Agua perdida: los miles de millones de litros desperdiciados por fugas en México

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Abrir la llave y dejar correr el agua a diario es algo que jamás ha ocurrido en la colonia Ciudad Cuauhtémoc. Lavar, cocinar y tomar un baño son necesidades condicionadas a los días en los que llega el agua. En decenas de casas de este barrio de Ecatepec, al oriente del Estado de México, hace dos meses que nada sale por la tubería.

Desde hace más de 30 años que la vida es así.

Cuando el agua llega, es por las noches. Desvelarse para limpiar y recolectar la mayor cantidad de litros posibles se volvió una costumbre. El resto del mes, se raciona en tambos y cisternas, se reutiliza hasta tres veces, se compran garrafones y, cuando hay dinero, se pagan pipas.

A las vecinas les resulta interesante que cuando el agua sale por la llave, también brota en las calles. Fugas de líquido transparente e inoloro, se mezclan con el drenaje y corren por las avenidas empinadas. A pesar de los reportes vecinales, tienen tanto tiempo sin repararse, que ya se sabe en donde están. Una en esta calle, otra en la esquina, tres más en la siguiente cuadra.

Varias veces han visto el agua salir en la calle antes que en sus propias casas.

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Fuga en Avenida Nacional, Ecatepec, Estado de México. Foto: Patricia Ramírez/Causa Natura Media

 

En una colonia como Ciudad Cuauhtémoc, donde el agua no es un derecho de todos los días, ver el desperdicio en las calles es inquietante para sus pobladores. Una realidad que se repite en otros barrios de Ecatepec; en otros municipios del Estado de México; y en otros estados, como Guanajuato, Ciudad de México, Nuevo León, Sinaloa, Querétaro y Tabasco.

En promedio, el 40% del agua potable del país que se envía por la tubería se pierde en fugas, documentan investigadores de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Las fugas no son las únicas causantes de la escasez, pero sí el síntoma de una infraestructura hidráulica en deterioro.

Detrás de las cifras hay sistemas de agua que pasan meses sin atender una fuga. Éstas pueden durar tanto tiempo que se forman socavones.

El incremento en la demanda de agua, las construcciones sin planificación y las zonas sísmicas también son factores que incrementan la probabilidad de fugas. Mientras se proponen algunas soluciones, el personal institucional y el presupuesto destinado a la reparación de la tubería se ven superados

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Coches salpican agua fugada en Chiconautla, Ecatepec. Foto: Patricia Ramírez/Causa Natura Media

 

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Colonia Ciudad Cuauhtémoc, Ecatepec. Foto: Patricia Ramírez/Causa Natura Media

 

Para este reportaje se realizaron más de 600 solicitudes de información a los sistemas de agua en operación y los cinco municipios más poblados de cada entidad con el objetivo de dimensionar la pérdida de agua en la red hidráulica nacional.

Se contactó a la Comisión Nacional del Agua (Conagua), al Servicio del Agua Potable Alcantarillado y Saneamiento de Ecatepec de Morelos (Sapase) y al Sistema de Aguas de la Ciudad de México (Sacmex) para obtener más información sobre el mantenimiento de la red y los reportes ciudadanos, pero hasta el cierre de edición no hubo respuesta.

Ecatepec, entre pérdidas y desigualdad

Elisa Espinosa se mudó de Veracruz cuando consiguió un terreno en la colonia Ciudad Cuauhtémoc hace 40 años. “Me gustaba porque parecía un campo”, recuerda mientras camina por las calles llenas de casas, mitad fachadas de color y mitad obra negra. La colonia se construyó a los pies del cerro de Chiconautla, uno de los nueve pueblos fundadores de Ecatepec.

Desde el inicio, no había agua. Los vecinos bajaban a la avenida para llenar sus tambos con las pipas que enviaba el municipio. En aquel tiempo no resultó preocupante porque la colonia recién se poblaba y había planes de construcción de una red hidráulica.

“Pero aún cuando nos pusieron la red, no llegó diario. Al principio caía cada 8 días”, recuerda Elisa.

Actualmente el suministro de agua tarda en promedio un mes, a veces se extiende hasta dos o más. Las pipas públicas ya no llegan cuando las piden y las privadas sólo aceptan dejar el suministro cuando se trata de grandes cantidades como cisternas completas. No cubetas, no tambos, no llenados a medias. Los costos alcanzan los 3 mil 500 pesos mensuales.

“Es gastar en lo que no tenemos”, dice Perla Serrano, habitante de la colonia desde hace 21 años, a un grupo de vecinas. Todas las presentes, incluida Elisa Espinosa, asienten.

