Lisandro Martínez: el campeón del mundo que resistió como un “carnicero” el demoledor ataque del City y se consagró en Manchester United
Lisandro Martínez tiene 26 años, nació en Gualeguay, jugó en Newell’s, Defensa y Justicia y Ajax, hasta que aterrizó en Manchester United. Lo adoran en Inglaterra, destroza la teoría de la enemistad eterna entre argentinos e ingleses, al menos, sobre el campo de juego.
El fútbol es otro asunto: las emociones suelen estar a entera disposición. “¡Argentina, Argentina!”, le cantan. Ahora, que sale campeón doméstico. O cuando regresaba después de una eterna lesión.
Imposible no conmoverse, en el corazón de Londres, en la Catedral del fútbol. Lo llaman el “carnicero”, por su salvaje manera de defender lo propio. Al límite, con alma y vida. Lisandro Martínez es campeón, otra vez, bajo el calor del rojo fuego del United.
Y es, sobre todo las cosas, un campeón del mundo.
Manchester United conquistó la 13ª Copa de Inglaterra, la clásica FA Cup, al sorprender a su vecino Manchester City en un eléctrico 2 a 1, en un encuentro celebrado este sábado en Londres.
Los Diablos Rojos, de deslucida temporada, lograron una plaza para la próxima Europa League, respaldados en el coraje de Lisandro, que anuló a Erling Haaland, el mejor 9 mundial.
Lo hizo con garra, presencia y convertido en mariscal. Apoyado en Raphael Varane, codo a codo, resistió todo lo que pudo enfundado en la piel del gigante, que solo dispuso del balón un 27 por ciento.
Esta vez, Wembley fue el teatro de los sueños del United apoyado en los tantos en la primera mitad de Alejandro Garnacho, su amigo y colega, cada día más “argentino” y de Koobie Mainoo, ambos de 19 años. Todo un símbolo. El belga Jeremy Doku descontó en el final para decorar el resultado.
“Estoy muy emocionado. No fue una temporada buena, no fue lo que esperamos, pero festejamos esta copa, que también es importante. Tuve una temporada con muchas lesiones, que nunca me había pasado, pero sé que nunca me tengo que dar por vencido. Por mi mentalidad, no me va a parar nadie”, exclama Lisandro, con la medalla colgada en el cuello. Bajo el calor del “¡Argentina, Argentina, Argentina!”, tiempo después de comportarse como un auténtico caudillo.
Cuenta la crónica que todo empezó a romperse a partir de un blooper protagonizado por Josko Gvardiol a los 30 minutos del primer tiempo. Un pelotazo largo y cruzado de Diogo Dalot buscó a Alejandro Garnacho, que corrió habilitado a la par del croata.
El defensor quiso jugar de cabeza hacia su arquero, pero Ortega Moreno había salido apresuradamente. El balón sobró al guardavallas español y Garnacho aprovechó para convertir el 1 a 0.
Superado el éxtasis del grito de gol, Garnacho se quedó unos minutos frente a los hinchas Citizens y se besó el escudo de los Diablos Rojos. Al ver esta secuencia, Lisandro Martínez acudió inmediatamente y lo sacó del centro de la escena para evitar conflictos.
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Más tarde fue creciendo la impaciencia y la impotencia de los futbolistas de Manchester City. Algo que quedó expuesto a los 26 minutos del segundo tiempo, cuando Erik Ten Hag decidió reemplazar al argentino (por Jonny Evan, de 36 años).
El campeón del mundo no tuvo ningún apuro en salir y, pese a la indicación del árbitro, se fue caminando con ritmo cansino. En el camino, primero, se cruzó con Doku, que le hizo gestos para que se apurara, a lo que el defensor de la selección contestó con un manotazo. Llegó presuroso el capitán ciudadano, Kyle Walker, con vehementes señales de que se retirara. Entonces, se sacaron chispas.
Afuera Licha Martínez pero antes... un picante cruce con Walker.
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Volvió a jugar hace diez días. En la victoria ante Newcastle United por 3-2 en la Premier League. Se recuperó de las lesiones (sobre todo, en el pie izquierdo) que lo marginaron buena parte de la temporada, saltó al campo de juego a diez minutos del cierre y fue ovacionado por los fanáticos en Old Trafford.
“Tomo como aprendizaje haber atravesado tantas lesiones. Yo vengo bien de abajo. Si hay algo que me inculcó mi familia es que nunca me tengo que dar por vencido”, insiste.
EL INFIERNO, ENCANTADOR: locura total de Licha Martínez con ten Hag tras ganar la FA Cup.
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“No me va a parar nada ni nadie. Esa es la personalidad que hay que tener: aceptar y seguir. Y ahora a pensar en la Copa América”, se entusiasma. Apenas terminada la batalla, toma de asalto a Erik ten Hag, lo abraza y lo levanta como si fuera un niño. Algo así como la plenitud.
“Esto es increíble. Nadie creía en nosotros, pero somos un equipo y estamos unidos”, se suma a la celebración Garnacho, compinche de Lisandro, a tal punto que lo considera “como un padre”. El mariscal suma dos medallas en el United. La anterior vuelta olímpica fue por la Copa de la Liga, versión 2023. Sin embargo, siempre hay algo más importante. Algo más profundo.
“Para ser honesto, es algo muy emotivo para mí, porque estoy en uno de los mejores clubes del mundo. En este estadio, el ambiente es increíble. Cuando escuché a la gente cantar ‘Argentina, Argentina’... Quise llorar. Porque se me cruzaron muchos momentos por la cabeza. Mis comienzos fueron muy duros. Pensé en mi mamá, mi papá, mi novia, mis hermanas... Esto es para mi abuelo, mi abuela, que ya no están conmigo, pero siento su amor”, reconoció hace un tiempo.
Pensar que años atrás, algunos especialistas dudaban de su prestancia con una altura de 1,75m: al menos, 10 centímetros menos de lo que devuelven los manuales.
“Yo quiero seguir mejorando todo. No hay un límite. Si yo quiero saltar más alto, tengo que trabajar para eso y seguir y seguir. Me quedo con el trabajo en silencio día a día”, contaba.
Y no toma mal el apodo, aquello del cuchillo sobre una mesa, dispuesto a cortar hasta el fondo de las entrañas, si es necesario.
Lo mejor del clásico de Manchester
Lo contó tiempo atrás, en una charla con The Mirror. “Tienes que ser inteligente. Es duro, muy duro. A veces quiero matar a los rivales, pero también hay que controlarse. Creo que es nuestra cultura de Argentina. Siempre somos así, somos apasionados.
Cuando era niño, recuerdo que cuando era muy joven, cuatro o cinco años, comencé a pelear y lloraba cuando perdía, así que es algo que tenemos en la sangre, en el corazón, es nuestra cultura. El fútbol, para nosotros, lo es todo, por eso siempre lo damos todo...”.
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