Masacre de Hamas: las perturbadoras imágenes del video de 43 minutos del gobierno de Israel sobre el ataque del 7 de octubre
La escena es en blanco y negro. Es de una cámara de seguridad y da cuenta que las luces están apagadas. Un hombre apura a sus dos hijos –de unos ocho y diez años-. No se entiende a dónde van, pero se percibe la desesperación. Los tres están en ropa interior, por lo que se entiende que la urgencia los despertó o los sorprendió apenas después de levantarse. Los tres salen de la casa del kibutz donde viven y entran en un cuarto al lado del patio. Debe ser su cuarto seguro. Primero entran los chicos; después, el padre. No llegan a cerrar la puerta cuando un terrorista de Hamas que estaba escondido aparece en el plano y lanza una granada hacia ese cuarto, ese refugio que no llegó a ser. La granada explota.
Murieron los tres, es el primer pensamiento. No. Los dos chicos salen corriendo, pasan por al lado del cuerpo de su padre y huyen. ¿Hacia dónde? Vuelven a entrar en su casa y se quedan en el comedor. Se sientan en dos sillones. En shock, desesperados. Gritan que su padre está muerto, que creen que ellos también van a morir. El más chico nota que su hermano tiene un ojo herido; o que probablemente ya ni lo tenga. Le pregunta si puede ver bien. La respuesta es que no, que no puede ver con ese ojo. Un terrorista entra al comedor y se mueve como en su casa. Va a la heladera y agarra una botella. Bebe del pico. Totalmente inmune frente a los gritos de los dos hermanos, le pregunta a uno de ellos si quiere un poco. No, le contesta el más chico; lo que quiere es a su madre. “¡Quiero a mi mamá! ¡Quiero a mi mamá! ¿Por qué estoy vivo?”, lanza en un grito desgarrador, en hebreo.
Corte y otra escena: llega la madre. Lo primero que ve es a su marido muerto, tirado al lado de la puerta de aquel cuarto en el que no se pudo refugiar. Entra en crisis y dos guardias de seguridad del kibutz la sostienen para llevársela a otro lugar. ¿Se reencontraría con sus hijos? ¿O esos chicos integrarían las listas de 1200 muertos y más de 240 rehenes que dejó el asalto de Hamas a Israel del 7 de octubre?
Según pudo saber LA NACION, los chicos finalmente lograron escapar, sobrevivieron y se reencontraron con su madre en el peor día de sus vidas.
Esa dramática escena es apenas una de las que incluye el video de 43 minutos que el gobierno de Israel reconstruyó a partir de distintos registros para intentar dimensionar la masacre del 7 de octubre, que derivó en una fuerte ofensiva del ejército de Israel en la Franja de Gaza, con la intención de “destruir” al grupo extremista palestino. Más de 11.000 personas murieron en el enclave desde entonces, según el Ministerio de Salud de Gaza, gobernada por la organización terrorista.
El video –que incluye imágenes de 138 víctimas, con el permiso de sus familiares- fue proyectado por primera vez a periodistas en una base militar israelí el mes pasado y este miércoles, por única vez en la Argentina, en un encuentro convocado por la Embajada de Israel en Buenos Aires, en el edificio donde tiene su sede en el centro porteño. Los celulares habían quedado afuera de la sala. Ese video, por ahora, es para unos pocos, para preservar a los familiares, todavía traumados.
“Lo que van a ver es un retrato escalofriante de los hechos de esa fatídica mañana del 7 de octubre”, dijo, en inglés y junto a una intérprete, el coronel Amit Guy, agregado de Defensa de Israel en América del Sur, frente a un auditorio de unas 120 personas, entre los que había periodistas, dirigentes políticos y representantes diplomáticos. Todos recibieron un cuaderno con la imagen de uno de los más de 240 secuestrados por el grupo terrorista palestino y un extracto de la carta fundacional de Hamas, de 1988, en el que explicitan su propósito de destruir Israel. Luego tomó el micrófono el embajador Eyal Sela, quien dio un brevísimo discurso porque “las palabras sobran” frente a la contundencia de las imágenes que estaban por aparecer.
Los 43 minutos que siguieron parecieron una película de terror, de esas que simulan ser grabadas con cámaras caseras y que registran escenas escalofriantes armadas para generar pánico en el espectador. Pero no. Son imágenes reales, que quedaron registradas en los celulares de las víctimas y los victimarios, en cámaras de seguridad y en las bodycams que llevaban los terroristas para luego vanagloriarse de haber sembrado el terror en el territorio enemigo.
Fueron 43 minutos en los que en la sala dominaba un silencio –interrumpido por los bombos de una protesta de grupos de izquierda que tenía lugar decenas de metros más abajo y entre los que había consignas a favor de la causa palestina- y un temor: que apareciera una nueva escena incluso peor a la que acababa de terminar. Muchas veces, eso ocurría.
