Cuba, 66 años después: la revolución entró en edad de retiro
Nota del editor: Wendy Guerra es escritora cubanofrancesa y colaboradora de CNN en Español. Sus artículos han aparecido en medios de todo el mundo, como El País, The New York Times, el Miami Herald, El Mundo y La Vanguardia. Entre sus obras literarias más destacadas se encuentran “Ropa interior” (2007), “Nunca fui primera dama” (2008), “Posar desnuda en La Habana” (2010) y “Todos se van” (2014). Su trabajo ha sido publicado en 23 idiomas. Los comentarios expresados en esta columna pertenecen exclusivamente a la autora. Mira más en cnne.com/opinion
Cuba vive un total desgarramiento. El divorcio entre pueblo y gobierno se hace cada vez más evidente. Las noticias de los familiares y amigos, videos, fotos y evidencias que nos llegan desde la isla, hablan de insalubridad, apagones, abandono a los adultos mayores, hambre, indefensión, escasez y pérdida total de la confianza en sus líderes. Los ciudadanos no tienen derecho a salir a las calles a protestar. A partir del 11 de julio de 2021 se han instaurado medidas drásticas para detener, juzgar y enviar a las cárceles a quienes se manifiesten en contra del sistema. La indolencia de las autoridades por sus ciudadanos es el estilo al que apuesta el gobierno actual .
La otrora joven revolución caribeña entra ya en su edad de retiro, se acerca cronológicamente a las interminables siete décadas del modelo socialista soviético.
Entrevisto a Reinaldo Escobar. Periodista independiente, escritor y cronista de su tiempo, quien forma parte de la plataforma 14ymedio. Ubicado siempre al centro del pensamiento crítico de su generación y las posteriores.
-¿Cómo describes la sociedad cubana de hoy, enero del 2025, 66 años después de la entrada de Fidel Castro a La Habana, el 8 de enero de 1959? ¿Cuál sería tu titular a esta crisis?
-Podría describirse la sociedad cubana de hoy como un rotundo fracaso, sobre todo si nos atenemos a los propósitos anunciados desde la etapa fundacional del llamado proceso revolucionario: “La libertad, la soberanía y la justicia social generarían una nación donde los ciudadanos podrían conseguir la satisfacción de sus necesidades siempre crecientes y la formación de ese hombre nuevo que debería ser culto, solidario, honesto, cívico, libre”. El calificativo de fracasada para la revolución cubana se justifica porque la libertad fue desterrada de raíz, la soberanía se redujo a los discursos, los empeños de justicia social quedaron incumplidos, la producción y el disfrute de bienes materiales se ha disminuido a sus mínimos y aquella mejor persona, que se suponía viniera a protagonizar el escenario público, no acaba de aparecer en este presente, que se avizoró como un cercano futuro luminoso. Muchos nos negamos a escuchar a los que advirtieron desde el principio que todo esto era una estafa. Por eso yo elegiría un título que ya usé una vez: “Los que no tenían la razón estaban en lo cierto”.
-Para la prensa de todas partes del mundo se hace muy difícil colectar datos extraoficiales, referentes tangibles que suelen excluir o maquillar los reportes gubernamentales. El número de feminicidios, la cantidad de presos políticos y su suerte dentro de las cárceles, la situación de los enfermos debido a la insalubridad en los hospitales, las muertes por delitos comunes, suicidios de adolescentes, entre otras cifras de interés social. ¿Cómo hace la prensa independiente para asegurarse de difundir reportes fidedignos?
