Disminuye en diciembre la confianza de los consumidores en EEUU, preocupados por Trump

La confianza de los consumidores estadounidenses cayó inesperadamente en diciembre, según datos de una reciente encuesta, en medio de preocupaciones sobre el impacto de los aranceles que el presidente electo Donald Trump prometió aplicar cuando asuma.

El índice del instituto Conference Board, una de las medidas de referencia de la confianza de los estadounidenses en su economía, cayó a 104.7 puntos en diciembre, por debajo del indicador revisado el mes pasado de 112,8.

Esta cifra estuvo muy por debajo de los 113.5 puntos del consenso recabado en el mercado por el sitio especializado Briefing.com.

“El reciente repunte de la confianza del consumidor no se sostuvo en diciembre, ya que el índice volvió a caer a la mitad del rango que ha prevalecido durante los últimos dos años”, dijo la economista jefe del Conference Board, Dana Peterson, en un comunicado el lunes.

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Según analistas, en parte incidieron las promesas de Trump en su campaña electoral de implementar altos aranceles sobre bienes que ingresan a Estados Unidos. Para muchos economistas esto llevaría a un fuerte impacto en el costo de los artículos de uso diario.

El magnate republicano respondió a las críticas señalando que si son “usados adecuadamente”, los aranceles serían algo positivo para la economía de Estados Unidos.

EEUU investiga prácticas “anticompetencia” de China en el mercado de semiconductores

El gobierno de Estados Unidos anunció el lunes que lanzó una investigación para determinar en qué medida China usa “medios anticompetitivos y antimercado” en la industria de los semiconductores con el objetivo de “dominar el mercado mundial”.

“Cerca de dos tercios de los productos estadounidenses contienen chips provenientes de la China, es preocupante. Pekín busca dominar el mercado y ante los métodos utilizados nosotros vemos a las empresas dudando de venir a invertir en Estados Unidos”, denunció la secretaria de Comercio, Gina Raimondo, durante una conferencia de prensa telefónica.

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La investigación, que será realizada por la oficina del representante para el comercio de la Casa Blanca (USTR), debe determinar si China creó “una dependencia peligrosa en la cadena de suministro” de semiconductores, con las políticas aplicadas por Pekín en el área.

Estados Unidos teme que las políticas chinas debiliten “la competitividad de las empresas y los trabajadores estadounidenses, las cadenas de suministros esenciales para Estados Unidos y la seguridad económica del país”, precisó la USTR.

Pekín fustigó la medida como “proteccionista”, prometió defender sus intereses e instó a Washington a poner fin a sus “prácticas equivocadas”.

La investigación se enmarca en la Sección 301 de la Ley de Comercio, la misma herramienta utilizada durante el primer gobierno del presidente electo Donald Trump para justificar el aumento de los aranceles a los productos chinos.

El tema es esencial para Washington cuando intenta relanzar la producción de semiconductores a través de la ley Chips, que prevé subvenciones de hasta $52,000 millones para respaldar proyectos de implementación de fábricas en el país.

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“Los elementos indican que China aplica una política que le permite dominar el sector, al permitir que sus empresas desarrollen rápidamente la capacidad de producción y ofrezcan precios artificialmente bajos que amenazan y potencialmente eliminan la competencia”, detalló la representante de USTR, Katherine Tai, igualmente durante una conferencia de prensa telefónica.

La investigación se concentrará en los semiconductores “maduros”, que equipan una amplia gama de productos desde aparatos médicos hasta redes de comunicación y autos.

El trabajo se abrirá al público a partir del 6 de enero por un periodo de 90 días y, por lo tanto, deberá ser continuada por Trump, que asumirá el 20 de ese mes.

En los últimos años, Estados Unidos ha tomado una serie de medidas que restringen el acceso de las empresas chinas a los semiconductores de punta así como a los equipos necesarios para su fabricación, al obstaculizar la capacidad de China para adquirir y producir tecnologías necesarias para su modernización militar.

Una política fuertemente denunciada por Pekín, que acusa a Washington de “politizar las cuestiones comerciales y tecnológicas”.

A inicios de diciembre, China tomó medidas en represalia, incluida la prohibición de exportaciones hacia Estados Unidos de metales raros como el galio y el germanio, necesarios para la fabricación de semiconductores.