En el video había imágenes de cámaras de seguridad que mostraban a los autos avanzando mientras adentro había conductores y acompañantes muertos, asesinados por los tiros de los terroristas. Había escenas de terroristas que se escondían al lado de las rejas de ingreso a los kibutz, para luego asesinar a residentes y guardias de seguridad cuando los accesos se abrían, para poder convertir con toda su furia a ese shabbat en un sábado que cambiaría la historia de Israel. Otra cámara grabó la imagen de un jardín de infantes, donde una mujer –seguramente una maestra o empleada- se escondía entre los elementos con los que a diario jugaban los chicos. Los terroristas la balearon, la remataron, y se la llevaron a cuestas.
También había videos que grabaron los propios terroristas, con celulares o con las cámaras tipo GoPro que llevaban para registrar su masacre. “¡Allahu Akhbar” (“Allah es grande”), se escucha constantemente en esos videos, muchas veces junto a gritos de celebración, vítores y arengas. También se escuchan respiraciones agitadas de aquellos combatientes sedientos de sangre, e incluso discusiones entre los terroristas cuando se encontraban frente a distintas situaciones. ¿Asesinar a sangre fría a una niña escondida, temblando de miedo, debajo de un escritorio? ¿Rematar a un israelí que yace en el piso? ¿Matar a un perro que aparece en el camino? ¿Usar una pala para intentar decapitar a un hombre malherido? La respuesta siempre es sí. Y el resultado siempre es escalofriante.
Había, además, videos grabados por las víctimas. En muchos casos, de jóvenes que estaban en el festival Supernova cerca de la frontera de Gaza, uno de los primeros escenarios del horror, donde hubo cientos de muertos y secuestrados. Con sus celulares, esas personas pasaron de grabar una noche de fiesta a mostrar cómo los terroristas se llevaban secuestrados a sus amigos en camionetas pick-ups o cómo rezaban por sobrevivir en medio de cuerpos.
Y había, además, fotos y videos que registraron los primeros socorristas que llegaron a los lugares masacrados. Cuerpos carbonizados, habitaciones llenas de sangre, cadáveres de niños que tenían puestos pijamas de Mickey, un bar en el festival colmado de cuerpos entre las heladeras de marca Coca-Cola y un grito desesperado: “¿Alguien me puede dar una señal de vida?”. Nadie respondía. Otros videos con sonido registraron voces de desasosiego, de un dolor inmenso, de incomprensión entre los socorristas. Y la voz de la familiar de una persona desaparecida frente al cuerpo de una mujer que no se animaba a mirar por temor de reconocerla. “Estoy temblando”, decía, quebrada, en shock.
Fueron 43 minutos largos. Algunos murmullos, algunas personas mirando a un costado, y muchas caras de conmoción dominaron el auditorio oscuro, iluminado por las imágenes proyectadas en dos pantallas, aun cuando algunas de esas imágenes o audios ya se habían conocido en estos 39 días.
“Cada uno que no condena esto, premia a Hamas”, dijo después en diálogo con periodistas el embajador Sela, y señaló que decidieron mostrar el video por el volumen de la masacre–”la peor desde el Holocausto”- y para hacer frente a las versiones que desmienten lo que pasó aquel sábado.
“Como presidente del Museo del Holocausto puedo afirmar que desde los campos de exterminio de Hitler no se han conocido imágenes tan atroces, espantosas y brutales de violencia antisemita”, dijo, por su parte, el empresario Marcelo Mindlin, presidente del Museo del Holocausto. “Estas imágenes espantosas confirman que Hamas se ha convertido en el nazismo del siglo XXI. Es absolutamente totalitario (anuló las elecciones en 2007) oprime a su pueblo (las mujeres adúlteras y los homosexuales son condenados a muerte) y busca el exterminio del pueblo judío. La sociedad toda debe unirse para combatir nuevamente el odio antijudío y advertir al mundo que la indiferencia equivale a complicidad”, agregó el presidente de Pampa Energía.
Además de Mindlin, asistieron a la proyección el titular de la DAIA, Jorge Knoblovits, y referentes de la política, como el excandidato a vicepresidente de Juntos por el Cambio, Luis Petri, el excandidato a jefe de gobierno porteño Martín Lousteau, las diputadas Sabrina Ajmechet y Karina Banfi, y el presidente de la Coalición Cívica ARI, Maxi Ferraro. También estaba el embajador de Estados Unidos, Marc Stanley, representantes de la Cancillería argentina y de las delegaciones de la Unión Europea, Italia, Francia, México, Brasil y la India.