México no necesita instituciones, pues tiene un 'dios' como presidente... al menos eso piensa AMLO
La gira del presidente Andrés Manuel López Obrador continúa. No faltan las conferencias de prensa mañaneras y tampoco las ocurrencias fingiendo que pierde la memoria para descalificar instituciones que han demostrado su utilidad pública, como es el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (CONAPRED).
En la conferencia de prensa que llevó a cabo en Pachuca, el presidente López Obrador comentó que apenas se había enterado que existe el CONAPRED y eso había sido por la polémica en la que intervino su esposa Beatriz Gutiérrez Müller, quien cuestionó que se hubiera invitado al comediante Chumel Torres a un foro organizado por ese organismo.
Al presidente López Obrador se le ocurrió que hay que desaparecer al CONAPRED y que las funciones de combate al racismo y la discriminación que cumple, las lleve a cabo la Secretaria de Gobernación.
Según López Obrador los fideicomisos, que también quiere desaparecer, y organismos como el CONAPRED fueron creados para simular soluciones a problemas ancestrales y para recibir un gran presupuesto.
No es la primera y posiblemente no será la ultima institución cuestionada por López Obrador que en su discurso insiste en plantear que todo lo anterior a su “iluminada” llegada al poder está mal.
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No es posible que los gobernantes antes de él, como dijera Enrique Peña Nieto, se levantarán todos los días pensando en cómo “joder” al país. Seguramente algo hicieron bien, como por ejemplo haber realizado la reforma política y llevar a cabo la legislación que garantiza el derecho a la información y la expresión, que permitieron que hoy López Obrador esté arriba del poder sufriendo un gran mareo y reeditando la presidencia imperial que caracteriza al poder en México.
Ocurrencias como desaparecer a capricho instituciones con el argumento de que implican un enorme gasto para el país estarían justificadas si en verdad el combate a la corrupción estuviera dando frutos.
El buen deseo de combatir las malas prácticas se derrumba cuando vemos que el gobierno de López Obrador no gasta con sabiduría el dinero que se le ha confiado y que prácticas de corrupción, como la asignación directa de contratos a empresas que habían sido señaladas como corruptas, se sigan otorgando, ahora bajo la sombra de la 4T.
No parece que la preocupación del presidente sea el combate al racismo y la discriminación, lacras que nos persiguen desde hace siglos; el discurso de López Obrador apunta hacia su idea de acumular recursos financieros para destinarlos a sus “políticas sociales” (y sus ‘obras magnas’) y con esta consideración, qué política social es más relevante que el combate al racismo y la discriminación que millones en México padecen.
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No es cierto que todo lo hecho antes por los gobiernos estuvo mal: eso equivale a pensar que el gobierno de López Obrador todo lo hace bien y la experiencia de los primeros 18 meses de gobierno nos dicen que no.
En el espectro de la realidad existen problemas que el presidente no ha querido atender, como si volteando hacia otro lado desaparecieran. La violencia contra las mujeres es una realidad que se ha recrudecido con la pandemia, pero López Obrador insiste en que todo está bajo control y que ante algún riesgo de violencia intrafamiliar las mujeres deben contar hasta diez.
No es cierto que la letalidad del COVID-19 va en descenso por más que en su discurso López Obrador, en su prisa por salir a su campaña permanente de propaganda por el país, diga que ya aprendimos a cuidarnos, lo que implica que somos responsables de nuestra salud, y si somos contagiados, somos responsables de nuestra enfermedad y muerte.
Los problemas no se solucionan desapareciendo instituciones especializadas, como el CONAPRED. Aunque diga que no la conoce, sabe de su importancia social, pero ahora le conviene tomar los recursos financieros que se le destinan y pasar sus funciones a la Segob. Justo como lo hace quien ejerce el poder de manera autoritaria.
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Según el presidente López Obrador su ocurrencia de desaparecer al CONAPRED va a ser analizada y se pondrá a debate: “Vamos a analizar a ver qué me dice la gente”.
De llevarse a cabo su consulta a la gente la imaginamos a mano alzada, lo que significa, a la vista de todos, una gran simulación. Una agresión al marco legal, pero eso no importa si antes Ya Sabes Quién mandó al diablo a las instituciones.
Son las instituciones del diablo y por eso todo está mal y solo él tiene la palabra y la verdad. Es Mejor que Dios. ¿Quién le dice no al presidente?
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