Hubbard, el atleta negro que logró ganar la primera medalla de oro olímpica hace 100 años

Este año París es anfitrión de los Juegos Olímpicos como lo fue hace un siglo cuando muy pocas personas negras tenían posibilidad de participar

William Dehart Hubbard le ofreció su logro a la comunidad negra (Foto:Getty)
William Dehart Hubbard le ofreció su logro a la comunidad negra (Foto:Getty)

William DeHart Hubbard nació en noviembre de 1903 en Cincinnati en el seno de una familia afroamericana, y aunque nacer negro en el Estados Unidos de principios del siglo XX era vivir en una constante segregación racial, el futuro héroe olímpico navegó esa tormenta con la vista puesta en las oportunidades.

Fue el primero de ocho hijos del matrimonio de William Alexander Hubbard y Carolyn Tivis. Su padre se graduó con honores del Madisonville High School donde ganó fama por ser un atleta integral, así como un excelente estudiante, por lo que el futuro ganador de la medalla olímpica tenía ya un buen modelo a seguir.

Estudió y entrenó. Fue un excelente alumno universitario y mejor deportista, lo que hizo inevitable su viaje a París para competir en los que entonces se llamaban Juegos de la VIII Olimpíada de 1924 en los que ganó esa histórica medalla de oro.

Además, para fortuna de Hubbard, muchas puertas se fueron abriendo para él porque logró que personas pertenecientes a la clase dominante valoraran sus capacidades y esfuerzos.

Cuando Hubbard estaba en la pista de entrenamiento era evidente que tenía potencial para convertirse en un gran atleta. Esas aptitudes fueron vistas por el ex alumno de la Universidad de Michigan, Lon Barringer, que se interesó por su registro deportivo y lo fue a ver entrenando después de ver los tiempos alcanzados por William en un periódico de Cincinnati.

Barriger era un hombre de negocios de Virginia Occidental y solía leer los periódicos locales de otros estados para ver si encontraba algún tesoro escondido, alguien valioso que pudiera reclutar. Sintió que lo encontró cuando vió que Hubbard no solo era un gran atleta sino que, además, tenía un promedio académico potente de 90 en casi cuatro años de carrera.

Hubbard venció todos los obstáculos sociales y también en la pista de atletismo (Foto:Getty)
Hubbard venció todos los obstáculos sociales y también en la pista de atletismo (Foto:Getty)

Antes de que Barringer lo conociera, Hubbard estaba en la Escuela Secundaria Walnut Hills de Cincinnati. Allí ya saltaba a pocos centímetros del récord mundial y corría la carrera de 100 metros por debajo de los 10 segundos. Era una estrella reconocida en su institución.

Pero no era fácil lograr que un estudiante negro y sin recursos pudiera entrar en la Universidad de Michigan y el caza talentos Barringer no estaba dispuesto a perder a Hubbard.

Por aquellos días del año 1921 el periódico Cincinnati Enquirer organizó un concurso en el que prometía becas de 3.000 dólares para los 10 estudiantes de secundaria que consiguieran el mayor número de nuevas suscripciones.

Barringer decidió poner en marcha una campaña a escala nacional para agregar suscriptores a nombre de Hubbard y logró así conseguir un cupo para William a quien le prometió que si asistía a Michigan le brindaría todo su respaldo para ayudarlo a ganar.

Sin embargo, había que pasar otro punto de control. El entrenador de fútbol americano desde 1901 Fielding H. Yost, que había impedido que los atletas negros jugaran a ese deporte en Michigan, acababa de ser promovido al cargo de Director de Atletismo del estado, lo que implicaba que Hubbard tenía que recibir el visto bueno de un personaje abiertamente racista.

Pero la suerte parecía estar siempre del lado de Hubbard pues cuando la solicitud llegó a manos de Yost, el directivo estaba dispuesto a hacer cualquier cosa por mejorar el desempeño atlético de Michigan y, además, veía que otras universidades estaban ganando fama deportiva gracias a los atletas negros que habían incorporado.

Es por eso que Yost apoyó con gusto la idea de incorporar a Hubbard, que ya era un atleta reconocido, y le dio a Barringer el OK final.

"No estaba muy de moda que los negros asistieran a la universidad", dijo Hubbard en una entrevista citada por Mgblue en la que comentó que muy pocos de sus compañeros de la infancia y amigos de la secundaria avanzaron mucho más allá de ese nivel educativo.

"Fui el único negro en el equipo de atletismo de Michigan esos cuatro años y rara vez competí contra otros, incluso en competencias nacionales", contó.

En el primer año como estudiante de Michigan no se le permitió correr en la pista del equipo universitario. El segundo año fue mediocre, pero en el tercer año remontó y empezó a romper récords.

En ese año ayudó a ganar los campeonatos en los 100 metros planos con un tiempo de 9,8 segundos, y también se destacó en el salto de longitud logrando más de 7 metros.

En ese entonces venció a Edward Gourdin que en ese momento tenía el récord mundial en las pruebas de la Universidad de Harvard y logró así un lugar en el equipo que representaría a Estados Unidos en los Juegos Olímpicos de París de 1924.

