Las cifras son apabullantes: vivimos una verdadera pandemia de miopía

Pero hay salida y Taiwán es el ejemplo a seguir

Grupo de colegas con gafas en la oficina (Foto:Getty)
Grupo de colegas con gafas en la oficina (Foto:Getty)

En el año 2015 la Revista Nature publicaba un inquietante artículo con un título simple pero muy directo: El boom de la miopía, un problema de visión que se está extendiendo con rapidez por todo el mundo y que ya en aquel momento se ganó el calificativo de epidemia global de miopía. Las cifras que se ofrecían en aquel año ya eran sorprendentes, sobre todo entre la gente joven. En Europa y Estados Unidos la miopía afecta ya al 50 % de las personas menores de 19 años, mientras que ese porcentaje se eleva de manera desconcertante en algunos países de Asia, como Taiwan, Singapur o China. Hace sesenta años, entre el 10 % y el 20 % de la población china era miope, hoy en día esa cifra ha crecido hasta alcanzar al 90 % de los adolescentes y jóvenes adultos. Pero el récord mundial lo encontramos en Seúl, capital de Corea del Sur, donde hasta el 96,5% de los hombres de 19 años sufren miopía.

La mitad de los jóvenes de Europa y Estados Unidos sufre de miopía mientras que en muchos países asiáticos, como China o Taiwan, el porcentaje alcanza el 90% | Nature
La mitad de los jóvenes de Europa y Estados Unidos sufre de miopía mientras que en muchos países asiáticos, como China o Taiwan, el porcentaje alcanza el 90% | Nature

Han pasado casi diez años desde aquella publicación en Nature y las cifras siguen siendo apabullantes. Hace tan solo unos días la célebre Wired ofrece una revisión del asunto bajo el título “El mundo se está quedando ciego” con una advertencia clara: “De seguir así, para 2050 la mitad de la población mundialnecesitará gafas, lentes de contacto o incluso cirugía”.

La miopía es un defecto de refracción en nuestra visión que deriva en dificultades para enfocar correctamente los objetos lejanos que se muestran borrosos y con poca definición. Aunque existen enfermedades que pueden desencadenarla, su origen es mayoritariamente genético transmitiéndose de padres a hijos. Sin embargo, durante los últimos años, numerosos estudios científicos han demostrado que existen factores desencadenantes más allá de la genética. El tiempo que pasamos en el exterior y las horas de luz natural son elementos decisivos que influyen en esta pandemia de miopía.

Número de casos (en millones) y prevalencia esperada para 2050 | Holden et al (2016)
Número de casos (en millones) y prevalencia esperada para 2050 | Holden et al (2016)

La estrecha relación entre luz natural y miopía

Un estudio realizado en 1990 encontró que los adolescentes en Israel que asistían a escuelas conocidas como “Yeshivas” donde pasaban horas y horas estudiando textos religiosos mostraban tasas de miopía mucho más altas que los estudiantes en otras escuelas donde pasaban más tiempo al aire libre y menos horas en las aulas leyendo. En la actualidad sabemos que la clave está en la dopamina, un neurotransmisor presente en infinidad de funciones del sistema nervioso. A este respecto resulta fundamental un revelador estudio realizado en el Institute for Ophthalmic Research de la Universidad de Turingia en Alemania en el que utilizando pollos recién nacidos se les expuso a diferentes niveles de luz durante 15 minutos diarios. Tras pasar algunos días, los pollos expuestos a la luz natural presentaban un 40% menos de miopía que el grupo que había sido expuesto a luz artificial.

Pero hubo un momento, a nivel mundial, en el que la falta de luz natural y el aumento de la miopía se hizo evidente: el confinamiento durante la pandemia de COVID-19. El año pasado, el Departamento de Oftalmología de la Universidad de Hong Kong publicó un exhaustivo análisis sobre el incremento de miopía y los cambios en el estilo de vida entre escolares durante la pandemia. En las conclusiones se afirma que el tiempo dedicado a actividades al aire libre disminuyó (de 1,27 horas/día a 0.90 horas/día) mientras que el tiempo frente a una pantalla aumentó de 2.45 horas/día a 6.89 horas/día, lo que según los autores supuso “un aumento potencial en la incidencia de miopía” a la vez que lanzaban una advertencia clara: “Nuestros resultados sirven para advertir a los profesionales de la visión, y también a los responsables políticos, educadores y padres, que se necesitan esfuerzos colectivos para prevenir la miopía infantil”.

