Crece la tensión entre el Papa y los ultraconservadores: el Vaticano echó a un obispo crítico y un cardenal tildó a Francisco de “hereje”

El papa Francisco asiste a la audiencia general semanal en San Pedro, Vaticano, 18 de octubre de 2023. (AP Foto/Alessandra Tarantino, Archivo)
El papa Francisco asiste a la audiencia general semanal en San Pedro, Vaticano, 18 de octubre de 2023. (AP Foto/Alessandra Tarantino, Archivo) - Créditos: @Alessandra Tarantino

ROMA.- En una movida que no sorprendió, aunque poco frecuente en los modos del Vaticano, el papa Francisco removió hoy de su cargo al obispo estadounidense Joseph Strickland, de la pequeña localidad de Tyler, Texas, prelado ultraconservador famoso por atacar y denostar públicamente al Pontífice, que se negó a renunciar, como se le había pedido.

Lo normal es que un obispo en problemas, como tenía Strickland -de 65 años y con al menos diez años más hasta la edad de la renuncia para los obispos-, sea “invitado” a dimitir y que el Papa luego le acepte esa renuncia.

Como esto no ocurrió, el papa Francisco “lo exoneró del gobierno pastoral” de su diócesis y nombró al obispo de Austin, Joe Vásquez, como administrador apostólico de la diócesis ahora “vacante”, anunció este sábado al mediodía el Vaticano.

El cardenal Daniel Di Nardo, arzobipo de Galveston-Huston, Texas, hizo saber en una declaración difundida más tarde que el Vaticano le había pedido a Strickland que dimitiera el 9 de noviembre pasado, después de una investigación en su diócesis impulsada por la Santa Sede. Como se negó, el Papa decidió removerlo.

El obispo Joseph Strickland camina delante del relicario con los huesos de Santa María Goretti al entrar al santuario en la Catedral de la Inmaculada Concepción, 2 de noviembre de 2015 en Tyler, Texas
El obispo Joseph Strickland camina delante del relicario con los huesos de Santa María Goretti al entrar al santuario en la Catedral de la Inmaculada Concepción, 2 de noviembre de 2015 en Tyler, Texas - Créditos: @Andrew D. Brosig

En mayo pasado Strickland, al frente de Tyler, localidad de no más de 60.000 habitantes y muy activo en redes sociales -con más de 150.000 seguidores en X (ex Twitter)-, en un tuit denunció que el programa del papa Francisco que “mina el Depósito de la fe”.

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Apasionado del antiguo rito en latín y admirador de los máximos detractores y opositores del papa Francisco, como los cardenales conservadores Raymond Burke y Robert Sarah, Strickland también había atacado el reciente sínodo sobre sinodalidad convocado para discutir sobre el futuro de la Iglesia. Este obispo incluso había respaldado al exnuncio ante Estados Unidos, Carlo Maria Viganó, que en una carta explosiva en agosto de 2018 había pedido la renuncia del Papa acusándolo de haber encubierto a un famoso sacerdote católico estadounidense.

El Vaticano había puesto en marcha, en junio pasado, una investigación sobre su liderazgo y sobre el gobierno de su diócesis, que fue llevada a cabo por dos obispos estadounidenses que, después de haber hablado con fieles, otros prelados y analizado la situación, llegaron a la conclusión de que no era apto para ese puesto. No por nada, en los últimos meses corrían cada vez más rumores de que desde Roma se le iba a pedir a Strickland que diera un paso al costado. “Yo no puedo renunciar a un mandato que me fue dado por el papa Benedicto XVI”, había asegurado a medios estadounidense Strickland, también conocido por sus posturas anti-vacuna en tiempos del Covid.

Durante esa investigación del Vaticano a su gestión de la diócesis, también de tipo financiero, Strickland negó haber tenido cualquier mal manejo y aseguró que eso tenía que ver con el hecho de que él predicaba “la verdad”.

Religion News Service recordó que en 1995 el papa san Juan Pablo II destituyó al obispo francés Jacques Galliot y que su remoción hizo poco para silenciarlo. Algo que podría suceder también con Strickland, que podría convertirse en el vocero del ala más descontenta y opositora al papa Francisco y a su visión abierta e inclusiva de la Iglesia, según observadores.

“Hereje”

Aunque la resistencia conservadora en verdad es minoritaria, es muy ruidosa porque tiene en sus manos, sobre todo en Estados Unidos, diversos medios afines. Fiel reflejo de esto, causó sopresa una declaración del cardenal alemán Gerhard Müller, prefecto emérito de la Congregación para la Doctrina de la Fe y otro exponente de esa ala de la Iglesia, que en una entrevista al portal norteamericano LifeSiteNews publicada el miércoles pasado -y horas más tarde, borrada- tildó al papa Francisco de “hereje”.

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Como la publicación digital de la Iglesia alemana, Katholish.de, logró captar el texto de dicha entrevista luego desaparecida de la web, el medio católico español Vida Nueva reconstruyó que Müller dijo que el papa Francisco “ya ha pronunciado muchas herejías materiales” o de praxis, pero no ha incurrido en lo que se conoce como “herejías formales”, por lo que al momento no podía perder su cargo como Pontífice. Sin embargo, advirtió que “enseñar en contra de la fe apostólica privaría automáticamente al Papa de su cargo”.

“En el Sínodo, donde muchos esperan o temen que ahora se presenten las ‘bendiciones’ homosexuales, escribir una carta pública a estas organizaciones [LGTB], recibirlas, fotografiarse con ellas… Eso es algo muy mensaje claro”, denunció Müller. “Es una herejía material. ¿Por qué no recibió en este momento un padre, una madre y sus cinco hijos? No hay fotos de eso”, agregó.

El propio Müller se sacó una foto durante la asamblea sinodal con el jesuita James Martin, entrevistado hace unos días por LA NACION y conocido por ser el principal referente en Estados Unidos de una pastoral de inclusión del colectivo LGBT.

El purpurado también atacó a su sucesor en el Dicasterio para la Doctrina de la Fe, el cardenal Víctor Manuel “Tucho” Fernández, por abrir la puerta a la comunión de los divorciados vueltos a casar. Para Müller, este hecho sería un caso “límite” de herejía formal. En este misma línea, el cardenal apuntó, según él, que los cambios “modernos” deseados en la Iglesia siempre se introducen a través de la “vía pastoral” y no mediante la enseñanza directa de una herejía formal.