James Martin: “Sabía que iba a haber oposición al tema LGTBQ, pero fue bastante fuerte verlo en vivo y en directo”
ROMA.- El fin de semana pasado concluyó en Roma una reunión de obispos convocada por el papa Francisco para definir la Iglesia del futuro, en la que por primera vez, en una asamblea que duró un mes, participaron también “no obispos”, laicos y mujeres, con derecho a voto. Fue tan sólo una primera sesión del sínodo sobre sinodalidad que tendrá una segunda etapa en octubre del año que viene, que culminó con un documento de síntesis que en algunos puntos decepcionó a los sectores más progresistas. Si bien el documento admitió que es “urgente” que las mujeres tengan un rol más importante en la Iglesia, postergó la discusión sobre temas como el diaconato femenino y, además, sobre la inclusión de los católicos pertenecientes al colectivo LGBTQ. Este acrónimo, que había aparecido en el Instrumentum laboris (IL, el documento de trabajo), hasta desapareció del documento de síntesis.
En una entrevista con LA NACION el padre jesuita norteamericano James Martin, una de las voces más influyentes del mundo católico progresista estadounidense, referente del mundo LGTBQ y que participó del sínodo por nómina pontificia, admitió haber quedado decepcionado por esto, pero no sorprendido. Destacó el hecho de que en la asamblea eclesial por primera vez se hubiera hablado de este tema, antes tabú. Y que, pese a la polarización existente, progresistas y conservadores hubieran podido compartir una experiencia totalmente distinta, con los 450 participantes (de los cuales 365 con derecho a voto), incluso el Papa, sentados alrededor de mesas redondas, todos en el mismo plano, una novedad.
Fiel reflejo de lo divisiva que suele ser la cuestión del acompañamiento a católicos LGTBQ, trascendió que durante el sínodo un obispo no quiso sentarse al lado de Martin. Durante la entrevista, el sacerdote jesuita, de 62 años y que es subdirector de la prestigiosa revista jesuita America Magazine, prefirió no comentar este desagradable episodio.
-Este fue su primer sínodo y usted era el “experto” en el tema LGTBQ, acrónimo que si bien estaba en el IL, desapareció del documento de síntesis… ¿Qué pasó?
-Bueno, había dos grupos en el sínodo. Uno que apuntaba a ampliar el acompañamiento a la gente LGTBQ y que contaba historias sobre estas personas que luchan por encontrar su lugar en la Iglesia; y otro que, con la misma fuerza, creía que las personas LGTBQ tienen que ver con una ideología o un neocolonialismo y que incluso se oponían al término LGTBQ. Así que quedé decepcionado por el hecho de que el término no apareció en el documento final, pero tampoco me sorprendió, al ver el rechazo que había y creo que quienes escribieron el documento se dieron cuenta y prefirieron evitar que hubiera más rechazo y por eso utilizaron una terminología distinta y hablaron de sexualidad e identidad para que eso fuera aprobado en el documento final, como ocurrió.
-Usted ahora vuelve a Estados Unidos donde hubo grupos que públicamente protestaron por la eliminación del acrónimo, que consideraron una ofensa, un paso hacia atrás: ¿Qué les va a decir para que no se sientan deprimidos?
-Lo primero que les voy a decir es que voy a admitir que es decepcionante para mucha gente porque el término estaba en el IL e incluso en un primer borrador del documento que se filtró. Más allá de eso, les diría que sigue habiendo una puerta abierta en el documento. Además, les explicaría que es un documento transitorio, que incluso en el sínodo llaman un documento “mártir”, porque morirá en la próxima etapa. Y que ahora hay formas de hablar con la gente que piensa distinto, que antes no existían. Así que, aunque no hubo acuerdo, seguramente hubo acuerdo en hablar sobre el tema.
-Porque antes era un tema tabú…
-Sí, absolutamente. Para muchos de los delegados fue la primera vez que se discutía públicamente en las mesas y escuchando diversos puntos de vista. De hecho, uno de los beneficios del sínodo fue este modelo de poder estar sentados alrededor de una mesa, de poder identificar convergencias, divergencias, tensiones y preguntas, de no forzar a un falso consenso, sino admitir que aún hay diferencias y en este tema hay claramente diferencias y poder decir, ok esto es parte de ser Iglesia hoy.
-¿Entonces cree que en la próxima sesión del sínodo, en octubre de 2024, podría haber un cambio significativo?
-No lo sé, habrá que ver, no es claro qué pasará, si volveremos a centrarnos en temas específicos o más amplios.
-¿También se habló del tema de la bendición a parejas gay?
-Eso al final no salió en la conversación porque ya había tal rechazo a la noción misma del colectivo LGBTQ que nos quedamos en lo básico de que se trata de personas que son parte de la Iglesia, que tienen su dignidad, que esto no es una ideología, así que fue el primer paso para muchos de los delegados.
-Leí que la oposición más fuerte vino de obispos africanos...
