¿Y si simplemente no te gusta desayunar?

Foto ilustrativa de un café y una rebanada de pan con mantequilla en Nueva York el 29 de diciembre de 2024. (Eric Helgas/The New York Times)
Foto ilustrativa de un café y una rebanada de pan con mantequilla en Nueva York el 29 de diciembre de 2024. (Eric Helgas/The New York Times)

No desayuné antes de empezar a escribir este artículo. Pero sí les di de comer a mis tres hijos antes de mandarlos a la escuela. De hecho, sé que el desayuno es tan importante para los niños que mi marido y yo le servimos la comida a nuestra hija adolescente delante de su espejo de maquillaje, como si fuera de la realeza, para asegurarnos de que coma.

¿Nosotros dos? Nos limitamos al café.

Desde luego, no somos los únicos. Muchos adultos se saltan el desayuno porque tienen demasiada prisa o demasiadas distracciones, o simplemente no tienen hambre a primera hora de la mañana. ¿Realmente es para tanto?

La opinión general de los expertos es que una comida matutina —idealmente alguna combinación de proteínas, fibra y grasa— estabiliza el azúcar en la sangre, te da energía y te mantiene saciado, de modo que es menos probable que comas en exceso más tarde. “Pero quizás a ti te funcione otra cosa”, dijo Lindsay Malone, docente del departamento de nutrición de la Facultad de Medicina de la Universidad Case Western Reserve y dietista registrada. “¿Quién soy yo para decirle a alguien que tiene que desayunar si no le apetece?”.

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La clave está en escuchar a tu cuerpo. Tal vez pienses que te sientes bien sin desayunar, pero podría haber consecuencias a las que no estás prestando atención. Antes de que te lo sigas saltando, estas son algunas cosas que debes tener en cuenta.

¿No tienes hambre por la mañana?

Si cenas o comes algo cerca de la hora de acostarte, puede que, en la mañana, tu cuerpo aún esté haciendo la digestión de la noche anterior. Se forma un patrón: te saltas el desayuno, pero más tarde recuperas las calorías que te saltaste. “Y luego puede que ingieras un tercio de tus calorías comiendo algo después de cenar”, explicó Malone. Hacer que tu cuerpo digiera más alimentos cuando debería estar descansando puede provocar que duermas mal y subas de peso, añadió.

“Fisiológicamente, hay muchos mecanismos que intervienen para animar a nuestro cuerpo a comer por la mañana”, aseguró Ivory Loh, nutricionista dietista registrada de Seattle. Pero si has pasado años sin desayunar, puede que tu cuerpo haya dejado de enviar señales de hambre que sabe que ignorarás. “Yo les digo a mis clientes que intenten comer algo de forma constante durante tres semanas”, afirmó Loh. “Solo inténtalo. Tu cuerpo comenzará a esperar que comas algo”.

¿Tomas café?

Al principio, el café puede quitarte el apetito y darte un poco de energía, sobre todo si lo tomas con leche, que aporta un poco de grasa.

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Pero solo tomar un café con leche puede volverse en tu contra.

Tal vez esto te suene familiar: empiezas el día, te distraes y no te das cuenta de que se te ha pasado el efecto del café. Horas después, te mueres de hambre.

“Es como si tu cuerpo te enviara mensajes de texto, tranquilamente, y tú no contestaras. Entonces empieza a llamarte y luego a usar la función de marcado rápido. Para cuando prestas atención, es un grito urgente”, explicó Loh. Con frecuencia, es en ese momento cuando lo compensamos con alimentos reconfortantes a la mano.

Intenta hacer caso a las señales del hambre antes de que las cosas se descontrolen. “Quizá no te dé hambre hasta las 10 de la mañana. No pasa nada. Siéntate y cómete un yogur y un plátano. Eso sigue contando como ‘desayuno’”, dijo Lauren Au, profesora asociada de nutrición en la Universidad de California en Davis, que come pan tostado con mantequilla de cacahuate casi todas las mañanas.

Si no te apetece una comida completa, otras opciones son un batido o una cucharada de colágeno en el café (para obtener proteína), propuso Malone. Ella suele tomar un batido de proteína.

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¿Será que no te gusta la comida del desayuno?

Ninguna norma dice que tengas que limitarte al cereal o los huevos. Come el espagueti con albóndigas que sobró de la noche anterior. Come un sándwich de pavo. Sírveles a tus hijos un palito de pescado. Loh nació en Malasia y creció en Shanghái, donde el desayuno podía ser una sopa de fideos o un bollo de cerdo, según relató. “Es cualquier alimento que quieras comer para empezar el día”. En la actualidad, suele desayunar “un pan tostado abundante” con ingredientes como queso cottage o kaya, una mermelada de coco popular en el sudeste asiático.

¿Estás practicando el ayuno?

Limitar las horas del día en las que comes para que tu cuerpo queme grasa como combustible, una práctica conocida como ayuno intermitente, puede ayudar a perder peso de manera moderada y a estabilizar el azúcar en la sangre en las personas con diabetes tipo 2, aseguró Malone. Pero no lo hagas de forma improvisada, añadió. El verdadero ayuno no permite tomar un vaso de jugo de naranja, por ejemplo; tu cuerpo empezará a quemar el azúcar en lugar de la grasa, lo que hará fracasar tu objetivo. En especial, los diabéticos deben consultar a un médico o nutriólogo para elaborar un plan, pues los niveles altos o bajos de azúcar en la sangre pueden ser peligrosos.

Una vez finalizado el periodo de ayuno del día, mantente atento a lo que comes, comentó Au. Lo más importante para tu salud es que seas consciente de cuándo y qué ingieres.

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“Puede que el desayuno no les funcione a todas las personas. Si más tarde ese mismo día recibes suficientes nutrientes para tu cuerpo, está perfecto”, dijo Loh. “Pero que saltártelo no sea una ocurrencia de último momento”.

c.2025 The New York Times Company