Desaparición en CDMX: falta de coordinación y registros inconsistentes agravan crisis, señala exconsejera de Comisión de Búsqueda
El fenómeno de la desaparición de personas en la Ciudad de México llama la atención por la magnitud de su crecimiento en corto tiempo, la escasa o contradictoria información que permanece en distintos registros y la falta de acciones específicas para enfrentarlo como un problema prioritario en la capital.
Así lo sostiene Elena Azaola, exintegrante del consejo ciudadano de la Comisión de Búsqueda de la capital, en una investigación publicada por el Colegio de México.
Entre el 5 de diciembre de 2018 y el 6 de julio de 2023, recupera la especialista, la Comisión Nacional de Búsqueda reporta un total de 8 mil 961 personas desaparecidas, de las que 4 mil 461 no han sido localizadas (57 % hombres).
Sin embargo, la comisión local conserva su propio registro con cifras mucho más bajas, dado que no todos los familiares reportan a esta institución, sino a la Fiscalía. Al 15 de mayo de 2023, el órgano local solo contó 3 mil 425 personas desaparecidas. Aun así, si se considera el registro a partir del año de su creación, 2019, cuando solo había 800 personas en esa situación, en tres años se dio un crecimiento de poco más de 400 %.
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La Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México, por su parte –explica el documento–, recibió entre 2019 y 2023 un promedio mensual de 457 casos de desaparición de los que se resolvieron 246 en promedio, es decir, un total anual de 5 mil 484 personas desaparecidas de las que 2 mil 952 han sido localizadas con o sin vida.
Sin embargo, entre esos casos prevalece un importante rezago, por lo que la Fiscalía todavía está depurando sus archivos y haciendo un esfuerzo para determinar cuántas personas continúan desaparecidas y cuántas han sido localizadas. “En muchos casos, estas instituciones, al igual que otras del Estado, no han empeñado todos sus esfuerzos para hacer posible que las familias encuentren a sus seres queridos desaparecidos”, señala Azaola.
Por ello, su análisis también contempla los datos de los servicios forenses de la Ciudad de México, a cargo del Instituto de Servicios Periciales y Ciencias Forenses (Incifo), a los que, alerta, es difícil acceder pues hasta ahora no son del dominio público. Para la Ciudad de México, el Módulo de Fosas Comunes indica que entre 1956 y 2022 fueron inhumados en fosas del Panteón de Dolores 18 mil 062 cuerpos o restos.
De ellos, 3 mil 309 corresponden al periodo de 2019 a 2022. En tanto, información del INEGI indica que en 2021 un total de 359 cuerpos no identificados no fueron inhumados, sino almacenados en anfiteatros de centros educativos o en centros de resguardo forense. “Este dato llama la atención ya que no se especifica el destino final de esos cuerpos y, sobre todo, porque esos 359 representan el 35 % del total de los 1 mil 138 cuerpos que a nivel nacional se reportaron en tal condición”, añade la investigación.
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Aunado a ello, la contradicción entre las cifras recabadas por el INEGI y la de los servicios forenses, derivadas supuestamente de la misma fuente, es decir, las autopsias, impide conocer la cifra real de homicidios que han tenido lugar en la Ciudad de México, en particular durante el periodo 2019 a 2022.
Sin embargo, sí es posible saber que 2.4 cuerpos o restos en promedio fueron depositados cada día en fosas comunes en la Ciudad de México. Para Azaola, se trata de una cifra “sumamente preocupante” porque coincide con el número creciente de personas desaparecidas. Frente a ello, la especialista considera necesario señalar el poco interés de la fiscalía y de los servicios forenses para agotar todos sus recursos en la identificación de cuerpos y la localización de sus familiares.
Qué ha impedido resolver el problema de desaparición en CDMX
De acuerdo con Azaola, el Consejo Ciudadano de la Comisión de Búsqueda de la Ciudad de México identificó diversos problemas que han impedido enfrentar y solucionar el tema de las desapariciones en la Ciudad de México, empezando por la ausencia de un Registro Único de Personas Desaparecidas y No Localizadas en la capital.
A esto se suma la falta de coordinación y de colaboración entre las instituciones del gobierno de la Ciudad de México, que ha ocasionado que el Sistema para la búsqueda de personas desaparecidas no funcione y no alcance sus objetivos. Esa misma falta de colaboración, en particular entre la Fiscalía y el Incifo, provoca que muchas personas que han fallecido sean enviadas a fosas comunes aunque antes hubieran sido identificadas.
