50 años del asesinato de Karen Silkwood, cuya extraña muerte Hollywood convirtió en película

Se cumplen 50 años del fallecimiento en extrañas circunstancias de esta activista que inició una batalla legal contra una de las nucleares más poderosas

Undated photograph of Karen Silkwood. --- Photo by Mark Peterson/Corbis SABA (Photo by mark peterson/Corbis via Getty Images)
Karen Silkwood en una de las pocas imágenes que se tienen de ella (Photo by mark peterson/Corbis via Getty Images)Karen Silkwood en una de las pocas imágenes que se tienen de ella (Photo by mark peterson/Corbis via Getty Images)

Este año se cumplen 50 de la extraña muerte de Karen Silkwood. Quién mató a la activista estadounidense es, todavía hoy, una pregunta que genera conmoción entre quienes siguieron de cerca su trabajo e incomodidad entre quienes, dicen, orquestaron su asesinato. Su repentino fallecimiento en 1974, cuando apenas tenía 28 años, fue un escándalo en mayúsculas digno de una película de Hollywood. Tanto es así que los cabecillas de esta gran industria del cine no lo dudaron. Dicho y hecho: la vida y muerte de esta trabajadora de una planta nuclear se convirtió en taquillazo, encumbrando a una jovencísima Meryl Streep y a su compañera de reparto, Cher, que hizo historia por partida doble.

Corría la década de los 70 cuando Karen Silkwood comenzó a trabajar en una planta de preparación de combustible nuclear cerca de Crescent, en Oklahoma, propiedad de la todopoderosa compañía de gas y petróleo Kerr-McGee. La joven texana se acababa de mudar a la pequeña ciudad de apenas unos cuantos cientos de habitantes huyendo de su faceta de mujer abnegada, dedicada por entero al hogar y al cuidado de sus tres hijos. Tenía el sueño de convertirse en científica y poco le importó romper con la realidad que definía su vida en la consecución de sus anhelos más profundos. La infidelidad de su marido fue la excusa perfecta para cederle la custodia de los niños que tenían en común, hacer las maletas y marcharse.

El sueño le duró poco. Al poco tiempo de comenzar a desempeñarse como técnica de laboratorio en Kerr-McGee, se percató de una serie de dinámicas internas que no le cuadraban. Pronto identificó una violación sistemática de las normas de seguridad y medidas de protección de los trabajadores de la planta, que incluía la exposición sostenida a sustancias radiactivas que atentaba directamente contra su salud, junto con una mala gestión en el tratamiento de los residuos nucleares o, incluso, la falsificación de datos recabadas durante las inspecciones a las que se había sometido la empresa. Su corta andadura en la compañía, no le impidió poner en conocimiento del Sindicato de Empleados Atómicos (Atomic Workers Union, en inglés), al que estaba afiliada, la lista de negligencias que había documentado de forma meticulosa en apenas dos años en activo.

El caso contra Kerr-McGee llegó a los tribunales y a la Comisión de Energía Atómica de Estados Unidos, la máxima autoridad a la hora de valorar hasta qué punto la compañía era consciente de las violaciones en las que había incurrido y que jamás había reportado. Durante las investigaciones que se llevaron a cabo, se encontraron restos de plutonio en el domicilio de Silkwood, confirmando que, efectivamente, había estado expuesta a la sustancia en cantidades superiores a las legalmente aceptables. Su batalla épica contra una de las compañías más poderosas de Estados Unidos le valió a la joven sindicalista una campaña de desprestigio brutal. Kerr-McGee utilizó todas las herramientas a su alcance para desacreditarla y obligarla a desistir en su determinación de sacar a la luz sus trapos sucios que, de llegar a buen puerto, iban a costarle a la empresa miles de millones de dólares solo en concepto de indemnización a sus trabajadores.

LEER MÁS:

Todo iba bien hasta que simplemente no fue así, con el peor de los finales posibles. Karen Silkwood se dirigía a una reunión junto a su novio, Drew Stephens, periodista de ‘The New York Times’, para entregar una carpeta con pruebas que incriminaban sin lugar a dudas a Kerr-McGee. Nunca llegó a su destino. Su carro, por algún motivo que todavía hoy sigue siendo un misterio, se desvió de la carretera y se precipitó ladera abajo. La activista murió en el acto. Varios testigos que la vieron salir de su casa confirmaron que, efectivamente, la joven llevaba consigo la citada carpeta y una pila de documentos cuando se subió al vehículo. Tras el accidente, no se encontró nada, ni un solo papel. Las extrañas circunstancias que rodearon la muerte de Silkwood tuvieron un efecto impredecible: su causa recibió la atención mediática y por parte de la opinión pública que hasta entonces se le había negado. Fue un auténtico escándalo. Los abogados de la compañía, por su parte, contraatacaron sin piedad. De ella dijeron que abusaba de los somníferos y los tranquilizantes y que, si se había encontrado restos de plutonio en su domicilio, era porque los había robado con el objetivo de demostrar sus acusaciones.

La Justicia dio la razón a la Kerr-McGee en primera instancia, pero sus responsables se encontraron de frente con la familia de la joven, que personificó una dura batalla legal para depurar responsabilidades y demostrar que lo que alegaba Silkwood era cierto. Finalmente, la compañía y los seres queridos de la activista llegaron a un acuerdo millonario: estos últimos recibieron cerca de un millón y medio de dólares y los primeros evitaron que se les vinculara con su muerte.

Meryl Streep en el papel de Karen Silkwood en la película con la que Hollywood llevó la muerte de la activista a la gran pantalla.  (Photo by ABC Photo Archives/Disney General Entertainment Content via Getty Images)
Meryl Streep en el papel de Karen Silkwood en la película con la que Hollywood llevó la muerte de la activista a la gran pantalla. (Photo by ABC Photo Archives/Disney General Entertainment Content via Getty Images)

La gran gesta de Cher en el papel de la mejor amiga de Karen Silkwood

La historia de Karen Silkwood se llevó a la gran pantalla en 1983, nueve años después del fatal desenlace y bajo el título de ‘Silkwood’. En el papel de la técnica de laboratorio, Meryl Streep, quien bordó esta dramatización que, en gran medida, gira entorno al supuesto asesinato. La cinta, dirigida por Mike Nichols, logró una gran acogida en taquilla, triplicando su coste inicial, y también de la crítica. Consiguió cinco nominaciones a los Oscar, entre ellos, el de Mejor actriz de reparto que puso a Cher en lo más alto del escalafón hollywoodiense.

La cantante, que interpreta a Dolly Pelliker, amiga íntima de la protagonista, se convirtió en la primera mujer en la historia de estos galardones en ser nominada por un papel lésbico. No se lo llevó, pero sentó las bases para propiciar un cambio de paradigma en la meca del cine. Dos años después, William Hurt se convirtió en el primer actor en hacerse con una estatuilla por dar vida a un personaje LGTBI en ‘Kiss of the Spider Woman’. El resto es historia.

TAMBIÉN TE PUEDE INTERESAR | EN VIDEO

"La humanidad no puede sobrevivir a una secuela de Oppenheimer", advierte el jefe de la ONU