El planeta Dune podría ser real
Una simulación climática afirma que Arrakis es factible
Hace tan solo unos días se ha estrenado la segunda parte de la épica saga de «Dune», el gran proyecto cinematográfico del director Denis Villeneuve basado en las novelas de Frank Herbert. Tanto el público como la crítica están siendo unánimes y valoran esta nueva cinta como una de las mejores películas del año. Por otro lado, y cada vez que aparece una historia de ciencia ficción, uno de los hobbies más divertidos de muchos científicos y divulgadores es comprobar hasta qué punto es real y riguroso lo que ocurre en la pantalla desde un punto de vista estrictamente científico. Todos hemos visto en el cine muchas películas que se saltan con descaro las leyes físicas como «Star Wars» y sus grandes explosiones en el espacio (donde no el sonido no podría propagarse), como «The Core» con enormes témpanos de hielos que se hunden en el fondo del océano (a pesar de que en realidad debería flotar) o como la película «Armageddon» en la que la propia NASA llegó a enumerar hasta 168 errores básicos.
El primer exoplaneta fue descubierto a principios de la década de los ’90 y en la actualidad conocemos ya más de 5.000 mundos extraterrestres diseminados por toda nuestra galaxia pero, cuando se publicó «Dune», en 1965, su existencia tan solo era una idea teórica en la mente de astrofísicos y un puñado de amantes de la incipiente ciencia ficción moderna. De esta manera, llegamos a Arrakis, el desértico planeta que Herbert imaginó hace ya casi 60 años y a un grupo de investigadores de la Universidad de Bristol (Reino Unido) que, mitad por diversión y mitad por curiosidad científica, quisieron descubrir si un mundo así sería posible según las leyes físicas y climáticas.
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El equipo de Alex Farnsworth está especializado en la construcción de modelos de simulación climática y, siguiendo las características de Arrakis en el libro, publicó en Climate Archive una completa simulación de la evolución de su clima y de cómo pudo convertirse un planeta verde y fértil en un mundo cubierto completamente por un desierto.
El planeta Arrakis es posible
Desde la aparición del libro, y a lo largo de todas estas décadas, los fans de la saga Dune han recopilado una ingente cantidad de datos e información que Herbert publicó sobre el planeta Arrakis, e incluso existe toda una «Enciclopedia Dune». Los investigadores averiguaron todo lo necesario para realizar un modelo climático computerizado: topografía del planeta, órbita o incluso la composición de su atmósfera (similar a la de la tierra pero con menos dióxido de carbono y mucho más ozono). Con toda esta documentación, el siguiente paso era esperar…
“Los modelos complejos tardan tiempo en dar resultados, en este caso más de tres semanas”, explica Farnsworth en The Conversation. “Necesitábamos un enorme superordenador que fuera capaz de procesar los cientos de miles de cálculos necesarios para hacer una simulación del clima de Arrakis. Sin embargo, lo que obtuvimos hizo que la espera valiera la pena”.
Los resultados indicaban que un planeta como Arrakis es posible siguiendo las leyes físicas y climáticas que conocemos, aunque tendría algunas variaciones respecto a las ideas de Herbert. El autor no sólo creó un rico mundo de fantasía, sino que también construyó un planeta plausible. “Según la simulación climática, durante los meses más cálidos en los trópicos se alcanzarían temperaturas cercanas a los 45 °C, aunque en las regiones más frías la temperatura bajaría mucho más de lo pensado. Las temperaturas más extremas, sin embargo, se daban en las latitudes medias y en las regiones polares. Allí, durante el verano, las temperaturas podían alcanzar los 70 °C en la arena (algo que también se sugiere en los libros). Y los inviernos serían igualmente extremos, con temperaturas de -40 °C en las latitudes medias y de -75 °C en los polos”.
Otra diferencia importante sería la lluvia. “En los libros se afirma que en Arrakis no llueve. Sin embargo, nuestro modelo sugería que se podían registrar pequeñas precipitaciones en latitudes altas y exclusivamente en mesetas y zonas montañosas, aunque solo en verano y otoño. Por otro lado, dependiendo de la estación, habría algunas nubes tanto en los trópicos como en las latitudes polares”.
¿Podría un ser humano sobrevivir en Arrakis?
La respuesta es sí. La tecnología de los fremen y su adaptación al riguroso clima de Arrakis hace que la propuesta de Herbert sea también posible... aunque no sería fácil. “Las ciudades de Arrakeen y Carthag sufrirían los efectos tanto del frío como del calor. Sería como una versión extrema de ciertos lugares reales de Siberia, que pueden sufrir veranos extremadamente cálidos e inviernos brutalmente fríos”… duro, pero habitable.
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La decepción llega cuando analizamos los gigantescos gusanos de arena presentes tanto en el libro como en las diferentes películas. En un reciente artículo, publicado en Science News, el paleontólogo Patrick Lewis, de la Universidad Estatal de Huntsville, Texas, indica que “traspasan los límites de lo que la biología podría lograr”. Con una longitud de hasta 400 metros, los gusanos de arena serían casi 10 veces más largos que los dinosaurios más grandes tendrían graves problemas tanto con el oxígeno, como con la propia gravedad. El calor también sería una seria desventaja: “un gusano de arena gigante no sería capaz de liberar calor fácilmente: cuanto más grande es un animal, más volumen tiene para generar y almacenar calor en relación con la superficie que tiene para enfriarlo”. Si combinas todos estos inconvenientes evolutivos, fisiológicos y ambientales no resulta creíble que gusanos de esas proporciones existan en un planeta tan cálido.
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Referencias y más información:
Tina Hesman “The desert planet in ‘Dune’ is plausible, according to science” Science News
Alex Fansworth “Dune: we simulated the desert planet of Arrakis to see if humans could survive there” The Conversation
Alex Aks “Arrakis, Tatooine, and the Science of Desert Planets” Reactor Mag