El Papa sanciona al cardenal ultraconservador de Estados Unidos Raymond Leo Burke: le reducirá el salario y aumentará el alquiler
ROMA.- En una fase seguramente más madura -y para algunos, menos indulgente- de su pontificado, el papa Francisco decidió castigar al cardenal ultratradicionalista norteamericano Raymond Leo Burke, punta de lanza de una oposición pequeña pero muy ruidosa, con penas económicas que van desde una reducción de su salario hasta una suba del alquiler del departamento de lujo vaticano de más de 400 metros cuadrados donde vive, que paga a un precio no de mercado, sino bajo y muy ventajoso.
Aunque dichas sanciones económicas, de las que se hicieron eco diversos medios, aún no le fueron comunicadas a este purpurado -que se encuentra en este momento en Estados Unidos-, la agencia AP da cuenta de que fue el propio Pontífice quien anunció que pensaba tomar estas medidas en una reunión con jefes de dicasterio, la semana pasada, en la que explicó que lo hacía porque Burke “está minando la unidad de la Iglesia”.
Los cardenales en teoría son los máximos colaboradores de un Pontífice, a quien le juran obediencia y que deben estar dispuestos a dar su vida por él -por eso los atuendos color púrpura, símbolo de la sangre que están dispuestos a derramar- y que, si tienen menos de ochenta años y hay un cónclave, tienen la alta responsabilidad de elegir al sucesor de Pedro.
Tradicionalista experto en derecho canónico, Burke, de 75 años, fue prefecto del Tribunal Supremo de la Signatura Apostólica, algo así como la Corte Suprema del Vaticano, fue creado cardenal por Benedicto XVI en 2010 y es patrono emérito de la Orden de Malta. Siempre estuvo entre ese puñado de cardenales disidentes que ya en 2016 le escribió una carta al Papa pidiéndole aclarar cuatro “dudas” del capítulo octavo de la exhortación apostólica Amoris Laetitia, que le abre las puertas a los divorciados vueltos a casar. Entonces incluso desafió abiertamente a su jefe máximo manifestándose listo a poner en marcha un acto formal para “corregir” al Papa si no respondía a las “dudas” sobre los “errores doctrinales” de la Amoris Laetitia.
Antes de que comenzara el reciente sínodo sobre sinodalidad, en octubre pasado, Burke volvió a dar que hablar. Fue la gran estrella del evento titulado “La Babel Sinodal”, convenio organizado por el medio ultraconservador La Bussola Quotidiana y al que asistió LA NACION, en el que denostó al sínodo, al afirmar que la Iglesia corría el riesgo de “perder su identidad”. Entonces reivindicó, además, la iniciativa de haberle planteado durante el verano a Francisco cinco “dudas” sobre eventuales cambios de moral y doctrina en cuestiones candentes como la bendición a parejas del mismo sexo y la ordenación sacerdotal de mujeres -temas antes tabú, que por primera vez estuvieron sobre la mesa en la reunión de obispos-.
Burke también le tiró dardos al nuevo prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, el cardenal argentino Víctor Manuel “Tucho” Fernández, brazo derecho del Papa, por algunos conceptos sobre doctrina dichos en una entrevista, y atacó el concepto de sinodalidad, considerado “incomprensible”. “Debemos reafirmar públicamente nuestra fe. En esto, los obispos tienen el deber de confirmar a sus hermanos. Los obispos y cardenales de hoy necesitan de mucho coraje para enfrentar los graves errores que provienen del interior de la misma Iglesia. Las ovejas dependen del coraje de los pastores que deben protegerlas del veneno, la confusión, el error y la división”, disparó el cardenal, provocando aplausos.
Enemigo
La noticia ahora de que el Papa, que durante años soportó en silencio este y otros eventos presididos por Burke, decidió sancionarlo económicamente, se filtró este lunes en La Bussola Quotidiana. Citando fuentes vaticanas, este medio ultraconservador reportó que el Papa habría dicho en la reunión con jefes de dicasterio, el 20 de noviembre, que “el cardenal Burke es mi enemigo y por eso le saco el departamento y el sueldo”.
Pero el vaticanista británico y biógrafo pontificio, Austen Ivereigh, aseguró que es totalmente falso que el Pontífice utilizó la palabra “enemigo”: se lo aseguró el propio Papa al contestar una pregunta que le hizo a través de un correo electrónico. “Nunca usé la palabra ‘enemigo’ ni el pronombre ‘mi’. Simplemente anuncié el hecho en la reunión con los jefes de dicasterio, sin dar explicaciones específicas”, le escribió el Papa, según hizo saber Ivereigh en un artículo en el blog Where Peter Is. Allí, Ivereigh también precisó que el Papa confirmó que tomó esa decisión de quitarle los privilegios a Burke –su departamento y un salario de entre 5000 y 6000 euros a pesar de no tener obligaciones oficiales-, “porque los había utilizado en contra de la Iglesia”.
Francisco avanza con esta nueva medida el mismo mes en que removió a otro religioso del sector ultraconservador estadounidense, el obispo Joseph Strickland, famoso por atacar y denostar públicamente al Pontífice, después de una investigación en su diócesis en Texas impulsada por la Santa Sede.
Según pudo saber LA NACION, la decisión de sancionar a Burke también habría llegado después de que muchos otros cardenales se hubieran quejado por el trato mucho más riguroso que el Papa le dio a otro cardenal, el italiano Angelo Becciu. Antes hombre de confianza de Francisco, Becciu no perdió su título, pero sí sus privilegios cardenalicios (ya no podrá participar de un cónclave), debido a causas de corrupción. En los próximos días, en efecto, un tribunal del Vaticano, que durante casi dos años lo procesó junto a otros funcionarios, deberá dictar una sentencia por esos oscuros manejos que provocaron pérdidas millonarias al Vaticano.
“Becciu tuvo problemas de dinero, es verdad, pero jamás desobedeció al Papa o lo desafío a nivel doctrinario, mientras que Burke, que cobra un sueldo de cardenal sin ya tener funciones, jamás ha sido sancionado y esto ha creado malestar entre cardenales italianos, que plantean que no es justo, que no ha habido el mismo trato”, explicó una fuente.
En un clima de compás de espera a ver qué pasará concretamente con Burke, algunos observadores creen que la llegada del cardenal “Tucho” Fernández pudo haber tenido que ver con la decisión da actuar y de empezar a poner las cosas en su lugar.