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Se trata de cinco mujeres, sentadas en la orilla de la banqueta, protegiéndose del sol del mediodía, reunidas para hablar sobre cómo va la escasez después de las elecciones presidenciales del pasado 2 de junio. La respuesta es la misma: el agua no ha llegado.

Desde hace años que todas se organizan llevando oficios a Sapase, que es el organismo encargado de los servicios de agua potable, alcantarillado y saneamiento de Ecatepec. Una de sus principales demandas es el mantenimiento de la tubería para mitigar las fugas.

La mayoría de las veces, las acciones del organismo son tardadas o nulas.

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Perla Serrano en Ciudad Cuauhtémoc. Foto: Patricia Ramírez/Causa Natura Media

 

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Rompimiento en la banqueta por donde se fuga el agua, según lo reportado. Foto: Patricia Ramírez/Causa Natura Media

 

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Paola Serrano y Elisa Espinosa, junto con otras vecinas organizadas, recorren Ciudad Cuauhtémoc Foto: Patricia Ramírez/Causa Natura Media

 

En los registros de fugas de agua entregados vía solicitud de información para este reportaje, el Sapase reconoce la falta de atención al mantenimiento de la red hidráulica en Ecatepec.

En 2023, Sapase sólo atendió el 45% de las fugas de agua en todo el municipio. De un total de 5 mil 957 reportes, se repararon 2 mil 682.

Hay registros de fugas con fecha de 1 de enero de 2023 que hasta abril 2024 continúan con el estatus: en proceso de atención. Los años anteriores el tiempo de respuesta no fue más efectivo. En 2022 apenas se alcanzó a reparar el 19.1% de los reportes. El 2021 alcanzaron el 44%.

La Unidad de Transparencia de Sapase explica en su respuesta que “no se tiene estimado el tiempo entre el reporte y la reparación, ni la cantidad de agua fugada”. Sin embargo, las fechas de los reportes indican que tardan desde 24 horas hasta un mes en remediar la tubería. Algunas superan el medio año, y luego están las que siguen sin atender desde el anterior.

“Tenemos tres fugas en esta calle que llevamos, sin mentirle, seis años reportándolas y no han podido venir porque nos dicen que no tienen material, que tienen muchas fugas que atender, que (vendrán) hasta que nos toque… Nunca nos ha tocado”, explica Perla mientras extiende las copias de los oficios que enviaron.

“Por medio de la presente nos dirigimos a usted con el debido respeto que se merece para solicitarle de la manera más atenta que nos apoyen con el cambio de la tubería”, inicia uno de los documentos, con fecha del 30 de junio de 2021, destinado al presidente municipal de Ecatepec, Fernando Vilchis.

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Fugas identificadas durante recorrido con vecinas organizadas de la colonia Ciudad Cuauhtémoc. En rojo las fugas de agua potable, en naranja las fugas de drenaje, y en morado las fugas que ya fueron reparadas. Foto: Patricia Ramírez/Causa Natura Media

 

El problema en números

Ecatepec es el primer municipio en mayor desatención de fugas de agua. Pero en cantidad, es el quinto lugar a nivel Estado de México.

Tlalnepantla, municipio que también forma parte del Área Metropolitana de la Ciudad de México, tiene el primer lugar a nivel estado desde el 2021. El promedio anual es de 14 mil 500 fugas al año.

A éste le siguen Tecámac y Naucalpan con un promedio de 8 mil fugas anuales, y posteriormente están Cuautitlán Izcalli y Ecatepec con un estimado de 5 mil.

Si hablamos a nivel nacional, las cifras se duplican. En 2023 la ciudad de Culiacán, Sinaloa, es la que reportó más fugas de agua en todo el país con 35 mil 866 fugas. A ésta le siguieron Tijuana, Baja California, con 32 mil; Monterrey, Nuevo León, con 23 mil 113, y Ensenada, Baja California, con 21 mil 664. Sólo en ese año.

Mientras que, en un histórico de enero de 2019 hasta abril 2024, la ciudad con más fugas es Hermosillo, Sonora, que acumula 255 mil 826.

Para este reportaje el equipo de periodismo de Causa Natura Media solicitó las causas, los litros perdidos y el tiempo que duraron las fugas, pero no todos los sistemas de agua municipales llevan un desglose de la información.

Varios de ellos ni siquiera llevan un registro de fugas como es el caso de Valparaíso, Zacatecas; Tanquián de Escobedo, San Luis Potosí, y Pueblo Nuevo, Durango. Mientras que la mayoría no cuenta con un historial de administraciones pasadas, por lo que los datos antes del 2019 son dispersos.

