¿Son los perros más inteligentes que los lobos?

Un experto en cognición animal nos ofrece las claves

Es una pregunta recurrente: ¿Son los perros más inteligentes que los lobos?
Es una pregunta recurrente: ¿Son los perros más inteligentes que los lobos?

Los estudios y análisis genéticos más recientes estiman que la domesticación de los primeros cánidos se produjo en Europa hace aproximadamente 20.000 años. La nueva relación ofrecía ventajas para ambas partes: el hombre recibía protección, seguridad y compañía mientras que el animal ganaba alimento o cobijo. Aquellos primeros lobos grises domesticados ya no se iban a separar del ser humano y, con el paso del tiempo, han seguido su propia evolución y desarrollo cognitivo condicionada por ambientes muy diferentes a los lobos que permanecieron en estado salvaje. Ambos siguen perteneciendo la misma especie pero la influencia del ser humano ha moldeado tanto a los perros que es frecuente encontrar la pregunta de quién es más inteligente, ¿el perro o el lobo?

Esta cuestión aparece recurrentemente en numerosas páginas de divulgación (hace tan solo unos días se publicaba en LiveScience) y la verdadera respuesta es tan compleja que se hace difícil contestarla apropiadamente. Empezando por la propia definición de “inteligencia”, un término que rara vez se utiliza en el ámbito de la biología. La inteligencia es una idea humana construida a partir de habilidades que a los humanos nos parecen inteligentes, pero especies que han evolucionado en entornos diferentes han desarrollado capacidades muy diferentes… Lo que hacen muy bien los perros se les puede dar peor a los lobos, y viceversa.

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“Además de esto, si la inteligencia no es un concepto que se utilice en ciencia experimental también es debido a nuestras propias limitaciones a la hora de observarla” explica a Yahoo Antonio Osuna, Doctor en Biología e investigador en cognición animal en el Messerli Research Institute, Vetmeduni, Vienna. No hay una escala o forma directa de medir la inteligencia y “nos vemos obligados a elegir formas indirectas de medirla, y aunque unas son mejores que otras, ninguna es perfecta”.

Por ejemplo, uno de los experimentos más utilizados para medir la cognición en perros y lobos es la denominada “prueba de señalar”. En un estudio de 2021, los investigadores colocaron dos tazones boca abajo en una mesa, con comida escondida debajo de uno de ellos. Luego asignaron a 44 cachorros de perro la tarea de elegir el tazón indicado mediante señales, como apuntar o mirar a la taza. Más tarde repitieron el ejercicio con 28 cachorros de lobo y el equipo descubrió que los perros tenían el doble de probabilidades de encontrar la comida que los lobos.

“Es importante destacar que tanto perros como lobos son perfectamente capaces de entender gestos humanos como el de señalar con el dedo, y que esta habilidad varía muchísimo entre individuos (hay perros que lo entienden perfectamente, otros simplemente no). Depende también de que los experimentos que estén bien diseñados (especialmente si queremos ver de qué son capaces los lobos, pues son mucho más reacios a colaborar con humanos)”, aclara Osuna.

Siguiendo el ejemplo de la prueba de señalar, un estudio de 2017 , realizó una variación interesante en el experimento en el que, en lugar de apuntar, los investigadores agitaban una taza que contenía comida. Tanto los perros como los lobos identificaron la taza con la comida pero, cuando los investigadores agitaron una taza vacía, los lobos se quedaron quietos mientras que los perros, más sumisos entendían este gesto como una llamada, y fueron hacia la taza.

Estudio en Nature con la proporción media de tiempo (incluido el intervalo de confianza del 95%) que los perros y los lobos miraron a la mesa de prueba
Estudio en Nature con la proporción media de tiempo (incluido el intervalo de confianza del 95%) que los perros y los lobos miraron a la mesa de prueba

Si tuviéramos que analizar estas capacidades por separado, el biólogo apunta que las principales diferencias entre perros y lobos a nivel cognitivo se encuentran en su inteligencia social. “Una forma simplificada de entender a los perros es imaginarlos como lobos en los que se ha seleccionado (y, por tanto, potenciado), generación tras generación, la sumisión y la confianza. Otra forma de verlo es pensar en los lobos como criaturas mucho más preparadas para la vida social con otros individuos de su misma especie”, explica el experto.

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Esto se aprecia en, por ejemplo, cómo los lobos colaboran entre sí en tareas que requieren de un grupo, en cómo se reconcilian tras un conflicto, y en cómo muestran comportamiento prosocial (altruista) solo con otros miembros de su manada. Los perros, por el contrario muestran un comportamiento muy poco organizado con otros perros, no saben reconciliarse después de un conflicto (se evitan y actúan con violencia), no saben cooperar entre sí, pues durante su domesticación, hace miles de años, dejaron de depender de las manadas para sobrevivir.

En definitiva, resume el doctor Osuna, “tanto perros como lobos han demostrado comportamientos de una sofisticación asombrosa. No es posible afirmar que un grupo es más inteligente que otro (pues no tenemos la capacidad resolutiva para responder a la pregunta, y quizás siendo dos grupos tan cercanos no tenga sentido hacerla), perros y lobos están adaptados a desenvolverse perfectamente (unos en su manada y otros con humanos).

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