Así se aprovechó Jeffrey Epstein de la vulnerabilidad de sus víctimas y de la debilidad de Ghislaine Maxwell

Víctimas de Jeffrey Epstein: Sarah Ransome, Virginia Roberts Giuffre y Marijke Chartouni.  Getty Images.
Víctimas de Jeffrey Epstein: Sarah Ransome, Virginia Roberts Giuffre y Marijke Chartouni. Getty Images.

Con un chasquido, Jeffrey Epstein consiguió aquello que se propuso, y con otro, perdió su libertad y su vida hace menos de un año tras su encarcelamiento y aparente suicidio en la prisión de alta seguridad, Metropolitan Correction Centre de Nueva York. Eso es lo que cuenta la versión oficial, otra cosa es lo que barruntan otras corrientes de opinión que piensan que había mucha gente con poder en su entorno que prefería verle muerto antes que salpicados por haber formado parte de la red de prostitución de menores.

El rastro de víctimas que Epstein dejó tras de sí se cuentan por docenas y todas ellas fueron reclutadas a través de una red piramidal en la que Ghislaine Maxwell resultó clave. Fue la novia y confidente durante décadas de este magnate pedófilo catalogado como narcisista, manipulador y extremadamente inteligente. Según varias víctimas, ella fue la encargada de mover los hilos de esta trama elaborada para el placer del neoyorquino y de su círculo de influencia. Tildada como la madame de la red y tras ser detenida la semana pasada en New Hampshire, este lunes fue trasladada a Nueva York para hacer frente a una acusación federal en la que se le atribuyen seis delitos que le tendrían 35 años entre rejas: incitar a menores a viajar para participar en actos sexuales, transporte de chicas con menos de 18 años de edad con el fin de llevar a cabo actos sexuales, dos acusaciones de conspiración y dos de perjurio. Las investigaciones establecen que Maxwell habría convencido a menores de edad para que formaran parte del círculo de chicas a la carta, las cuales, en algunos casos tenían 14 años de edad.

¿Cómo una mujer como Maxwell, criada en los ambientes más exclusivos de París y Nueva York acabó siendo la segunda de abordo de este entramado pederasta? ¿En qué punto una persona pierde su juicio de una manera tan insensible?

Ghislaine Maxwell puede ser condenada a 35 años de prisión por liderar la trama de abusos sexuales. Getty Images
Ghislaine Maxwell puede ser condenada a 35 años de prisión por liderar la trama de abusos sexuales. Getty Images

Esta niña bien que arruinó la vida de tantas jóvenes complacientes - ahora adultas dispuestas a luchar por lo suyo - es catalogada como un monstruo con piel de cordero, excelente persuasora, divertida y con un áurea que generaba confianza en las jóvenes. Sin embargo, bajo la capa de su carácter extrovertido e incluso más allá de la maldad de sus actos, muchos ven en ella a la primera de tantas víctimas de Epstein.

Maxwell perdió a su padre de manera dramática en 1991 después de que muriera ahogado en las Islas Canarias. Como Epstein, también tenía muchos enemigos y surgieron especulaciones sobre si su fallecimiento fue o no un accidente. Robert Maxwell fue un judío ortodoxo que pasó de crecer en la pobreza en Checoslovaquia a erigirse como un lascivo magnate de la comunicación y un defraudador capaz de apropiarse del plan de pensiones de sus empleados. Su fallecimiento afectó a Maxwell, quien no sólo perdió a su padre, sino a su referencia vital. Tras la tragedia, se mudó a Nueva York y allí conoció a Epstein, cuya personalidad acaparadora cautivó a la recién llegada a la Gran Manzana. Ambos caracteres se complementaron a la perfección: el neoyorquino se convirtió en el pilar que le faltaba y ella fue esa figura bien conectada, moldeable y necesitada, perfecta para un ególatra de su calado.

Esa tónica se repitió a lo largo de la vida de Epstein y fue así como institucionalizó de manera efectiva el modus operandi de su red particular, ejecutada en lugares tan diversos como Nueva York, Palm Beach, Los Ángeles, Londres, Nueva México, su isla privada en Islas Vírgenes o París. Así construyó una pirámide de chicas que se dedicaban a reclutar a nuevas víctimas menores de edad con el mismo gancho: dinero fácil, formar parte de una sociedad de élites inaccesible, viajes soñados y la oportunidad de labrarse un futuro a cambio de realizar ‘masajes’ a Epstein y a sus amistades. Todas tenían algún sueño que Epstein podía hacerlas cumplir, alguna circunstancia vital de debilidad que las obligara a escapar al mundo del millonario que acabaría convirtiéndose en un infierno de abusos sexuales.