En otros casos, hay municipios que no cuentan con su propio sistema de aguas o un área en el gobierno local que responda a la problemática, por lo que se desconoce cuál es su situación respecto a la red hidráulica.

Una mayor cantidad de fugas no siempre resulta en más agua desperdiciada. De los 508 municipios consultados para este reportaje, sólo 40 llevan un conteo de lo perdido. Si consideramos sólo la información entregada para esta muestra, en 2023 se fugaron mínimo 38 mil millones de litros en la red primaria y secundaria. Lo suficiente para llenar tres mil 800 pipas o 15 mil albercas olímpicas.

Sin embargo, casi el total de esta cifra corresponde a Tabasco, ya que es la única entidad que lleva una medición estimada del agua fugada. Ese año alcanzó los 36 mil millones de litros en 15 de sus 17 municipios.

A nivel de sistemas hídricos regionales, el Sistema Cutzamala, que abastece a la Ciudad de México y el Estado de México, ha perdido más de 31 millones 600 mil litros desde 2021 hasta abril 2024, de acuerdo con información compartida por la Conagua vía transparencia.

Las causas suelen ser daños en las tuberías por antigüedad de éstas y la falta de mantenimiento. Algunos factores externos son las construcciones y el flujo constante de vehículos de carga que generan presión en los suelos.

Estos reportes de fugas no incluyen las afectaciones ocasionadas intencionalmente. Durante los últimos años en México se ha incrementado el llamado “huachicoleo del agua”, robos de agua potable en distintas partes de la infraestructura que realizan personas para beneficio propio o de terceros.

Movimientos en el suelo

“Toda la infraestructura no está preparada para soportar la deformación paulatina del terreno”, plantea Wendy Morales, académica del Instituto de Geología de la UNAM. “En el centro del país vemos los hundimientos permanentes y cómo van avanzando milímetros cada mes. Es una constante de décadas, un daño permanente a la infraestructura”, señala en entrevista.

Como geóloga, Morales ve la pérdida de agua desde los factores naturales del suelo. Los hundimientos, los deslizamientos de la tierra, los sismos, entre otros, están impactado en la red hidráulica nacional. Lo que también provoca las fugas. A lo que se suma la actividad humana.

“Al final tenemos que asociar que muchos de los peligros geológicos son socio naturales. Se presentan de manera natural, pero hay un efecto por parte del humano que los potencializa”, señala la académica.

Un ejemplo es la construcción desmedida de edificios, corporativos o grandes obras de infraestructura que representan una carga al suelo. En el centro de México, donde los cimientos se pusieron hace siglos sobre un lago, cada peso cuenta.

“Y en ese sentido no solamente es la carga que le das al suelo a la hora de construir más, también implica que requieren más servicios, y al requerir más servicios, conlleva a sobreexplotar el acuífero incrementando estos peligros geológicos”, explica Morales.

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Las construcciones desmedidas y la alta demanda en el servicio de agua suman a los riesgos geológicos y sus impactos. Foto: Patricia Ramírez/Causa Natura Media

 

Dinero, dinero

Para encontrar soluciones, la respuesta inmediata parece ser el presupuesto.

En enero pasado, el gobierno de la Ciudad de México informó que para reducir los tiempos de atención, de enero a noviembre de 2023 habían invertido 12 millones de pesos para atender 11 mil 138 fugas. Ante los cuestionamientos sobre la escasez, se habla de habilitar pozos, construir nuevos y poner más presas, pero los planes enfocados a la rehabilitación de lo ya existente quedan de lado.

En lugares como la alcaldía de Iztapalapa, actualmente operan módulos de distribución de agua donde los residentes pueden solicitar pipas. En la colonia de San Juan Xalpa, cerca de Cerro de la Estrella, diariamente salen entre 40 y 60, de 9 de la mañana a 4 de la tarde, para abastecer a quienes tengan problemas con el suministro.

“Pero lo que nosotros queremos es agua por la red”, dice una de las vecinas en la fila del módulo.

En otras entidades como Sinaloa, que también tienen gran cantidad de fugas, en 2023 el gobernador Rubén Rocha Moya declaró que tenían una inversión sin precedentes en infraestructura hidráulica gracias a los 27 mil 809 millones de pesos que recibiría el gobierno del estado por parte del gobierno federal.

En Nuevo León, las declaraciones de los funcionarios son similares. En diciembre de 2022 el gobernador Samuel García anunció que durante los próximos dos años se tendrían proyectos con inversión privada para mejora y ampliación de infraestructura de agua potable y saneamiento. Un monto total de 627 millones de pesos.