Por otro lado, apunta la especialista, no siempre son claros los criterios mediante los que la Comisión de Atención a Víctimas brinda o niega el apoyo que demandan los familiares de personas desaparecidas, pese a que también forma parte del Sistema de Búsqueda. Sumado a ello, ni el gobierno central ni las alcaldías brindan información ni reconocen la desaparición de personas como un problema fundamental.
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Otra limitante es que aún no se genera el conocimiento suficiente para entender las características del fenómeno de la desaparición en las distintas alcaldías y zonas específicas de la Ciudad, ni para comprender los patrones que siguen sus diferentes modalidades y tipos de desaparición.
“En ocasiones, los hospitales, albergues, centros de atención para adicciones o prisiones reciben a personas que no están en condiciones de dar cuenta de su identidad. El personal encargado de tales instituciones no agota, muchas veces, todas las medidas y recursos a su alcance para conocer su identidad”, señala el documento.
Nuevas modalidades de desaparición en CDMX
“La desaparición de personas en la Ciudad de México. ¿Quiénes son? ¿Dónde están?” revela, además, que en la capital una nueva modalidad de desaparición se ha agregado a las documentadas anteriormente: “la desaparición de mujeres adolescentes y jóvenes en la calle, donde se les aborda, se les priva de la conciencia y se les somete a abusos de muchos tipos”.
De acuerdo con Azaola, a veces se les libera después de días y aparecen deshidratadas, con huellas de violencia e incapaces de recordar lo que les sucedió. Debido a que no se conoce mucho sobre esos casos, la especialista plantea dos hipótesis sobre quiénes las llevan a cabo y por qué: una especie de competencia –de la que ha hablado antes Rita Segato– entre hombres que abusan de las mujeres para demostrar su superioridad frente a otros, o una manera de operar de grupos delictivos que se dedican a la trata.
Al respecto, recupera la perspectiva de la organización Brigada Callejera, que ha documentado el fenómeno de la explotación sexual de mujeres en la Ciudad de México: “Ahora las levantan, se las llevan por todos lados y las ponen a trabajar. Antes se quedaban como ocho días en un lugar, ahora es un día o dos para que no puedan pedir ayuda. Las tienen dopadas a más no poder. Les piden que distribuyan droga o son consumidoras para que las tengan ahí sometidas. No estamos hablando de un padrote cualquiera”.
Pese a que las formas de desaparición son múltiples y diversas, de acuerdo con la investigación de Azaola agentes del Ministerio Público sostienen que las más frecuentes en el caso de las y los adolescentes es haber sido castigados por sus padres con el retiro del celular o los videojuegos y el temor a ser reprendidos porque no les permiten salir o ir a fiestas. Según esos agentes, en 2021 se localizó a mil 700 adolescentes que desaparecieron de sus casas por esas causas, y 2 mil durante 2022.
“Aunque los motivos de este tipo de desapariciones pueden parecer banales, es posible que detrás de algunos de ellos estén presentes violencia, malos tratos, abusos sexuales u otros conflictos familiares más graves que no se reportan. Que esto sea así, lo indica el hecho de que una parte de los adolescentes desaparece de manera reiterada, lo que a su vez es indicador de que hay problemas en su entorno que no están siendo resueltos”, aclara Azaola.
Las 18 modalidades que describe su estudio no son exhaustivas de todos los tipos de desapariciones, sino ejemplos, pero destaca que además de aquellas siempre presentes, en la capital ha crecido el número de desapariciones mediante medios electrónicos. “Hay también casos más complejos que se relacionan con grupos delictivos o con policías y fuerzas del orden del Estado. Estos, sin embargo, suceden en menor proporción que en otras partes del país”, añade.
Respecto a las mujeres, la investigación describe que el rango de edad en el que más se reportan como desaparecidas es el de 12 a 24 años. Si bien hay un mayor número de hombres que desaparecen –precisa–, la tendencia cuando se trata de menores de edad cambia, pues las cifras de niñas desaparecidas son más elevadas que las de niños.
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De ahí que Azaola concluya que las mujeres jóvenes de entre 12 y 24 años de edad son las más vulnerables en la Ciudad de México. En tanto, las alcaldías Iztapalapa, Gustavo A. Madero y Cuauhtémoc son las que más personas desaparecidas reportan en cifras absolutas, pero cuando se considera la proporción de su población, la mayor frecuencia está en Cuauhtémoc, Azcapotzalco, Venustiano Carranza, Benito Juárez y Tláhuac.