¿Qué dicen los expertos?

Contactamos con Conchi Lillo, doctora en Neurociencias por la Universidad de Salamanca e investigadora en el área de neurobiología de la visión en el Instituto de Neurociencias de Castilla y León. "Tenemos asumido que el desarrollo de la miopía (especialmente en niños) está directamente relacionado con el uso excesivo de pantallas (eso ahora, antes era con la lectura). Se piensa que hay una correlación directa entre este esfuerzo visual de cerca y el aumento de la miopía, pero esta correlación no se ha demostrado, y como ya sabemos por otros ejemplos, correlación no siempre implica causalidad", explica la neurocientífica.

"Lo que sabemos ahora es que las pantallas y los libros no son los causantes directos de este aumento, sino más bien sus cómplices, al mantener a los niños apartados de la luz natural (solar). Los estudios concluyen que la luz violeta de alta energía procedente del sol influye en el desarrollo normal del crecimiento del ojo (un ojo miope es más largo de lo normal), al favorecer la secreción de dopamina por algunas células de la retina, que parece inhibir ese crecimiento anormal del ojo (aunque aún se desconoce el mecanismo molecular subyacente de este fenómeno). Los ensayos con animales de experimentación y con humanos así parecen corroborarlo. Los filtros no sirven de nada, en realidad la mejor recomendación para reducir estos signos es parpadear frecuentemente y tomarse descansos siguiendo la regla del 20/20/20. Es decir, cada 20 minutos tomarse 20 segundos de descanso y mirar (y tratar de enfocar) un objeto a 20 pies de distancia (6 metros). Si es a través de la ventana y con luz del sol, mejor", afirma Lillo.

El caso de Taiwán como ejemplo a seguir

El artículo de Wired nos muestra a Pei-Chang Wu, un cirujano especialista en visión con décadas de experiencia en el Hospital Memorial de Kaohsiung, al sur de Taiwán. Cuando Wu comenzó su carrera quirúrgica, a finales de los años noventa, la mayoría de sus pacientes tenían entre sesenta y setenta años. Pero a mediados de la década de 2000, empezó a notar un cambio preocupante. Las personas en su mesa de operaciones cada vez eran más y más jóvenes. En aquellos años la tasa de miopía entre los jóvenes taiwaneses de 15 años había aumentado al 74 % y siguió aumentando hasta llegar a nuestros días donde ya alcanza el 90 %.

Conscientes del grave problema al que se enfrentaban, las autoridades de Taiwan lanzaron un programa nacional, llamado Tian-Tian 120, que insta a los niños a pasar al menos 120 minutos al aire libre cada día. Los resultados fueron inmediatos e impresionantes. Después de años de tendencia al alza, la prevalencia de la miopía entre los niños de escuela primaria taiwaneses alcanzó su punto máximo en 2011 con un 50 por ciento, y luego comenzó a disminuir. En unos pocos años, estaba en el 46,1 por ciento… pero luego llegó la COVID y “toda una generación de niños quedó atrapada en el interior durante meses seguidos. Los estudios muestran que en China, Turquía, Hong Kong y la India, la miopía empeoró durante los confinamientos por el Covid. Taiwán no fue la excepción.

Aun así, ya sabemos el camino a seguir. Salir de nuestras pantallas y televisores, de nuestros cuartos oscuros de videojuegos, de nuestros despachos cerrados con fluorescentes en el techo… salir, mirar, enfocar y volver a la luz.

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Referencias científicas y más información:

Amit Kutwala “The World Is Going Blind. Taiwan Offers a Warning, and a Cure” Wired (2023)

Elie Dolgin “The Myopia Boom” Nature (2015) DOI:10.1038/519276a.