Pero las medidas aún no repercuten en la disminución de fugas y en algunos otros estados el presupuesto no alcanza para las grandes inversiones.

En el Estado de México, el gobierno recientemente anunció el programa “Mujeres Plomeras” en el que 75 mujeres de Ecatepec, Tlalnepantla y Valle de Chalco serían capacitadas para aprender de reparaciones de fugas en sus hogares. Aunque la mayoría de pérdidas ocurran en la vía pública.

“La situación es muy compleja. No se puede ver solamente desde un área. No podemos decir que cambiando toda la infraestructura se va a solucionar el problema. Esto es algo que tiene que ver con cómo estamos utilizando el agua, para quienes se distribuye, la educación que tenemos para el consumo…”, dice la académica Wendy Morales.

Cada año en el Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF) se destina dinero para la infraestructura de agua potable, alcantarillado y saneamiento. Mismo que se divide en acciones de conservación para el Sistema Cutzamala, en el Valle de México; la red intermunicipal para comunidades Yaquis, en Sonora; la construcción de la Presa Libertad para abastecimiento en la Zona Metropolitana de Monterrey, Nuevo León, entre otras.

Si bien el PEF tuvo un incremento del 69.1% de 2022 a 2023, para 2024 disminuyó en un 45%.

Para las especialistas entrevistadas para este reportaje, más allá de lo presupuestario, el problema es el plan de acción.

“Es posible conocer cuánta agua estamos extrayendo, pero no tenemos cuánta agua está llegando a cada hogar y cuánta está saliendo. No tenemos medidores suficientes para saber al 100% cuánta agua estamos perdiendo”, explica Claudia Rojas Serna, investigadora del Departamento de Ingeniería de Procesos e Hidráulica de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) en Iztapalapa.

Para la investigadora el primer paso es conseguir la información definitiva de las ganancias y las pérdidas. Un paso clave que no se ha dado.

“Lo primero que deberíamos hacer es poder conocer cuánta agua está llegando a las casas y también a cada una de las industrias, porque incluso las industrias no tienen un medidor confiable que nos diga cuánta agua están usando”, agrega Rojas.

En el estudio “Perspectivas del agua en el Valle de México”, elaborado por investigadores de la Red de Agua de la UNAM, se advierte que la falta de información inhibe la participación social y que haya mayor apertura a las soluciones.

“En general, se advierten problemas con relación a la disponibilidad, calidad, acceso y difusión de la información necesaria, no sólo para la toma de decisiones sino para la elaboración de proyectos de investigación, así como para los procesos de participación, y ello redunda en falta de confianza en la autoridad”, indican en el estudio.

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Módulo de atención para solicitar una pipa de agua en Iztapalapa, Ciudad de México Foto: Patricia Ramírez/Causa Natura Media

 

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Ruptura en la banqueta donde se fuga el agua en Ecatepec Foto: Patricia Ramírez/Causa Natura Media

 

Recientemente la UNAM publicó como historia de éxito que un grupo de emprendedores universitarios de Ingeniería Química e Ingeniería Civil habían lanzado la empresa “Tubepol”, para crear una infraestructura totalmente nueva dentro de otra dañada sin excavar de más.

En algunas otras ocasiones, son los mismos vecinos quienes pagan por remediar las tuberías o se organizan para hacerlo con sus propias herramientas.

Las propuestas y los recursos están, pero parecen dispersos.

Cuando a Elisa Espinosa se le pregunta si alguna vez, cuando el suministro no llegó, pensó en mudarse, la negativa no llega. Ella dice que sería feliz si tuviera agua a diario y un cuarto en la planta alta de su casa para ver la noche. La altura en la que está Ciudad Cuauhtémoc permite que al oscurecer el paisaje sean sólo las luces que iluminan la capital y sus alrededores. Una vista de mirador desde la profundidad de Ecatepec.

“Yo le digo a mis hijos que con eso estaría bien”, reafirma Elisa.

El resto de las pobladoras piensa lo mismo: no van a dejar el lugar donde cimentaron sus hogares. Han encontrado la manera de resistir por años sin que el agua llegue todos los días y lo que queda es la convicción para encontrar soluciones. Aunque en la reunión del día de hoy sólo sean ellas cinco, como reconocen con pena y molestia.

“Ojalá esto se sepa más y puedan hacer algo, porque aquí la atención no es igual para todos”, dice Perla Serrano frente al grupo de vecinas organizadas. Todas las presentes, incluida Elisa Espinosa, secundan con un sí.

*Este es el primer reportaje la serie #RedEnAbandono, un especial sobre las pérdidas y los daños alrededor de la infraestructura hidráulica en México. Publicado originalmente en Causa Natura Media.