tejer redes de camuflaje para el ejército en Leópolis.
“La victoria consistiría en restablecer la justicia”, agrega.
"Durante siglos Rusia se ha apropiado de la historia y los logros de Ucrania y esto tiene que terminar", señala.
“Todas las naciones deben vivir en paz y buscar la armonía con la naturaleza. El amor todo lo vence y el mal no debe prevalecer”, subraya la voluntaria.
Puede que esto no suceda en 2025 ni en un futuro próximo, pero, según ella, es algo por lo que vale la pena vivir y luchar.
Rostyslav Averchuk
(c) Agencia EFE