La odisea de un alcalde mexicano: de migrante indocumentado a objetivo de un cártel
Crispín Agustín Mendoza apenas había anunciado que se presentaba como candidato a la alcaldía de Alcozauca, una localidad remota en las montañas del suroeste de México, asoladas por la guerra contra el narcotráfico. Entonces, en la mitad de la noche, llegaron hombres armados.
Su esposa e hijos gritaban con miedo mientras los hombres disparaban contra su casa; un intento fallido de matarlo. Sin inmutarse, Mendoza siguió en la contienda y ganó. Es uno de los políticos que han sobrevivido a intentos de asesinato este año, en uno de los ciclos electorales más violentos de la historia reciente de México.
Pero Mendoza destaca por otra razón. Entró de manera no autorizada en Estados Unidos cuando era adolescente y vivió como indocumentado en la economía sumergida de Silicon Valley hasta bien entrada la edad adulta, para luego regresar a México, montar su propio negocio exitoso y probar suerte en la política.
Ahora, está siendo testigo, en primera línea, de las batallas territoriales de los cárteles que abruman a Guerrero, un estado mexicano de 3,5 millones de habitantes conocido por ataques excepcionalmente brutales contra funcionarios públicos en las últimas semanas: como la decapitación del alcalde de la capital del estado, Chilpancingo, y el tiroteo mortal contra un juez en Acapulco a plena luz del día.
“Tienes que asumir que un día te atacarán y te matarán”, dijo despreocupadamente Mendoza, de 41 años, en un inglés ligeramente acentuado, que a menudo adereza con jerga californiana, durante una entrevista reciente en el ayuntamiento de Alcozauca.
Un destacamento de seguridad de seis soldados acompaña a Mendoza las 24 horas del día. Se enfrenta al reto de mantenerse con vida y a cambios políticos en Estados Unidos que podrían transformar pueblos como el suyo.
Situada en unas montañas que hasta hace pocos años estaban cubiertas de adormidera, la planta con la que se fabrica la heroína, Alcozauca está a ocho horas en coche de Ciudad de México, el último tramo por caminos de terracería que ponen a prueba la integridad de la columna vertebral.
Pero el auge del fentanilo, un opiáceo sintético producido en laboratorios improvisados del norte de México, acabó con el comercio de heroína en Guerrero. Con pocas opciones laborales, muchos habitantes del estado emigraron a Estados Unidos.
Ahora, las remesas enviadas a casa sostienen la economía de Alcozauca, un pueblo de unos 3100 habitantes, y al propio Mendoza, quien construye casas para mexicanos que esperan volver algún día al lugar en el que nacieron.
“Construyo las casas de sus sueños”, dijo Mendoza. “Eso significa que dependo estrictamente de la economía estadounidense”.
Al reflexionar sobre la promesa del presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, de realizar deportaciones masivas, suspiró preocupado por las posibles interrupciones en los flujos de remesas a México, que ascendieron a 63.000 millones de dólares en 2023 y representan una de las principales fuentes de ingresos del país.
“Es evidente que las cosas están a punto de cambiar”, dijo Mendoza.
Mendoza lleva casi toda su vida lidiando con los cambios en la dinámica migratoria. Sus padres se fueron a la zona de la bahía de California cuando él era un bebé, dejándolo al cuidado de sus abuelos. Dijo que se reunió con sus padres en San José, California, a los 14 años, cuando fue introducido de contrabando por la frontera cerca de Tijuana en la cajuela de un Ford Taurus.
Mientras estudiaba en el Leland High School de San José, destacó en inglés, campo traviesa y estudios académicos, inspirándose en líderes como el reverendo Martin Luther King, Nelson Mandela y el organizador de trabajadores agrícolas estadounidense Cesar Chavez.
Mendoza dijo que había sido especialmente esclarecedora su formación posterior: en Chico State, en Chico, y De Anza College, en Cupertino, donde se licenció en estudios universitarios. Un curso impartido por un profesor especializado en los pueblos indígenas de Brasil profundizó su comprensión y aprecio de su propia herencia indígena mixteca.
Dijo que originalmente planeaba asistir a la escuela de derecho para encontrar una manera para que él y otros migrantes traídos a Estados Unidos cuando eran niños pudieran permanecer legalmente en el país. En lugar de ello, se unió a un equipo de construcción que se dedicaba a renovar casas en la floreciente economía californiana de los años 2000.
Entonces llegó el crac financiero de 2008. Cuando el trabajo en la construcción se agotó, Mendoza decidió volver a su pueblo para pasar unos meses de vacaciones, con planes de regresar a California.
