Mítikah, la lujosa y más alta torre de la Ciudad de México que genera indignación

Proyecto Mitikah con la la torre más grande de la Ciudad de México.
FOTO: GALO CAÑAS/CUARTOSCURO.COM
Proyecto Mitikah con la la torre más grande de la Ciudad de México. FOTO: GALO CAÑAS/CUARTOSCURO.COM

El complejo comercial Mítikah ha provocado una ola de indignación entre muchos de los habitantes de Ciudad de México. La inauguración de la Torre intensificó las denuncias que pesan sobre este proyecto inmobiliario. Tala de árboles, acusaciones por invasión al pueblo de Xoco y señalamientos de consumo de agua desproporcionado son algunos de los motivos que han hecho estallar de ira de los habitantes cercanos. Las manos apuntan con furia hacia un complejo comercial que tardó catorce años en ver la luz y tuvo un costo estimado de 22 mil 500 millones de pesos..

Mítikah comenzó a construirse, en términos reales, en el año 2009, aunque el proyecto había sido formalizado desde 2008. Luego de ese arranque, enfrentó una suspensión de tres años por no contar con los permisos necesarios para proseguir su construcción. Una vez superada esa traba, el complejo avanzó en su primera fase, la cual contempló una torre residencial de 65 pisos, una plaza comercial, un hospital y otra torres con 11 pisos para consultorios médicos. El propietario de esta construcción es Fibra Uno, fideicomiso de bienes raíces cuyos propietarios afrontan acusaciones de la Unidad de Inteligencia Financiera por presunto lavado de dinero y fraude fiscal.

Plaza Mitikah en las inmediaciones de Coyoacán. 
FOTO: TOMAS ACOSTA / CUARTOSCURO.COM
Plaza Mitikah en las inmediaciones de Coyoacán. FOTO: TOMAS ACOSTA / CUARTOSCURO.COM

Durante los últimos años se han registrado diversas protestas colectivas en contra de esta construcción. En 2018, el complejo fue denunciado por cometer delitos ambientales. Se suponía que debía afrontar una suspensión. El entonces jefe de Gobierno de la Ciudad de México, José Ramón Amieva, dijo que los señalamientos no podían ser comprobados. El proceso de construcción continuó.

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El 19 de marzo de 2019, la jefa de gobierno actual Claudia Sheinbaum había anunciado que la construcción de la torre más alta del continente debía ser suspendida porque “la Seduvi (Secretaría de Desarrollo Urbano y Vivienda) en su análisis determinó que, en términos de agua, de movilidad era suficiente lo que ya se estaba planteando para que todavía muchas más personas vivieran en este sitio”. De acuerdo con los pobladores, este complejo comercial requiere de cinco millones de litros de agua diarios.

Los pobladores de Xoco se han quejado constantemente de que no hubo una consulta para aprobar la construcción. (Guillermo Diaz/SOPA Images/LightRocket via Getty Images)
Los pobladores de Xoco se han quejado constantemente de que no hubo una consulta para aprobar la construcción. (Guillermo Diaz/SOPA Images/LightRocket via Getty Images)

Los reclamos se intensificaron a partir de ese mismo año, pues fue en 2019 cuando se presentó uno de los incidentes que más indignación han provocado: la tala de 54 árboles en la avenida Real de Mayorazgo. En ese momento, los habitantes de Xoco denunciaron que la edificación de Mítikha se llevó a cabo sin respetar el 345 bis del Código Penal de la Ciudad de México, el cual prohíbe la tala de árboles en espacios urbanos.

Otro de los constantes reclamos tiene que ver con el caos vial que viene acompañado de esta apertura, pues sostienen que la construcción conllevó implícitamente la privatización de la calle Mayorazgo.

Proyecto Mitikah con la la torre más grande de la Ciudad de México.
FOTO: GALO CAÑAS/CUARTOSCURO.COM
Proyecto Mitikah con la la torre más grande de la Ciudad de México. FOTO: GALO CAÑAS/CUARTOSCURO.COM

Por su parte, el complejo se ha justificado diciendo que “el pozo (de Mítikah) está equipado con instalaciones complementarias como un cuarto de máquinas, cuarto de cloración, subestación eléctrica y sanitario para el operador. El pozo permite alimentar el abastecimiento de agua para mejorar las condiciones de Xoco. SACMEX es el responsable de operarlo".

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La voracidad inmobiliaria de la Ciudad de México ha demostrado no tener límites. Lo peor de este y de todos los casos similares es que todas las protestas parecen insuficientes: las empresas constructoras gozan de plena libertad para hacer lo que quieran y obtener ganancias millonarias. Todo, por un pretendido lujo que solamente unos cuantos pueden pagar. Y, claro, al anzuelo de pasar unas horas en los negocios comerciales que nunca faltan en lugares como este.

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