Muñoz Ledo, el colmilludo 'aliado' que puede arruinar los planes de AMLO

FOTO: MARIO JASSO /CUARTOSCURO.COM
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La carrera de Porfirio Alejandro Muñoz Ledo y Lazo de la Vega rebasa los 50 años, tiempo en el que ha permanecido en el primer plano de la política interna y exterior de México. Se desempeñó en el Poder Ejecutivo, en el Legislativo, militó en el PRI, partido de Estado y en la oposición. Hoy aspira a dirigir Morena, otro partido de Estado y, de lograrlo, el tercero en su récord.

Los estatutos internos de Morena indican que en noviembre de 2019 se tendría que haber elegido a su presidente o presidenta. Por sus disputas internas no lograron concertar la sucesión, por lo que el presidente Andrés Manuel López Obrador, sugirió llevar a cabo una encuesta, organizada por el INE, para cumplir con el trámite.

Las diferentes fracciones tardaron en ponerse de acuerdo en aceptar la propuesta de López Obrador; cuando lo consiguieron había pasado un año. Entonces, de manera sorpresiva, registró su candidatura Porfirio Muñoz Ledo y fue uno de los más de cincuenta aspirantes que disputaron la presidencia de Morena.

En el transcurso de la “campaña” despuntaron Porfirio Muñoz Ledo y Mario Delgado. Los participantes en las encuestas aceptaron con su firma la posibilidad de un empate en los resultados.

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Las encuestas realizadas arrojaron como resultado un “empate técnico”. Porfirio Muñoz Ledo obtuvo el 25.34 de las preferencias y Mario Delgado 25.29, lo que significa una diferencia, en números absolutos, de dos votos.

El experimentado Porfirio Muñoz Ledo tomó esta diferencia como un triunfo, se autoproclamó vencedor e informó que tomaría posesión de la presidencia de Morena.

El diputado Mario Delgado declaró que con la “autoproclamación, Porfirio busca hacer una suerte de golpe de Estado al partido, está atentando contra la ley y contra la democracia. Eso no es una buena señal ni para Morena ni para el país”.

El discurso empleado por Muñoz Ledo en su campaña por la presidencia de Morena fue crítico y personalizado en contra de Mario Delgado y Marcelo Ebrard a quienes señaló como corruptos, adelantar la sucesión presidencial para sustituir a López Obrador y amenazó con expulsar a Ebrard de Morena.

Este primer episodio de cambio en la dirigencia de Morena, fundado por López Obrador, pone de manifiesto que las ambiciones de los grupos internos son más poderosas que los ideales que el fundador dice que quiere hacer realidad con su propuesta de Cuarta Transformación del país.

El cambio en la dirigencia de Morena y el conflicto que ha confrontado a las “tribus” que migraron del PRD, muestran que es una división que solo llegará a su fin cuando el caudillo López Obrador decida tomar otra vez el control.

El escenario actual, las elecciones de 2021 y lo vivido en dos años del gobierno de López Obrador, indican que el presidente necesita al frente de Morena a un incondicional que apoye y aplauda sus iniciativas y ocurrencias y ese no es el perfil de Porfirio Muñoz Ledo que ha criticado políticas, como la migratoria, que considera equivocada y al servicio de Donald Trump.

Al interior de Morena la acción de Muñoz Ledo, según su discurso de confrontación, garantiza la división y ruptura con lo que consideran la fracción moderada, en la que estaría militando Marcelo Ebrard, amenazado de expulsión, en quien López Obrador tiene un experimentado colaborador y el “compromiso” de influir en la sucesión presidencial.

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El diputado Porfirio Muñoz Ledo es un experimentado orador, domina la retórica que más conviene a su interés personal y del grupo que lo patrocina. No reconocer las reglas del juego y autoproclamarse presidente de Morena no abona a la práctica de la democracia interna del partido y si sustenta la visión de que en México existe una grave crisis de partidos de la que no está exento el actual partido de Estado.

La experiencia de Muñoz Ledo puesta al servicio de la disputa por el poder, en la sucesión presidencial adelantada, que todo indica se resolverá al interior de Morena, indica también que, en México, la democracia no pasa por la vida interna de los partidos, que siguen siendo patrimonio de los grupos que se disputan su control, como camino para alcanzar el poder y la riqueza, en ese orden.

Es indudable que la democracia mexicana ha avanzado, pero resulta insuficiente mientras los partidos continúen siendo patrimonio de grupos cerrados. De esto Muñoz Ledo es un teórico cuya práctica habla en sentido contrario. También sabe ser prudente y canceló su anunciada toma de posesión de Morena. Escuchó al todopoderoso presidencialismo.

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