-Las principales dificultades son la falta de acceso a las fuentes oficiales, el miedo generalizado que padecen los presumibles testimoniales y la desinformación malintencionada, generada muchas veces por la Seguridad del Estado. Ningún medio de prensa independiente es invitado a conferencias de prensa ni tiene la oportunidad de interpelar a funcionarios del Estado. No somos invitados a las sesiones del Parlamento y mucho menos a las reuniones partidistas. Hacer acto de presencia en una estación de Policía para averiguar si allí se encuentra un activista puede llevar al reportero hasta el mismo calabozo donde se encuentra el detenido. Por otra parte, muchas veces las víctimas de la represión, y sobre todo sus familiares, son persuadidos de que cualquier repercusión de su caso en los medios independientes solo les puede acarrear dificultades. Son pocos los que se atreven a dar su nombre o poner su rostro ante las cámaras. De allí que la frase de “por motivos de seguridad prefiere el anonimato” sea tan común en nuestros reportes. El dilema permanente es esperar a confirmar los hechos o que otros más arriesgados se nos adelanten. En 14ymedio no nos preocupa llegar primero sino llegar con la verdad.
-¿Qué ha sido para ti y para Yoani Sánchez, tu esposa y directora de 14ymedio, mantener esta fuente de información constante desde La Habana? ¿Qué riesgos asumen a diario como profesionales y familia?
-Tanto Yoani como yo tenemos la política de no victimizarnos. Somos adultos y nos responsabilizamos con nuestros actos. Solo hay dos opciones: o sigues haciendo lo que te parece correcto a pesar de las posibles consecuencias o te retiras a vender limonada en la puerta de tu casa (que puede ser lo que a alguien le parezca correcto y que también puede tener malas consecuencias). Cada día, después de las 7 o las 8 de la mañana, que son las horas en que llegan a las casas a hacer un registro y llevárselo todo, nos entra una tranquilidad que dura 24 horas. Pero la satisfacción de seguir en este camino es mucho mayor y dura más.
–¿Qué instancias internacionales ayudarían al gobierno cubano a salir de las crisis energéticas y alimentarias que vive la isla en este momento? ¿Qué precio tendría?
-Preferiría que esas instancias aparezcan cuando ya no esté este gobierno, esta dictadura. Cuba va a necesitar hasta de los extraterrestres para salir de esta crisis energética, alimentaria, de infraestructuras, de salud, educación y, sobre todo, una crisis de espiritualidad. Yo, que no soy creyente, a veces me sorprendo mirando al cielo a ver si se aparece una mano milagrosa que se pose sobre nuestra isla. Los cubanos están en todas partes y todos estarían dispuestos a participar de la reconstrucción de la nación. Una ayuda de instancias internacionales no vendría mal, pero creo que el milagro lo pondremos nosotros. El precio ya lo pagamos por adelantado, a plazos, durante 65 años.
-Para un hombre de tu generación, ¿cuál es la verdadera salida, el cambio social más justo que pueda traerle bienestar y devuelva la fe y libertad al pueblo cubano? ¿Cómo puede instrumentarse y que papel tendrá la prensa independiente en este proceso?
-Advierto que yo me siento parte de la generación de mis hijos, o sea, estoy entre los 30 y los 50, aunque ya tenga casi 78. Son muchas las posibles respuestas a esta pregunta, sobre todo porque todo lo que tiene que ver con “El Cambio”, así en mayúscula, se ve matizado por quienes apuestan por “los cambios” que el propio régimen puede introducir con el único propósito de no perder el poder. Creo que el Gobierno debe dar el primer paso, que en rigor no sería “el primero” porque ya los opositores han venido dando pasos desde hace muchos años. Y ese primer paso sería despenalizar la discrepancia política, lo que implicaría la abolición de todas las leyes represivas y la liberación de todos los presos por motivos políticos. El segundo paso sería renunciar a la supremacía ideológica que implica la existencia de un partido único, que, por ley, es la máxima autoridad de la nación. Una vez dados estos dos pasos habría que convocar a un diálogo nacional del que debería salir la propuesta de una nueva Constitución, y como colofón convocar a elecciones libres. Mientras la dictadura se siga negando a dar estos pasos y continúe encareciendo la posibilidad del cambio con sus amenazas del tipo “tendrán que pasar por encima de nuestros cadáveres” no quedará otra posibilidad que la de cadaverizar y pasar por encima de ellos, pero eso no acaba de gustarme. A la prensa independiente le queda el trabajo de concientizar a los ciudadanos de que ellos son los más y que pueden liberarse de las ataduras que los menos les imponen.
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