-Sí, algunos delegados estaban convencidos de que se trata de una ideología y de colonialismo, pero no quisiera identificar a nadie.
-El otro tema en el que hubo división fue acerca del diaconato femenino ¿verdad?
-De todos modos se puede ver que en el documento aprobado por todos hay un deseo de hablar sobre el tema y en este sentido hay que destacar que le pedimos al papa Francisco el resultado al que llegaron dos comisiones que analizaron el tema del diaconado femenino. Así que pienso que hubo mucho más consenso en esto que en el tema LGTBQ. Diría que estas fueron las dos cuestiones más controvertidas, aunque hay muchos que dicen que son creaciones de los medios, aunque la verdad es que los medios siguen estos temas porque son importantes para la gente.
-Al margen del hecho que quedó decepcionado por el tema LGTBQ, ¿qué fue lo que más le sorprendió del sínodo?
-En general quedé muy entusiasmado. El tema LGTBQ en realidad fue una pequeña decepción para mí, porque poder entrar en el aula Pablo VI todas las mañanas y ver personas sentadas alrededor de esas mesas que podían hablar de igual a igual, cardenales, obispos, jefes de dicasterio, mujeres, jóvenes de 22 años, teólogos, fue increíble. También el papa Francisco estaba sentado en una de las mesas redondas y durante varias mañanas en las que estuvo presente, las reuniones eran presididas por una mujer sentada en la misma mesa. Alguien me dijo: “Mira esta reunión de la Iglesia en la que una mujer está dirigiendo, no el papa Francisco”.
-Una imagen nunca antes vista…
-Creo que eso ayudó mucho. Para mí, la lección más importante del sínodo fue el sínodo en sí mismo, no las cuestiones específicas, porque es difícil llegar al consenso en un mes en temas individuales. Pero la imagen de personas sentadas alrededor de mesas hablando como iguales y escuchando el uno al otro, respetando el uno al otro, fue impresionante, la gran lección del sínodo mismo. Además, para mí fue muy entusiasmante el método utilizado de conversación en el espíritu, en el que uno escucha al otro, luego reflexiona sobre lo que oyó y pudimos hablar abiertamente los unos y los otros y reflejar en modo honesto las convergencias, las divergencias, las tensiones y las preguntas. Creo que fue genial el método y una forma maravillosa de superar la polarización en la Iglesia.
-Hablando de polarización: ¿encontró más o menos polarización de lo que esperaba?
-Sabía que iba a haber oposición al tema de la inclusión del colectivo LGBTQ, pero fue bastante fuerte verlo en vivo y en directo en el sínodo. No me sorprendió la oposición, pero es algo que normalmente no ves en persona. De todos modos al día siguiente tenías varias ocasiones para reunirte, conversar y charlar con estas personas en forma muy cordial y realmente aprecié que muchos se acercaran a hablar conmigo.
-¿Cómo explica esta oposición al tema, con un papa que todas las semanas después de la audiencia general recibe a personas transexuales?
-Imagino que ellos dirían que no condenan a las personas, sino que condenan las acciones. Mi impresión es que muchos no tenían experiencia con gente LGBTQ o que no conocen. Y si uno no conoce a la persona, la persona se vuelve una categoría, un estereotipo. Pero hay que separar esas cosas: si pasa algo en un desfile del orgullo gay, esto no significa que todos los gays están de acuerdo con eso o con las agendas políticas que algunos grupos pueden tener. Lo más importante es ver a la persona y esto era lo que trataba de decir.
Honored to meet Cardinal Gerhard Müller at the @Synod_va. I've longed admired his friendship with Gustavo Gutiérrez, the father of liberation theology. His Eminence graciously gave me his book with Gutiérrez "On the Side of the Poor" and I gave him a copy of my book on Jesus... pic.twitter.com/I9mahMjlf7
— James Martin, SJ (@JamesMartinSJ) October 12, 2023
-Usted es muy mediático y durante el sínodo subió en sus redes sociales una foto junto al cardenal alemán Gerhard Müller, uno de los críticos más acérrimos del sínodo y referente del ala más conservadora… ¿Cómo fue eso?
-Muy cordial, muy amigable: fui a decirle que admiraba su trabajo con Gustavo Gutiérrez, el teólogo de la liberación peruano y hablamos de eso. Müller me dijo que escribió tres libros con Gutiérrez que yo no conocía y me preguntó si quería uno y le dije que sí porque realmente estaba impresionado con este trabajo. Esa tarde, fui a una librería y le compré mi libro sobre Jesús, que le regalé y él me dio el suyo. Desde entonces, siempre nos saludamos y un día le pregunté si podíamos sacarnos una foto juntos y él asintió. Me parece que es bueno para la Iglesia ver gente que puede tener visiones diferentes que pueden de todos modos coincidir en algo, en este caso, Gustavo Gutiérrez y comenzar a hablar. Creo que es una buena señal para la Iglesia y por eso quise compartir esa foto.