Trucos de las abuelas para mantener la casa fresca cuando hace mucho calor

Existen trucos y costumbres que han pasado de generación en generación para hacer frente al calor extremo y, en algunos casos, se remontan cientos de años. Son los consejos y trucos que las abuelas y abuelos aplican desde siempre y ahora, con la vuelta del verano, son más imprescindibles que nunca para rebajar en varios grados la temperatura de nuestros hogares.

Limitar la luz

El truco número uno de cara a reducir la temperatura es limitar la luz y, por tanto, el poder calorífico del sol. Bajar las persianas durante las horas de más calor del día, echar los toldos, el que los tenga, son rutinas que en un país como España, con un clima cálido, se ha hecho de manera tradicional desde siempre.

La regulación de la luz para reducir la temperatura es algo que ya usaban las civilizaciones antiguas. No es casualidad que las casas tradicionales marroquíes, los ‘riads’, construyan las habitaciones entorno a un patio y sin ventanas. En un país en que la temperatura en verano sube fácilmente de los 40 grados, esta limitación de entrada de luz en los dormitorios permite crear estancias más frescas.

El uso de corrientes

Si hay una costumbre típica en España, especialmente en las regiones más calurosas, es la abrir ventanas cuando cae la tarde o a primera hora de la mañana con el objetivo de crear corrientes. De esta forma se logra flujos de aire que se lleven el aire caliente acumulado en la residencia y permita la entrada de aire fresco.

El truco de usar las corrientes tienen múltiples ejemplos en las culturas tradicionales, desde los captadores de viento iraní --altas chimeneas decoradas con aberturas en al menos dos lados-- hasta los pozos de luz de muchos edificios chinos tradicionales del siglo XIV, que permiten la entrada de aire fresco y la salida del caliente.

El uso del agua y la vegetación

Complementario a esta tradición de las corrientes, y quizás menos común, es el truco de usar un barreño con agua y hielo colocado convenientemente frente a un ventilador o una ventana abierta. Si además, se pone sal en el barreño nos aseguraremos de que el hielo se derrita más rápido y la corriente de aire --sea creada artificialmente o con una ventana-- haga circular ese aire más frío por el interior de la vivienda.

En la misma línea, otro tuco que se basa en el mismo efecto es el de fregar las habitaciones con agua fría a primera hora de la mañana o al caer la tarde o pulverizar con agua las plantas que tengamos en casa. Todos ellos son trucos que ayudan a reducir la temperatura dentro de un vivienda.

En las casas romanas más adineradas en regiones de climas cálidos, como España, se han encontrado en algunas excavaciones pozos dedicados a almacenar hielo durante el verano. El hielo, que se almacenaba en los patios, se usaba tanto para el consumo como para refrigerar las casas, con canalizaciones que llevaban el agua que se deshacía por las paredes.

El color blanco

Pintar las casas de blanco con cal es otra solución tradicional para reflejar la luz del sol y reducir el calor. Es algo que no está al alcance de todo el mundo, pero otro truco que se puede utilizar es el de quitar las cortinas de invierno y sustituirlas por visillos o telas blancas que ayuden a reflejar el calor hacia fuera de la vivienda.

Las superficies tradicionales pintadas de blanco reflejan la luz solar, pero también se calientan, según explica el World Economic Forum. No obstante, científicos de la Universidad de Purdue afirma haber encontrado una pintura que refleja el 98,1% de la luz solar y enfría las paredes casi 8 ºC. Pintada sobre un tejado de 94 metros cuadrados, la pintura produce 10 kW de potencia de refrigeración, más que muchos aparatos de aire acondicionado.