Tenía apenas 20 años cuando se subió a ese barco que lo llevaría a París junto al resto de la delegación estadounidense de la que formaban parte otros tres afroamericanos: Earl Johnson, Ned Gourdin y Charley West. Estos cuatro jóvenes deportistas sentían la responsabilidad de representar al pueblo negro de Estados Unidos y ser ejemplos para otros muchachos de sus marginadas comunidades.

Por esfuerzos como los de Hubbard se abrieron las puertas a muchos otros atletas negros (Foto:Getty)
Por esfuerzos como los de Hubbard se abrieron las puertas a muchos otros atletas negros (Foto:Getty)

En el estadio olímpico, mientras entrenaba, había personas que lo observaban y los periódicos llegaron a reseñar que el atleta negro era el "centro de atracción" para un buen número de franceses entusiastas.

El entrenador de la delegación estadounidense, Lawson Robertson, estaba muy satisfecho con el desempeño de Hubbard que comentó que el atleta afroamericano tenía "esa chispa y energía del campeón nervioso" y que era "el atleta perfecto", citas que rememora The Guardian.

Eran tres saltos. Si lograba buenas distancias, pasaba a otra ronda de tres. El primero fue un desastre porque se golpeó con la tabla de despegue y se lesionó un talón.

Resulta que había usado unos zapatos delgados de velocista en vez del diseñado para saltos porque los consideraba más livianos. Fue una mala idea porque no contaba con que la tabla de despegue tenía un defecto que se hizo dañino con ese tipo de canzado y casi lo lleva a la descalificación.

Hubbard comentó que para ese salto final se imaginó que toda su "raza" lo miraba y por eso tenía que "hacer las cosas bien" y así fue. Como si fuera una película motivacional al estilo Karate Kid, la lesión no impidió su histórico triunfo pese a estar cojo y dejar las muletas a un lado para correr y saltar.

El sitio Mgoblue lo narra así: "Con paso firme y ganando velocidad, golpeó la tabla de despegue y aterrizó 24' 6" (…) más allá del campo de los retadores", lo que equivale a 7.47 metros de longitud.

Esta marca convirtió a William DeHart Hubbard en el primer negro en ganar una medalla de oro en un evento olímpico individual.

Y fue parado sobre el podio olímpico, mientras sonaba el himno de Estados Unidos, que Hubbard cayó en cuenta de que era la primera vez que un afroamericano ocupaba ese lugar: "No rompí el récord pero estaba muy feliz esa noche".

El sobrino de Hubbard, Keb Blackwell dijo a NPR News en 2011 que su tío "no compitió en todos los eventos para los que se clasificó, no porque no quisiera, sino porque no se le permitió. El Comité Olímpico Internacional le negó una oportunidad justa de competir debido a su raza. Pero esto no lo amargó. Haber sido un atleta estrella en la Universidad de Michigan, lo motivó a competir aún más duro".

Hubbard era velocista, vallista y saltador de longitud.

En esos VIII Juegos Olímpicos en los que participaron 44 países y 3089 atletas, Estados Unidos quedó en primer lugar del medallero con 45 medallas de oro, una de las cuales representó la histórica hazaña de Hubbard.

Al regresar a su país, el ahora campeón mundial siguió entrenando, compitiendo, ganando y estableciendo récords.

Logró el anhelado objetivo de romper un récord mundial al saltar 7.89 metros en el último encuentro con la Universidad de Michigan en 1925 y también igualó el récord en la carrera de 100 yardas en 9.8 segundos.

En 1927 se graduó con honores y demostró que no solo era bueno para los deportes sino también para los estudios. Lograr destacar de esta forma tan positiva en un mundo racista convertía a Hubbard en un verdadero héroe.

En ese momento fue uno de los ocho afroamericanos que se graduaron entre un universo de 1456 estudiantes.

Tras culminar su etapa universitaria regresó a su ciudad y se unió a la Comisión de Recreación de Cincinnati como supervisor del Departamento de Trabajo de Color. En 1941 se convirtió en el gerente del proyecto Valley Homes que procuraba viviendas para trabajadores de guerra en Lincoln Heights, la comunidad negra autónoma más grande del país.

Después se mudó a Cleveland donde trabajó para la Autoridad Federal de Vivienda Pública.

Al mismo tiempo, Hubbard jugaba a los bolos y fue nombrado presidente de la Asociación Nacional de Bolos a lo largo de la década de 1950.

También fundó el equipo de béisbol profesional los Tigres de Cincinnati para que los negros de esa ciudad tuvieran la oportunidad de jugar en la Liga Negra Americana.

En 1969 se retiró del deporte y en 1976 falleció en Cleveland. Tuvo tres hijos y se casó dos veces.

La Universidad de Michigan, que incluyó a Hubbard en el Salón de Honor en 1979, publica una cita del campeón olímpico en su sitio web: "Nunca he sido una persona pesimista (...) siempre he sido un poco optimista. Prefiero el lado más ligero y brillante de las cosas. Y eso puede reflejarse aquí. Puede que haya habido problemas, pero yo no sabía que había problemas".

Fuentes: NPR News, Cincinnati Magazine, The Guardian, Mgoblue, Universidad de Michigan, Black Past

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