Monika Ertl o cómo la hija de un nazi se convirtió en 'la vengadora del Che Guevara'

Fue la hija de uno de los principales camarógrafos del Tercer Reich y una líder guerrillera responsable de la muerte del verdugo del revolucionario argentino

Hans Ertl y su hija, Monika Ertl, durante la grabación del documental 'Hito-Hito' en el Amazonas. (Photo by ullstein bild/ullstein bild via Getty Images)
Hans Ertl y su hija, Monika Ertl, durante la grabación del documental 'Hito-Hito' en el Amazonas. (Photo by ullstein bild/ullstein bild via Getty Images)

Hubo una mujer, de nombre Monika Ertl, que ha pasado a la historia de forma más que discreta a pesar del importante papel que tuvo en la reconfiguración a las sombras de la América Latina moderna. Y, probablemente, del mundo tal y como lo conocemos, como consecuencia de aquellos años convulsos previos y posteriores al estallido de la Segunda Guerra Mundial.

Corría el año 1937, un día de agosto como cualquier otro, cuando la niña Ertl llegó al mundo en su Múnich natal, por aquel entonces, capital del nazismo que ya despuntaba como una ideología a temer, pero nadie preveía lo que se nos venía encima. La pequeña nació en el seno de una familia acomodada vinculada directamente con el régimen totalitario que pondría patas arriba la geopolítica internacional en los años venideros. Su padre, Hans Ertl Graetzel, fue uno de los principales camarógrafos bajo las órdenes de la cineasta Leni Riefensstahl, una de las figuras clave en la puesta en marcha de la maquinaria propagandística del Tercer Reich. Tras participar en ‘Olympia’, el controvertido documental sobre los Juegos Olímpicos celebrados en 1936 en la Berlín nazi, Hans Ertl se convirtió en el camarógrafo oficial del general Erwin von Rommel, otro de los grandes cabecillas de la Alemania de Hitler.

La paradoja del padre de Monika Ertl es que nunca se consideró a sí mismo un nazi ni jamás estuvo afiliado al partido. Sin embargo, en 1953, con el temor metido en el cuerpo a ser señalado como colaborador necesario del Tercer Reich, huyó a Bolivia, junto a su mujer Aurelia y sus tres hijas (la mayor, Monika; Heidi y Beatrix). La familia se trasladó a una finca de tres mil hectáreas cerca de la ciudad de Santa Cruz de la Sierra donde la mujer que hoy nos ocupa pasó sus primeros años de adultez y comenzó a coquetear con el comunismo y la izquierda boliviana. Esto al tiempo que su padre le trasladó su vocación detrás de las cámaras, que ella pondría en práctica en los años venideros. En 1969, con 32 años, la joven alemana de ideas revolucionarias se integró en las filas del Ejército de Liberación Nacional (ELN), brazo armado en Bolivia de la Revolución cubana. Lo hizo dos años después del fusilamiento de Ernesto ‘Che’ Guevara. Un hecho que marcaría un antes y un después en el compromiso de Monika Ertl con la lucha armada y la liberación de los pueblos.

Imilla, nombre de batalla de Monika, pronto se convirtió en una de las líderes del ELN por sus grandes habilidades a la hora de desarrollar las operaciones en el plano logístico. A pesar de no haberse desempeñado como combatiente activa dentro de la organización, en 1971 se le asignó la compleja tarea de asesinar a Roberto Quintanilla Pérez. A ojos de los cabecillas de la guerrilla, el ex jefe de Inteligencia del Ejército boliviano era el responsable de la cacería que acabó en la ejecución del Che en la Higuera, Bolivia, y el artífice de cortarle las manos para su identificación genética sin fisuras. El ELN le convirtió en su enemigo número uno y en la persona a batir para honrar la memoria del revolucionario argentino. Consciente de la diana que pesaba sobre sus hombros y temiendo por su vida, el gobierno boliviano trasladó al coronel Quintanilla a Hamburgo, Alemania, como cónsul general.

Aquí la historia se vuelve difusa porque se desconoce quién financió el viaje de Mónika Ertl a Hamburgo y cómo sorteó a las autoridades fronterizas hasta alcanzar Europa, entendiendo que era una de las mujeres más buscadas de la época. Más aún, cómo, a su llegada a la ciudad alemana, logró hacerse pasar por una ciudadana australiana y conseguir una reunión privada con Quintanilla en su despacho del Consulado.

El encuentro duró poco, a penas cruzaron un par de palabras. Cuenta la leyenda que se ha fraguad entorno a Imilla que de un momento a otro sacó un pequeño revolver Colt Cobra calibre 38 SPL de su bolso y le pegó tres tiros certeros en el pecho al cónsul. Aunque nunca se pudo probar la autoría del asesinato, Monika Ertl pasó a la historia como ‘la vengadora del Che’. Tras materializar su golpe maestro, se dice que la joven dejó tras de sí una peluca rubia, la pistola y su pequeño bolso, dentro del cual había una nota escrita a mano con la frase “Victoria o muerte. ELN”. Para la policía alemana estos objetos no dejaban lugar a dudas: Monika Ertl había perpetrado el crimen y, como tal, se inició su búsqueda y captura de la mano de los servicios secretos bolivianos y la CIA estadounidense.

La guerrillera fue localizada en 1973, en La Paz, cuando se dirigía a un piso franco del ELN en el barrio El Alto. De acuerdo con la versión de las fuerzas del orden público de la dictadura de Hugo Banzer, fue dada de baja a raíz del intercambio de disparos que se produjo durante su detención entrecomillada. Su padre denunció hasta su fallecimiento en el año 2000 que su hija había sido torturada. A su familia nunca se le hizo entrega de su cuerpo y, hasta el día de hoy, se desconoce dónde descansan los restos de la vengadora del Che.

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