Cómo Estados Unidos se apropió del Canal de Panamá y el país centroamericano logró recuperarlo hace 25 años
31 de diciembre de 1999. La bandera de Estados Unidos desciende y la de Panamá sube y flamea como único emblema de la Zona del Canal, por primera vez. Los panameños presentes celebran con júbilo.
El fin del milenio se acerca y la escena marca el fin de una era que dejó protestas, tensiones y muerte. Es el corolario del acuerdo que en 1977 firmaron el entonces presidente estadounidense, Jimmy Carter, y el líder panameño, general Omar Torrijos Herrera.
El pacto que allanó el camino para devolver el dominio del afluente estratégico al país centroamericano.
"Fue impresionante ver la reacción de la gente de Panamá, fue un momento muy sensible y un momento realmente muy hermoso en la historia moderna", le dijo a la BBC Alberto Aleman Zubieta, quien fue administrador del canal durante varios años.
Hoy, la soberanía de la vía interoceánica vuelve estar en el centro de las noticias tras polémicas declaraciones del presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump.
"Nos están estafando en el Canal de Panamá", dijo este domingo Trump, haciendo alusión a las tarifas que se les cobran a los barcos estadounidenses.
El político republicano sugirió que, si eso no cambia, "exigiremos que el Canal de Panamá sea devuelto a Estados Unidos en su totalidad, rápidamente y sin hacer preguntas".
Por su parte, el presidente panameño, José Raúl Mulino, respondió enérgicamente en un comunicado subido a la red social X: "Cada metro cuadrado de Canal seguirá perteneciendo a Panamá".
Pero, volviendo al pasado, ¿cómo fue que Estados Unidos llegó a apropiarse de la Zona del Canal y Panamá logró recuperarla hace 25 años?
En BBC Mundo recordamos los hechos que llevaron a ambas naciones a llegar a un acuerdo sin precedentes sobre vía interoceánica que reconfiguró los patrones del comercio regional y mundial, y que hoy vuelve a ser un tema de discusión.
Una guerra civil y una oportunidad
La necesidad de construir un paso que uniera el Océano Pacífico y el Océano Atlántico era algo que preocupaba a los colonos europeos desde el siglo XVI.
En esa época, el único acceso que tenían a los mares del sur eran el Estrecho de Magallanes, en la zona austral de Chile, lo que suponía navegar distancias enormes y enfrentarse al peligroso clima de Cabo de Hornos.
Se evaluaron numerosas ideas: un canal en Nicaragua, uno en Tehuantepec (México), otro en el Darién y un paso por el istmo de Panamá, que por ese entonces era territorio colombiano.
Pero ninguna de esas ideas se concretaría hasta el siglo XIX. La primera gran apuesta ocurrió en 1880, cuando Bogotá otorgó la concesión para la construcción del canal a Fernando de Lesseps, un ingeniero un francés que había construido el Canal del Suez en Egipto.
Pero las enfermedades de los trabajadores, muchos de ellos esclavos africanos, la humedad del territorio y las constantes lluvias llevaron al proyecto a la quiebra.
Y es ahí cuando se unen el interés de Estados Unidos en esa ruta marítima con la dificultad del Estado colombiano de tener control sobre su territorio.
Colombia estaba saliendo de una guerra civil que dejó miles de muertos y enfrentaba altos niveles de tensión política, lo que terminaría allanando la independencia de Panamá.
En esa época, Estados Unidos era una potencia emergente que se había quedado con el control de Puerto Rico y Cuba, y que supo leer la crisis interna colombiana como una gran oportunidad: propuso pagar US$40 millones para quedarse con la concesión de la construcción del canal.
Ese acuerdo se materializó con el tratado Herrán-Hay entre Colombia y Estados Unidos, en el que se establecían las pautas de la licitación y que fue pactado entre el secretario de Estado estadounidense, John Hay, y el ministro colombiano Tomás Herrán.
Fue una negociación compleja en la que también contemplaron construir el canal en Nicaragua, pero debían tener en cuenta a los franceses que habían hecho una inversión inicial en Panamá.
Así, finalmente se decidió que el canal se construiría en Panamá con el capital de Estados Unidos, que a su vez le pagaría a Colombia y a la compañíade Francia.
Pero el 5 de agosto de 1903 el gobierno colombiano, luego de que el Congreso objetara varios puntos del convenio con el argumento de que violaba la soberanía del país, informó que lo rechazaba.
Esta última decisión de Colombia condujo a la separación de Panamá.
"Cuando Colombia rechaza el tratado Herrán-Hay, y había muy buenas razones para rechazarlo, se combinan varios factores a favor de la independencia de Panamá de Colombia", afirmó a la BBC la historiadora panameña Marixa Lasso.
Finalmente, Estados Unidos encontró en ese descontento panameño "una excelente oportunidad para obtener el tratado que querían sin la injerencia de Colombia".
