Opinión: La historia latina es la historia estadounidense
LA EDUCACIÓN SUPERIOR DE EE. UU. DEBE RECONOCER LA IMPORTANCIA QUE TIENEN LOS ESTUDIOS LATINX EN TODAS LAS DISCIPLINAS Y CAMPOS.
Durante los últimos 20 años, he impartido la materia de estudios latinx en la Universidad de Nueva York. Las clases suelen ser para mis estudiantes, muchos de quienes cursan el último grado y son latinos, la primera oportunidad de examinar su propia identidad e historia política. Hace poco, un estudiante se sorprendió al descubrir que las escuelas de California segregaban a los niños de ascendencia mexicana hasta que un caso prohibió legalmente la segregación de estudiantes de origen latino en 1946, lo cual sentó las bases para el fallo del caso Brown contra el Consejo de Educación. Otra estudiante se sorprendió cuando se enteró de que Ana Mendieta, una artista feminista pionera, no solo era latina, sino cubanoestadounidense, como ella.
Esto es un recordatorio de la poca información que hay sobre las maneras en las que los latinos han enriquecido la historia de Estados Unidos en los planes de estudio para la escolarización primaria y secundaria, ya ni hablar de la educación superior.
Ver las reacciones de mis estudiantes me remonta a la época en que yo fui estudiante, hace décadas. La mayoría de las clases que tomé se enfocaban en figuras y eventos europeos, pero había pocas o ninguna menciones de la historia latina o afroestadounidense en el país. Aprendí sobre el arte, la cultura y la historia latinx por mi cuenta y mientras estudiaba mi posgrado. Mis compañeros y yo nos esforzamos para crear espacios de estudios latinx en las universidades estadounidenses en una iniciativa para abordar estos vacíos flagrantes en la educación, y a menudo lo hacíamos con poco apoyo de nuestros mentores e instituciones.
La comunidad latina, que conforma el 19 por ciento de la población de Estados Unidos, está sumamente subrepresentada en el ámbito académico, las redacciones de noticias, la industria editorial, las películas de Hollywood, la televisión y más. Si de verdad queremos corregir este error, podemos comenzar por invertir en programas de estudios latinx, que siguen estando aislados, mal financiados y marginados en la mayoría de las universidades más importantes. Estos cursos son cruciales para que los estudiantes puedan verse representados en todos los sectores de la sociedad. También ayudan a educar y garantizar que ningún editor, director de museo, redactor de noticias o presidente de una empresa pueda seguir desestimando a este sector demográfico por ignorancia. Estos estudios nos enseñan a todos que la historia latina es la historia estadounidense.
Vale la pena mencionar que las personas de ascendencia latinoamericana que viven en Estados Unidos tienen un largo historial de fricción con los distintos términos que se usan para categorizarlas. La etiqueta “latinx” indica una apertura a la inclusión de género y un mayor reconocimiento tácito de nuestra diversidad racial y étnica. Hay quienes se oponen al término, pero al margen de la palabra que elijamos para describirnos, nuestros estudiantes merecen verse representados en sus estudios.
Este deseo de representación es justamente lo que impulsó el desarrollo de un puñado de programas de estudios chicanos y puertorriqueños en escuelas como la Universidad Estatal de California y el College de Brooklyn. Esos programas nacieron del movimiento por los derechos civiles de finales de la década de 1960 y principios de los setenta. En los años transcurridos desde entonces, han cambiado su enfoque para reconocer la diversificación de la población latina.
Hoy en día, los estudios latinx son un campo interdisciplinario dinámico con organizaciones intelectuales y revistas arbitradas, que abarca estudios afrolatinos y centroamericanos, entre otros campos en los que los investigadores jóvenes están innovando con disciplinas desde historia del arte hasta estudios urbanos. Estos logros se deben a la ardua labor y el activismo de estudiantes que claman por estudios latinx, así como de miembros del cuerpo docente que se organizan para crear conferencias y eventos que llenan los vacíos en sus universidades.
Y, sin embargo, estos esfuerzos han hecho poco para desafiar nuestra marginación. Los profesores Cristina Mora y Nicholas Vargas de la Universidad de California, campus Berkeley, han dado seguimiento a lo largo de un año al estado de los programas y departamentos de estudios latinx. Descubrieron que menos de 90 programas otorgan certificados de especialización en estudios latinx de las casi 3000 instituciones de enseñanza superior en todo el país.
Por si fuera poco, estos programas suelen integrarse en los programas generales de estudios latinoamericanos o étnicos. Pero, si bien están relacionados, representan campos de estudio totalmente distintos. Los estudios latinoamericanos se enfocan en las personas que viven en esa región, no en los latinos que viven en Estados Unidos. A lo largo de la historia, la categoría también se ha reconocido y respaldado como parte de los intereses geopolíticos de Estados Unidos en los estudios internacionales. Como resultado, estos programas se han beneficiado de décadas de apoyo financiero.
La invisibilidad de los estudios latinx es dañina sobre todo para los estudiantes latinos, que son el sector demográfico de más rápido crecimiento en las universidades estadounidenses. Según un estudio sobre la raza y el origen étnico en la educación superior realizado por el Consejo Nacional de Enseñanza Superior, la matriculación universitaria entre estudiantes hispanos casi se ha duplicado en los últimos 20 años. El estudio también reveló que estos alumnos suelen inscribirse en instituciones en las que casi tres cuartas partes de todo el cuerpo docente a tiempo completo son personas blancas. El profesorado latino está concentrado en puestos de menor rango, como instructores, conferencistas o profesores adjuntos. Es más probable que los estudiantes de color vean a personas similares a ellos en cargos administrativos y de servicio que en las altas esferas del ámbito académico.
Incluso en instituciones públicas donde las personas latinas conforman más de una tercera parte del alumnado, la proporción promedio de estudiantes latinos y profesores latinos es de 146 a 1 y, en las instituciones privadas, es de 264 a 1. Los académicos especializados en estudios latinx también trabajan aislados de las disciplinas tradicionales. Por ejemplo, pocos forman parte de programas de posgrado en los que podrían instruir y capacitar a los nuevos profesionales que diversificarán todos los campos académicos y profesionales.
Hay investigaciones que muestran que, cuando estudiantes subrepresentados aprenden sobre su historia y cultura, tienen un mejor desempeño académico y se gradúan en tasas más altas. Cuando mis estudiantes se ven representados en sus lecturas se sienten empoderados y curiosos por aprender más.
La educación superior debe reconocer la centralidad que tienen los estudios latinx en todas las disciplinas y campos. Podemos empezar por contratar a académicos latinos en escuelas y departamentos, con un enfoque especial en los investigadores latinos de raza negra y de origen indígena. Tenemos que invertir en planes y programas de estudio que ayuden a orientar y apoyar a la próxima generación de profesores latinos. Debemos desafiar las disciplinas tradicionales que siguen reacias al cambio y cultivar los espacios interdisciplinarios, como los estudios étnicos, que han estado a la vanguardia de la innovación en las universidades estadounidenses.
Podemos hacer más que solo celebrar nuestro patrimonio una vez al año, durante el Mes de la Herencia Hispana en Estados Unidos. Nuestros estudiantes merecen aprender que su historia es vasta y que nuestras culturas han dado forma a este país desde antes de su fundación.
© 2022 The New York Times Company