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Intrigas vaticanas: un cardenal acusado de corrupción grabó en secreto una conversación con el papa Francisco

El papa Francisco, en una audiencia general en la Plaza San Pedro. (Photo by Filippo MONTEFORTE / AFP)
El papa Francisco, en una audiencia general en la Plaza San Pedro. (Photo by Filippo MONTEFORTE / AFP) - Créditos: @FILIPPO MONTEFORTE

ROMA.- Se complica cada vez más la situación del cardenal italiano Angelo Becciu que se encuentra en el banquillo en un juicio por corrupción y malversación de fondos en el Vaticano por una malograda inversión en Londres, que se va pareciendo cada vez más a una novela de intrigas al mejor estilo Dan Brown.

En la audiencia de ayer, en efecto, el fiscal del Vaticano, Alessandro Diddi, reveló la grabación de un llamado telefónico que este prelado le hizo al Papa en secreto, sin que su interlocutor y jefe máximo supiera. En ese llamado, el cardenal (defenestrado por el Papa en septiembre de 2020, que perdió sus derechos cardenalicios, pero no el título), intentaba hacerle decir al Papa que le había dado el permiso para hacer una transacción de dinero para liberar a una monja.

El cardenal Angelo Becciu en conferencia de prensa en Roma el 25 de septiembre del 2020.  (Foto AP/Gregorio Borgia)
El cardenal Angelo Becciu en conferencia de prensa en Roma el 25 de septiembre del 2020. (Foto AP/Gregorio Borgia)

La grabación en cuestión fue hallada en el celular de una sobrina de Becciu, Maria Luisa Zambrano, que fue quien, en lo que causó gran escándalo -ya que es grave grabar a una persona sin que esta lo sepa-, registró una conversación telefónica entre su tío y el Papa. Dura cinco minutos y 37 segundos, y ocurrió a las 14.55 del 24 de julio de 2021. Una fecha importante: pocos días antes de que comenzara en el Vaticano el llamado “juicio del siglo” –porque nunca antes un prelado de tan alto rango fue puesto en el banquillo- y pocos días después de que el Papa había sido dado de alta del hospital Gemelli, donde había estado internado diez días por una compleja operación de colon.

Aunque el pool de periodistas presente en la audiencia número 37 del juicio fue invitado a retirarse de la sala cuando el fiscal hizo escuchar la grabación –aportada con la “autorización del Superior”, es decir, del papa Francisco-, más tarde Diddi reveló su contenido. Y destacó el contexto, en el que el Papa, convaleciente, aparece con voz cansada y muy perpleja ante los pedidos de Becciu de hacer una declaración confirmando que él lo había autorizado a proceder a un pago no pequeño.

El papa Francisco, en la Plaza San Pedro. (Photo by Filippo MONTEFORTE / AFP)
El papa Francisco, en la Plaza San Pedro. (Photo by Filippo MONTEFORTE / AFP) - Créditos: @FILIPPO MONTEFORTE

“Mire, Santo Padre, estoy llamando con gran sufrimiento, para mí yo ya no debería ir a juicio porque la carta que usted me envió es una condena. Y como yo no puedo llamarla como testigo en el juicio, nunca lo haría, sólo quería pedirle una declaración suya. El punto es si usted me dio la autorización para comenzar las operaciones para liberar a la monja ¿se acuerda? Me parece que yo le pregunté, le dije que tenía que ir a Londres y contactar una agencia que tenía que hacerlo... Le dije que los gastos eran de 350.000 euros, aunque pedían un rescate de 500.000. Decíamos que no más, porque me parecía inmoral dar dienero que temina en los bolsillos de los terroristas. Bueno, me parece que le había informado ¿se acuerda?”, se oye decir a Becciu, según una transcripción de la grabación publicada por la agencia italiana Adnkronos.

Entonces, el Papa, desconcertado, le contesta que no se acordaba bien: “Sí, me acuerdo vagamente [...] ¿Por qué no me envía un texto escrito sobre todo esto?”.

Becciu se refería al secuestro de una monja colombiana (Gloria Cecilia Narváez), raptada en Mali en 2017 y liberada en octubre del año pasado gracias a la cancillería italiana, del que se ocupó su amiga, Cecilia Marogna, oriunda como él de Cerdeña y también en el banquillo en el juicio del Vaticano. Apodada “la dama del cardenal” y mujer que se autodefine una analista de seguridad, Marogna había sido contratada por Becciu con ese objetivo. De 44 años, recibió 575.000 euros de la Secretaría de Estado, entre 2018 y 2019, cuando el cardenal era sustituto de la Secretaría de Estado, es decir, el número tres del Papa. Ese dinero, enviado a una empresa en Eslovenia, en gran parte terminó siendo gastado para uso personal: ropa de marcas de lujo y visitas a centros de salud. Marogna, en efecto, está acusada de desfalco, mientras que Becciu enfrenta cargos por desfalco, corrupción y abuso de poder. Los dos, al igual que otros ocho acusados en el juicio, niegan haber actuado mal.

Francisco, en una audicencia general en el Vaticano. (Filippo MONTEFORTE / AFP)
Francisco, en una audicencia general en el Vaticano. (Filippo MONTEFORTE / AFP) - Créditos: @FILIPPO MONTEFORTE

Becciu siempre dijo que contaba con la autorización del Papa para esas transacciones. Pero la grabación telefónica salida a la luz, en la que Francisco le pide que le mande precisiones por escrito, parece desmentirlo, según Diddi.

“Asociación ilícita”

El fiscal reveló, además, que el Vaticano también está investigando a Becciu por supuesta “asociación ilícita”. La policía financiera de Italia, en efecto, descubrió unos recibos falsificados relativos a compras, con fondos del Vaticano, de 18.000 kilos de pan en la cooperativa que manejaba su hermano Tonino Becciu en la localidad de Ozieri, en Cerdeña, de donde es oriunda toda la familia.

En este marco, la agencia Adnkrnos reveló detalles bastante impactantes de la chat familiar del cardenal, en la que, siempre en esa época anterior al inicio del juicio, se nota gran nerviosismo porque Becciu estaba esperando ansiosamente un llamado del Papa, que no llegaba. El 22 de julio, dos días antes de la conversación grabada en secreto, se queja de lo que considera un destrato y a Giovanna Pani, una pariente, Becciu le escribe: “No pensaba que iba a llegar a este punto: quiere mi muerte”. Días antes, Pani, que al parecer también es amiga de Marogna, va más allá: “Habría que darle un golpe en la cabeza al Santo Padre”.