Y es ahí cuando Panamá hizo caso omiso al rechazo del tratado y, en alianza con EE.UU. -que dijo que intervendría si había represalia militar de Colombia-, declaró su independencia el 3 de noviembre de 1903.
Un país dividido y el inicio de las tensiones
Tras la independencia de Panamá, ambas naciones firmaron el tratado Hay-Bunau Varilla durante la presidencia de Franklin D. Roosvelt en Estados Unidos.
En virtud de ese pacto, Estados Unidos garantizaba que mantendría la independencia de Panamá mientras ese país le otorgara la concesión a perpetuidad del canal, además del domino de la que se denominó la Zona del Canal, que comprendía 8 kilómetros hacia cada lado de la estratégica vía. Panamá recibiría US$10 millones como compensación.
Terminada la obra, cuya construcción finalizó en 1913, el barco de vapor Ancón se convirtió en la primera embarcación de ese tipo en cruzar sus aguas, alzándose como símbolo de su apertura al mundo.
Pero las tensiones no tardarían en aparecer. En la práctica, el país quedó físicamente dividido en dos. Miles de estadounidenses y sus familias vivieron en la zona bajo sus propias leyes y costumbres mientras trabajaban en el canal, que fue inaugurado formalmente en 1914.
Los "zoneítas" (de Zonians, en inglés) vivían prácticamente aislados y sin tener contacto con la población panameña, que no podía acceder a ese territorio sin un permiso especial.
El resentimiento de los panameños ante los privilegios de los zoneítas fue aumentando con el paso de los años, hasta que décadas después comenzaron las protestas para recuperar el control de su territorio.
Y ahí hay dos hitos que sus protagonistas recuerdan como fundamentales.
Uno es la "Operación Soberanía" de 1958, en la que un grupo de universitarios sorprendió a los policías de la Zona del Canal al ingresar para realizar una "siembra" de 75 banderas panameñas de manera pacífica.
"Aquello marcó el nuevo rumbo de las negociaciones canaleras, porque desde ese momento vencimos la agresión psicológica que EE.UU. había realizado sobre Panamá desde 1903", le dijo a BBC Mundo en 2019 Ricardo Ríos Torres, uno de los líderes de aquella manifestación estudiantil.
"Nos decían que ese no era un territorio de acceso para los panameños. Aquel día, dijimos que ya no teníamos miedo y que queríamos un nuevo tratado que pusiera fin a la perpetuidad de la presencia colonial".
El otro hecho que influyó en el camino para la recuperación del vía interoceánica fue la Marcha Patriótica de 1959, en la que se invitó al pueblo panameño a entrar en la Zona del Canal portando su bandera.
Esta marcha también comenzó siendo pacífica, pero cuando el gobernador zoneíta prohibió la entrada de manifestantes hubo enfrentamientos entre panameños y policías, y decenas de personas resultaron heridas.
Ambas movilizaciones fueron el germen de una frase que se haría después popular en Panamá: "El que siembra banderas, cosecha soberanía".
El Día de los Mártires
Aquellos sucesos históricos desencadenaron más movilizaciones en los años posteriores.
La población panameña no estaba dispuesta a dar marcha atrás en sus reivindicaciones y cada vez era más evidente que el gobierno estadounidense no podía hacer oídos sordos a las protestas.
Así, lentas negociaciones culminaron en un acuerdo en 1962 entre el presidente panameño Roberto Chiari y el estadounidense John F. Kennedy, gracias al cual se acabó fijando que las banderas de ambos países debían ondear en zonas civiles de la Zona del Canal.
Pero cuando llegó el 1 de enero de 1964, fecha en la que debía entrar en vigor el convenio, los zoneítas ignoraron las órdenes del propio gobernador de la Zona del Canal y se negaron a izar la bandera de Panamá.
Las autoridades de la zona no hicieron nada al respecto y la noticia enfureció a los panameños.
El 9 de enero de ese año, decenas de estudiantes del Instituto Nacional de Panamá se dirigieron a la Zona del Canal portando la bandera de su escuela para que fuera izada también en la Escuela Superior de Balboa.
Pero algunos policías estadounidenses se lo impidieron y el enfrentamiento terminó en la vejación de la bandera panameña. El ambiente de crispación era total.
La jornada terminó con más de 20 manifestantes muertos y centenares de heridos en lo que se conoce como el "Día de los Mártires".
Ese hecho, coinciden todos los analistas, fue el gran detonante para que el Canal de Panamá acabara siendo transferido a manos panameñas más de 35 años después.
En efecto, la dureza de la respuesta con que el ejército estadounidense a las movilizaciones llevó al entonces presidente, Roberto Chiari, a anunciar que el país interrumpía las relaciones diplomáticas con Washington hasta que no se firmara un nuevo tratado entre ambos países.
Esta decisión sin precedentes para un país en el que EE.UU. estaba presente es la que logró que, aún hoy, muchos se refieran a Chiari en Panamá como "el presidente de la dignidad".
