Prudencia Ayala, la primera mujer que aspiró a ser presidenta de un país de América Latina

La calificaron de loca por querer los mismos derechos que los hombres de su tiempo

Una de las pocas imágenes que se tienen de Prudencia Ayala. Foto: youtube
Una de las pocas imágenes que se tienen de Prudencia Ayala. Foto: youtube

Prudencia Ayala lo tenía todo para no triunfar: mujer, indígena, pobre y madre soltera. Una combinación “errática” y perfecta para que la historia le pasara por encima, arrasara con cualquiera de sus pretensiones y le sumiera en el más estridente de los olvidos. El parte de tranquilidad es que su lucha contra lo establecido en una época donde todo jugaba en su contra se saldó a su favor. Y demos gracias. Prudencia Ayala le ganó la partida al borrado histórico, metódico y sostenido, al que han estado sujetos los logros de tantas pensadoras, políticas, científicas, literatas y un largo etcétera durante siglos. Demasiados siglos. Y es de justicia recordar a las pioneras, aunque solo sea a propósito del 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer. Prudencia Ayala lo fue, pionera con mayúsculas.

Dicen que la salvadoreña estaba loca. Lo estaba: por atreverse a cuestionar el sistema patriarcal que reduce –y todavía lo hace en mayor o menor medida– la participación femenina al ámbito doméstico, el único lugar que nos corresponde por derecho, tradición y nacimiento. Y deja de soñar, porque ahí no es. Prudencia Ayala puso su grano de arena que, en realidad, fue un desierto completo del tamaño del Sáhara, para que, a día de hoy, asumamos con total normalidad, por lo menos en Occidente, que una mujer puede presentarse a unas elecciones presidenciales con todas las garantías de la ley y ganarlas. Y, sin embargo, todavía queda un largo camino por recorrer, porque una cosa es naturalizar la aspiración y otra muy diferente es propiciar el cambio mental, económico y social que permita a las mujeres acceder a los puestos de poder en igualdad de condiciones que sus homólogos varones. De acuerdo con ONU Mujeres, solo el 11,3% de los gobernantes del mundo son mujeres. Una cifra que evidencia la trampa.

Dia de la mujer internal banner
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La primera mujer en aspirar a la presidencia de un país latinoamericano nació en el municipio de Sonzacate, El Salvador, en 1885, en el seno de una familia humilde descendiente de indígenas nahuapipiles. De casta le viene al galgo, dice el refrán. Cuando Prudencia Ayala tenía nueve años, su madre, Aurelia Ayala, participó en la Revolución de los 44, un levantamiento ciudadano contra la tiranía del general Carlos Ezeta, atrincherado en el poder desde el golpe de Estado de 1890. Prudencia tuvo en casa el mejor espejo a través del que mirarse e imaginarse. Su progenitora también le adentró en el movimiento sindicalista de la ciudad cafetera de Santa Ana, donde madre e hija trasladaron su residencia.

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Ayala hija fue una niña precoz y autodidacta por obligación, lo cual no le resta mérito alguno. Su madre le matriculó en la escuela primaria que nunca pudo terminar debido a los problemas económicos que ahogaban a la familia. Ayudó a la economía doméstica desde muy temprana edad ganándose la vida como costurera De Prudencia se sabe -y ella reconoció– que tenía poderes mágicos: era capaz de predecir grandes revelaciones futuras gracias a las “voces misteriosas” que le hablaban. Una destreza mística que le dio fama entre sus conciudadanos y le permitió adentrarse en ciertos círculos de la élite salvadoreña. Cuenta la leyenda que llegó a predecir la caída del káiser Guillermo II, el último emperador alemán.

A los 14 años, Prudencia Ayala materializó su salto al periodismo en el ‘Diario de Occidente’ con la publicación de su primer artículo. A partir de ahí, su ascenso fue imparable. El posicionamiento combativo, feminista y antimperialista estadounidense que desplegó en sus columnas se saldó con varios viajes de ida y vuelta a la cárcel. En 1920 fundó su propio diario, ‘Redención femenina’, desde donde abogó por el reconocimiento del estatus de ciudadanas de las mujeres y su derecho a ostentar cargos de poder bajo el ideario de un gobierno democrático. “La mujer ha gobernado en Europa en el sistema monárquico. ¿Qué de extraño tiene que gobierne en las Repúblicas del continente indo-latino-hispanoamericano? No es arrebatar los derechos al hombre, sino constituir la soberanía nacional en los dos sexos que forman la familia humana”, escribió en una de sus columnas.

La casualidad que evitó que la historia de Prudencia Ayala cayera en el olvido

Su desembarco en la política se produjo en 1930, cuando se presentó como candidata presidencial para liderar El Salvador. Un país donde las mujeres ni siquiera podían votar. Su atrevimiento le valió la crítica y el repudio de los sectores más conservadores y los que no lo eran. Que una mujer osara desafiar el orden “natural” de las cosas fue un escándalo de tamaña envergadura. El proyecto político de Prudencia Ayala incluía, además del sufragio universal, los derechos sindicales, la trasparecía de la administración pública y el reconocimiento de los hijos nacidos fuera del matrimonio (ella era madre de dos; la identidad del/los padres no ha trascendido, ni hace falta tampoco).

Por supuesto, ni ganó ni antes de aquello le dejaron tan siquiera intentarlo, porque su solicitud nunca fue aceptada. La Corte Suprema de Justicia desestimó su candidatura de cara a presentarse a las elecciones a pesar de su lucha incansable para que se reconociera su derecho a participar del 'juego de tronos' en las más altas instancias del poder. Tras el batacazo, la primera mujer en la historia en aspirar a la presidencia de El Salvador se retiró de la primera línea de la política y se centró en su trabajo en el seno de los movimientos sociales, ya desde un segundo plano. Murió en 1936, mucho antes de que las salvadoreñas vieran reconocido su derecho a votar en la Constitución de 1950.

Sus aportes cayeron en el olvido más miserable durante 60 años, que se dice pronto, pero es toda una vida adulta. En 1996 quiso la casualidad que uno de sus hijos viera la foto de su madre en una exposición del Museo de la Palabra y la Imagen (MUPI), en San Salvador. Tras ceder a los responsables del centro los escritos y objetos personales que atesoraba de ella, el museo reconstruyó su legado. Prudencia Ayala desafió al olvido. Y ganó.

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