“Entonces conocí a mi esposa y me enamoré”, dijo Mendoza, ahora padre de tres hijos. “Para sorpresa de mi familia en California, decidí que mi vida estaba aquí”.
Con las habilidades que aprendió en el oficio de la construcción en Estados Unidos, se puso a trabajar como promotor, construyendo casas para otros emigrantes que viven al norte de la frontera. Las casas se venden en Alcozauca por el equivalente a unos 150.000 dólares.
Entonces, Mendoza decidió entrar en política, inicialmente por Morena, el partido gobernante de izquierda de México. Pero cuando Morena apoyó a otro candidato a la alcaldía, se afilió al Partido del Bienestar Guerrero, más pequeño.
Fue en ese tiempo, en marzo, que los asesinos atacaron su casa. Mientras su esposa e hijos se escondían debajo de una cama, Mendoza dijo que fue por su revólver, que lleva a todas partes, y respondió al fuego desde el techo de su casa.
Dijo que había disparado al menos una vez contra el auto en el que viajaban los atacantes, pero no estaba seguro de si había herido a alguien. Posteriormente, apareció en Alcozauca un mensaje procaz escrito a mano en una manta, en el que se atribuía el ataque a operativos leales a un líder criminal poco conocido llamado el “Señor”.
Mendoza dijo que creía que el ataque podría haber sido orquestado por un cártel que apoyaba a un candidato rival en la contienda por la alcaldía de Alcozauca.
“Ser alcalde es un negocio muy bueno para mucha gente”, explicó, describiendo cómo los cargos electos suelen robar el dinero de los proyectos de obras públicas, embolsándose una parte mientras reparten porcentajes entre sus aliados.
Más allá de la corrupción, Guerrero es conocido por su anarquía. Los cárteles del estado han empezado a utilizar drones para lanzar bombas improvisadas. Los hallazgos de cuerpos tirados al borde de las carreteras son habituales. En La Montaña, la región montañosa en donde está Alcozauca, los asesinatos políticos son usuales.
El estado es un centro del crimen organizado, con docenas de cárteles relativamente pequeños que se enfrentan por el control de las extorsiones, las rutas de contrabando y el tráfico de drogas ilícitas, principalmente metanfetamina.
Estos grupos requieren funcionarios que cooperen con ellos a nivel local, dijo Mendoza, y añadió: “Cuando me metí en la política, nunca pensé que sería así”.
Al día de hoy, Mendoza se niega a sentarse en el despacho de la alcaldía del palacio municipal, dijo que hacerlo lo acercaría a las prácticas corruptas de sus predecesores. El hombre que ocupó el cargo antes que él se enfrentó a denuncias de que había agredido físicamente a su esposa y a un funcionario municipal en episodios separados.
A algunos en Alcozauca les cuesta creer que Mendoza, o cualquier otro alcalde, sea honesto. Las redes sociales están llenas de acusaciones infundadas contra el alcalde y otras figuras políticas.
Pero otros lo alaban por su instinto para los negocios y su generosidad, después de que se hiciera conocido entre la gente del pueblo por ayudar de su propio bolsillo en gastos de emergencia como atención médica o funerales.
Josefina Reyes, de 45 años, dijo que Mendoza acudió en su ayuda cuando murió su padre. Reyes dijo que le ayudó con el transporte del cuerpo, había donado el ataúd y dado suministros para el velatorio.
Mendoza insiste en que su objetivo es evitar enredarse en las disputas criminales en torno a Alcozauca, al tiempo que responde a los cambiantes vientos políticos y económicos. Aunque no está de acuerdo con la opinión de Trump sobre los migrantes, Mendoza dice que entiende de dónde viene ese sentimiento.
“Biden permitió la entrada de mucha gente en Estados Unidos”, dijo. “Eso afectó a las oportunidades de trabajo de mucha gente que ya estaba allí, pues muchas empresas tienen mano de obra más que suficiente”, añadió, refiriéndose a los efectos sobre sus propios familiares establecidos desde hace más tiempo en California.
Aun así, Mendoza dijo que su máxima prioridad es la seguridad de su familia. Los soldados duermen en colchones en su garaje.
Piensa terminar su mandato de tres años como alcalde con el objetivo de mejorar la vida en Alcozauca, y después abandonar la política para siempre. Mientras tanto, dice, comprende los riesgos.
“Este es el verdadero México”, dijo. “Qué puedo hacer: estoy dentro y tengo que aprender a sobrevivir”.
Lenin Mosso colaboró con reportería y Kirsten Noyes colaboró con investigación.
Simon Romero
es corresponsal del Times en México, Centroamérica y el Caribe. Reside en Ciudad de México. Más de Simon Romero
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