La presión internacional fue determinante para que Estados Unidos aceptara negociar.
El acuerdo Torrijos-Carter
Tras ese enero oscuro, el 3 de abril de 1964 comenzaron las conversaciones entre Estados Unidos y Panamá.
Ambos países se comprometieron a nombrar embajadores especiales para llevar a cabo un tenso diálogo.
"No había vuelta atrás, Panamá sólo aceptaría un nuevo tratado. El presidente Carter lo comprendió y fue así que se logró que EE.UU. firmara el acuerdo. La población panameña estaba convencida de que había que eliminar ese enclave colonial y reclamar lo que nos pertenecía", le dijo el líder manifestante Ríos Torres a BBC Mundo en 2019.
"O entregaban el canal o sencillamente desaparecía".
Pero tuvieron que pasar 10 años hasta que, bajo el mandato de Richard Nixon, se firmara en la Ciudad de Panamá una declaración conjunta entre el secretario de Estado estadounidense, Henry Kissinger, y el canciller panameño, Juan Antonio Tack.
En ese momento ya estaba claro entre las dos partes que antes que todo debía derogarse el tratado de Hay-Bunau-Varilla, que otorgó los derechos del canal a Estados Unidos, además del fin de su jurisdicción en el país centroamericano.
Y esa sería la base para el comvenio que tres años después suscribirían Jimmy Carter y Omar Torrijos.
El acuerdo, que se firmó en la sede la Organización de Estados Americanos (OEA) en Washington el 7 de septiembre de 1977, contempló la suscripción de dos pactos: el Tratado de Neutralidad y el Tratado del Canal de Panamá.
En términos simples, en ellos se acordaba que la soberanía de la Zona del Canal quedaba sujeta a la legislación panameña y se fijaba una fecha para el traspaso del dominio de la vía interoceánica al país centroamericano: el 31 de diciembre de 1999.
Para Carter, con la devolución del canal a los panameños, los estadounidenses demostraron que "como país grande y poderoso, somos capaces de tratar de forma justa y honorable con una nación soberana, orgullosa, pero más pequeña".
En su opición, ese hito sellaba "un nuevo sentimiento de confianza mutua y respeto por Estados Unidos" entre los países latinoamericanos, según informó en aquel entonces The New York Times.
Sus palabras, tras la suscripción de los tratados Torrijos-Carter, también buscaron calmar las aguas internas. En Estados Unidos, sobre todo en sectores conservadores, había una fuerte resistencia a ceder la jurisdicción que el país había ejercido por casi un siglo.
"No somos propietarios de la zona del Canal de Panamá, nunca hemos tenido soberanía sobre ella. Sólo hemos tenido derecho a utilizarla", dijo Carter.
Sus palabras tuvieron eco en el Senado estadounidense, el que luego ratificaría el pacto y sellaría los destinos del canal.
Lo mismo hicieron los panameños. Torrijos sometió los tratados a plebiscito y obtuvo un amplio apoyo.
La devolución
Tras un periodo de transición, a sólo días del cambio de siglo, autoridades de todo el mundo llegaron a Panamá para participar de la ceremonia oficial del que ya se había convertido en sueño histórico para sus habitantes.
El día 14 de diciembre se realizó una primer rito, en Miraflores. A la ceremonia, que congregó a cerca de 1.500 invitados, llegaron mandatarios y delegaciones de países como Colombia, Ecuador, Costa Rica, México y Bolivia. A ellos también se sumó el rey Juan Carlos I de España y el propio Jimmy Carter.
El rango de la delegación estadounidense -presidida por el secretario de Comercio y Transporte, William Daley- y la ausencia del mandatario en ejercicio, Bill Clinton, sin embargo, no pasó inadvertida para el gobierno panameño liderado en ese entonces por la presidenta Mireya Moscoso, que incluso transmitió su incomodidad a los enviados especiales de los periódicos más importantes del mundo que fueron a cubrir el histórico momento.
Pero nada de eso tiñó lo que se viviría pasado el mediodía en 31 de diciembre. Con pantallas gigantes en distintos puntos de la ciudad y un reloj en cuenta regresiva, los panameños siguieron en vivo y en directo la devolución definitiva de la vías interoceánica.
Fue Moscoso quien izó la bandera panameña ese día en el Edificio de la Administración del Canal, sellando así el traspaso, que ratificó junto al secretario del Ejército estadounidense, Louis Caldera.
"Panamá, el canal es de los panameños", dijo la mandataria ese día, según reportó la agencia Associated Press. "Panamá finalmente alcanza la plenitud de un Estado soberano".
Se entonó el himno nacional, se celebró y hubo incluso fuegos artificiales.
"En este día cumplimos la mayoría de edad como nación", sostuvo Moscoso en su discurso, resaltando que los panameños asumían desde ese momento una nueva tarea: gestionar "de manera eficiente, como un asunto de Estado y libre de intereses políticos" el Canal de Panamá.
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