¿Pueden los perros oler el tiempo? El caso de la perrita "Donut"
La familia tenía una perrita de orejas grandes de color marrón y unas graciosas manchas blancas y negras en el lomo. La llamaron “Donut” y era una perrita callejera a la que le gustaba deambular por el vecindario hasta que encontró su lugar, cómoda en el sofá, acostada en la alfombra o revolviéndose entre los cojines mientras masticaba algunos huesos. Pero no importa si estaba durmiendo o distraída con algún juguete… cuando llegaba la hora del autobús, Donut se espabilaba y se dirigía como un rayo hacia la salida. Aquel bus traía devuelta a los niños desde el colegio y Donut sabía exactamente cuándo llegaba ese momento. Puntual como un reloj, todos los días aquella perrita saltaba de la alfombra y se sentaba esperando la inminente llegada del autobús. Ni antes, ni después… siempre puntual, como si un cronómetro interno le despertara de su letargo y le empujara como un resorte hacia el porche.
El caso de Donut no es único, por supuesto, pero ha sido el punto de partida de un fascinante artículo en la National Public Radio (NPR) en el que analizan cómo los perros tienen un desarrollado sentido del tiempo. De hecho, tal y como explica la doctora Alexandra Horowitz, investigadora en cognición canina en la Universidad de Columbia, los perros pueden “oler el tiempo”.
Al igual que los seres humanos, los perros son capaces de percibir una amplia variedad de señales del entorno para estimar el tiempo. El aire más fresco en la mañana, el sol alzándose a mediodía, la cantidad de luz que entra por la ventana, el ángulo del sol en descenso indicando la tarde, las sombras y la oscuridad cuando se acerca la noche.
Además también saben escuchar los indicios fisiológicos de su propio cuerpo. El vacío de sus estómagos cuando llega la hora de comer, los bostezos cuando empieza a aparecer el sueño o esa inquietud imparable cuando se acerca el momento del paseo. Sus ritmos circadianos se adaptan y muestran señales diferentes a lo largo del día y de la noche.
Pero todos estos factores no son suficientes para entender la exactitud, casi milimétrica, de Donut cuando se acerca la hora del autobús que trae a los niños. Para entender esa precisión, debemos analizar otros elementos o habilidades que los humanos no tenemos tan desarrolladas.
La primera de ellas es su enorme capacidad para detectar nuestro estado de ánimo, nuestra actitud, nuestras intenciones o incluso nuestros sentimientos. Durante los últimos años he tenido la oportunidad de asistir a multitud de experimentos y test de cognición animal en diferentes especies y, en la mayoría de ellos, el investigador debe llevar gafas de sol para que los animales no adivinen dónde está el truco o dónde se esconde el premio. Los perros son campeones a la hora de interpretar nuestros movimientos y gestos… Cuando un dueño se levanta del sofá y, antes incluso de coger la correa que indica la hora del paseo, la mayoría de los perros ya están listos y dispuestos en la puerta meneando la cola en señal de ansiedad y felicidad.
Pero aún queda otro As en la manga de Donut: su fino olfato, un sentido tan desarrollado que supera entre 10.000 y 100.000 veces al olfato humano. Para los perros cada persona tiene un olor único y fácilmente distinguible. Las partículas olorosas que los humanos desprendemos se mantienen en el aire de la habitación y van disipándose, poco a poco, con el paso del tiempo. El extraordinario olfato de los perros es capaz de detectar esa variación en la concentración de partículas olorosas y les sirve de reloj para saber cuánto tiempo ha pasado desde que alguien salió de la habitación y, por tanto, cuando se acerca la hora de que regrese.
“Los perros son capaces de oler el tiempo de forma similar a como lo haríamos observando un reloj de arena”, explica Horowitz. “Los olores en una habitación cambian a medida que pasa el día. Si pudiéramos visualizar el movimiento del aire a lo largo del día, también podríamos visualizar el movimiento del olor durante ese periodo de tiempo”. Estos ciclos de olores permiten a los perros anticipar actividades diarias que se producen en horas establecidas, como la comida, el paseo… o la llegada de los niños en el autobús.
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Referencias científicas y más información:
M. Doucleff “Can dogs smell time? Just ask Donut the dog” National Public Radio (NPR)
Abel G.M. “Los perros y su curiosa manera de saber la hora” National Geographic