Japón y su llanto inconsolable por perder ante Suecia e irse de un Mundial que habían jugado a la perfección
Japón había arrasado con sus rivales en la Copa del Mundo Australia-Nueva Zelanda 2023. Era un momento cumbre. Los cuartos de final contra Suecia tenían una doble vista: el acceso a las semifinales, que para ellas sería lo menos que se puede pedir (se trata de una potencia, que ya fue campeona del Mundo en Alemania 2011, cuando vencieron por penales a los Estados Unidos), y la otra opción, regresar a casa con las manos vacías. Esto último fue lo que pasó y el dolor quedó reflejado en el llanto de jugadoras como Maika Hamano, que lució inconsolable, aunque tuvo el respaldo de su rival Jonna Andersson, en un gesto deportivo conmovedor.
Una de las selecciones favoritas para ganar el título ha terminado su odisea entre lamentos. Y no es para menos. Nadie quiere perder, pero cuando un favorito se marcha tan temprano, el impacto es mucho más grande. Su camino empezó con una goleada e 5-0 ante Zambia. No llegaron a especular. Desde el primer partido la declaración de intenciones fue muy evidente. Hay equipos que, en el argot futbolístico, se suele decir que van "de manos a más". La capacidad la tienen, pero van paso a paso, carburando el ritmo y administrando los recursos.
Japón, sin embargo, decidió mostrar todo su arsenal desde el día uno. Y el segundo partido lo demostró de nueva cuenta: un 2-0 contra Costa Rica. En aquel encuentro el cuadro nipón no fue tan avasallador como de costumbre, pero le bastó poner máxima seriedad en dos ataques ultraveloces para liquidar las esperanzas ticas. Y esa verticalidad les volvió a sonreír días más tarde, cuando midieron fuerzas con la otra gran selección del grupo: España. Las ibéricas también habían demostrado poderío ante Zambia y Costa Rica, por lo que ese partido se interpretó como un choque de titanes. Japón hizo valer su jerarquía y goleó 4-0 a La Roja.
Por esas cosas que tiene el futbol, hoy ese resultado ya no tiene más utilidad que su registro en los libros históricos: Japón ha quedado eliminada, y España, tras vencer a la subcampeona vigente Países Bajos, ha ganado un histórico boleto a semifinales de la mano de Salma Paralluelo. ¿Quién iba a decir que resultaba mejor negocio quedarse con el segundo lugar, como lo hizo España, en lugar de pasar primero y llevar el destino a un enfrentamiento con Suecia?
Pero nadie podía adivinarlo. Y menos después de ver los Octavos de Final, en los que Japón otra vez lució todo el compendio de talento, velocidad y disciplina que maravilla al mundo. Le ganaron 3-1 a Noruega. Era una página más del gran libro que estaban construyendo. Suecia, como debe ser, era un rival que merecía respeto, y más después de haber dejado fuera del torneo a Estados Unidos, la gran favorita por excelencia (tienen cuatro campeonatos del mundo, aunque justamente en 2011 cayeron ante Japón en la final, el cual fue el clímax ganador de las niponas en Copas del Mundo femeniles). Pero no había forma de ocultar lo que era evidente: las japonesas eran las grandes favoritas.
El equipo de Miyazawa, Ueki y Tanaka tendrá que volver a casa con la mochila vacía, pero con una certidumbre que puede acompañarles por los próximos cuatro años: son el equipo que mejor desarrolla una idea de juego. Y no es un tema menor, jamás lo será. En un torneo tan corto, los errores se penalizan al máximo y Japón lo entendió de la peor forma. Bastaron dos desatenciones en defensa, un marcaje deficiente y un penal evitable, para ceder su sitio en las semifinales a Suecia. La historia no termina aquí. Hoy les toca irse con dolor, pero volverán y su futbol seguirá siendo patrimonio del mundo entero.
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