Virginia Roberts Giuffre fue una de las víctimas más cercanas a Jeffrey Epstein. Getty Images
Virginia Roberts Giuffre fue una de las víctimas más cercanas a Jeffrey Epstein. Getty Images

Virginia Giuffre nació en Sacramento, California, y con cuatro años de edad su familia se mudó a Palm Beach, Florida. Con 17 años se convirtió en una de las chicas preferidas de Epstein tras conocer a Maxwell en un spa de Mar-a-Lago, propiedad de Donald Trump. Giuffre sufrió abusos sexuales e incluso se escapó de casa antes de caer en las garras de la trama sexual. Otra de las víctimas que cumplía con los requisitos de vidas truncadas fue Jennifer Araoz, quien tenía 15 años de edad y muchos sueños por cumplir cuando fue reclutada por el pederasta y su séquito.

“Me robó la oportunidad de sentir el amor porque durante años estuve asustada y no me fiaba de nadie. Sufrí de ansiedad”, afirmó Araoz.

A Teala Davies, Epstein le prometió un curso de traducción en España a cambio de favores sexuales con tan solo 17 años de edad. Courtney Wild provenía de una familia inestable y con 14 años de edad y todavía con aparatos de corrección se convirtió en una de las víctimas más solicitadas por el neoyorquino en su mansión de Palm Beach. Y así, los casos se repiten. Una joven que huyó de casa con 13 años de edad al presenciar la muerte de su hermanastro a manos de su padrastro y acabó siendo reclutada por Epstein, otra que sufrió abusos desde niña…

De esta manera, Epstein, convirtió sus enfermizos sueños sexuales en realidad. Usando la misma estrategia de manipulación y creyendo que compraba con dinero la voluntad de unas menores confundidas y cegadas, cuando lo que hacía en realidad era destrozarles la vida y acercarse a al abismo. El denominador común del financiero fue el de persuadir a jóvenes que en su mayoría tenían vidas marcadas por las necesidades económicas, las drogas, los abusos familiares o, incluso, la indigencia. Según se desprende de los autos y las declaraciones de sus víctimas, muchas de ellas residían en zonas de menor poder adquisitivo a escasos kilómetros de las mansiones del multimillonario. Epstein supo a la perfección a quién persuadir para mostrarle dónde debía encontrar a sus chicas, cómo ganarse su confianza y manipularlas hasta hacer lo que él deseaba.

Ahora, Maxwell está en el punto de mira tras ser descrita por varias afectadas y testigos como la jefa de la red.

“Fue la encargada de orquestar todo para Jeffrey”, señaló en una entrevista Sarah Ransome, otra de las jóvenes que se vieron involucradas en la trama sexual y que también provenía de una familia inestable.

Maxwell fue la que generaba confianza y normalizaba la situación con las jóvenes, la que en alguna ocasión se llegó a desnudar y a mostrar qué tipo de masajes le gustaban a Epstein, cómo había que satisfacerle. No fue la única, ya que ella se encargó de convencer a otras menores para que expandieran la zona de acción.

Bajo Maxwell se encontraba Sarah Kellen, quien fue tildada como “la lugarteniente”. Según víctimas y testigos, ella llevaba el listado con los nombres y contactos de las chicas, las transportaba al interior de su mansión de Palm Beach y las llevaba a la sala de “masajes”. Lesley Groff, asistente ejecutiva de Epstein, también ha sido señalada como una de las organizadoras de los encuentros y Nadia Marcinkova, exmodelo y participante en algunos de los abusos, fue denunciada por una chica de 16 años por entrar desnuda durante uno de los masajes a Epstein, quien ofreció a la menor 200 dólares si practicaba sexo oral con la eslovena. Ellas eran las responsables según los autos judiciales de ejecutar las órdenes de Epstein, y bajo ellas… las víctimas, quienes, desafortunadamente, no han satisfecho sus ganas de ver al que fue su depredador sexual entre rejas el resto de su vida.

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