Ching Shih: La mujer china que comandó la flota pirata más exitosa de la historia

Dirigió la flota Bandera Roja en el Mar de China Meridional, la más grande de la que se tiene conocimiento

Ching Shih recibía ingresos por la piratería, por proteger a otras embarcaciones, por asaltar aldeas costeras y por secuestrar funcionarios extranjeros (Foto:Getty)
Ching Shih recibía ingresos por la piratería, por proteger a otras embarcaciones, por asaltar aldeas costeras y por secuestrar funcionarios extranjeros (Foto:Getty)

El pirata más exitoso del mundo fue una mujer. Fue una china popularmente conocida como Ching Shih, que vivió entre 1775 y 1844 y logró controlar hasta 1.800 barcos en los que viajaban más de 60.000 hombres que le rendían respetuosa obediencia.

Para entender la magnitud de los dominios de Ching Shih, hay que recordar que el legendario pirata Barbanegra comandó apenas cuatro barcos y 300 piratas.

"Fue absolutamente, sin lugar a dudas, la mejor pirata que jamás haya existido", dijo Laura Sook Duncombe, autora del libro Mujeres piratas: las princesas, prostitutas y corsarios que gobernaron los siete mares, citada por Big Think.

La escritora dice que Ching Shih “pirateó por más tiempo, ganó más dinero, se rindió por voluntad propia, pudo quedarse con su dinero y vivir el resto de sus días en libertad en lugar de ser acorralada y asesinada por un gobierno” como le pasó a Barbanegra.

Y a juzgar por sus hazañas, sí fue la mejor.

La vida de esta pirata ha sido inspiración para películas como Cantando detrás de las pantallas de 2003, el personaje de Mistress Ching en Piratas del Caribe: En el fin del mundo de 2007 y también de series de televisión como Capitán del Destino del 2015, videojuegos, mangas y podcasts.

La literatura, por supuesto, está llena de historias reales y de ficción basadas en la vida de este personaje y entre ellos destaca el relato de Jorge Luis Borges La viuda Ching, que forma parte de la colección de cuentos Historia universal de la infamia (1935).

La líder de bandidos nació con el nombre de Shih Yang en el seno de una familia muy pobre en la provincia china de Guangzhou o Cantón y, cuando llegó a la pubertad, fue obligada a prostituirse para ayudar con los ingresos del hogar.

A los 26 años, la bella, simpática, cálida e inteligente Shih Yang, trabajaba en un prostíbulo flotante que se conocía como barco de las flores que se ubicaba en la ciudad portuaria cantonesa.

Su atractiva personalidad, además de su agradable aspecto físico, convirtió al barco de las flores en un centro fascinante al que no paraban de llegar clientes de alto nivel social como cortesanos reales, comandantes militares y comerciantes exitosos, así como personajes que vivían al margen de la ley como contrabandistas y piratas consagrados.

Era una prostituta que sabía cómo seducir a clientes de la escala social más alta, y de la más baja también, porque de ahí salió. Una mujer que aprendió a no amilanarse ante los más poderosos o ante los más fuertes.

Sus escuelas para lidiar con hombres de todo tipo fueron la pobreza y el burdel.

Pasó entonces que el famoso pirata Zheng Yi se hizo asiduo al burdel flotante y se enamoró perdidamente de la más peculiar de las flores de ese barco. Y, en 1801 le pidió matrimonio a Shih Yang que, con la inteligencia que la caracterizaba, puso condiciones a la unión.

Para casarse con Zheng Yi, la muy bien plantada Shih Yang exigió compartir el poder en las jornadas piratas, así como los tesoros logrados. El pirata no puso peros a las condiciones e incluso se cuenta que el temible ladrón de los mares se sentía muy orgulloso del carácter decidido de su amada.

La ahora pirata pasó a llamarse Zheng Yi Sao, que significa "esposa de Zheng Yi".

El carisma, la inteligencia y la capacidad de negociación de Zheng Yi Sao hicieron a la pareja pirata cada vez más imparable. Gracias a la astucia de la mujer, la flota se expandió al formar alianzas con otros grupos de saqueadores marinos.

La pirata ideó un sistema para organizar a todos los que hacían saqueos en esas aguas y seis flotas piratas se unieron en una confederación, una movida que garantizó una tregua entre los ladrones marinos, solidaridad entre ellos y respeto a los espacios de cada uno.

El método que se implementó consistió en que cada flota debía llevar una bandera de un color distintivo: La roja era la de Ching Shih y Zheng Yi y era la más grande. Las otras llevaban estandartes negros, azules, blancos, amarillos y morados.

Es un dato interesante que la flota Bandera Negra, compuesta por 100 barcos, estaba comandada por el pirata Kuo P’o-Tai, protegido de Zheng Yi, que era un amante de la literatura y llevaba en su buque insignia una inmensa biblioteca.

Se cuenta que para 1806 todos los buques que navegaban por la región pagaban tributo a "la roja" para que los protegiera.

Parecían ser una pareja invencible, hasta que Zheng Yi murió en 1807 en circunstancias que no están claras pues unas fuentes dicen que sucumbió ante una tormenta y otras señalan que lo asesinaron unos vietnamitas.

En cualquier caso, lejos de amilanarse por haberse quedado sin su pareja sentimental y criminal, la ahora conocida como Ching Shih (que significa viuda de Zheng) tomó las riendas de todo el conglomerado y volvió a casarse en unas nupcias muy convenientes.

Esta vez, la pirata se casó con el hijo adoptivo de Zheng, llamado Cheung Po Tsai, que iba a convertirse en el heredero natural del negocio de la piratería. De esta forma el poder se mantuvo igualmente concentrado por los Bandera Roja y Ching Shih estableció un código de conducta para que nada se saliera de control.

Entre las reglas destacaba la que no dejaba espacio a otro liderazgo: Los ataques sólo podían ser autorizados por Ching Shih. Si a algún subordinado se le ocurría llamar a atacar, era decapitado.

Además, los superiores estaban encargados de recoger el botín y de distribuirlo de forma equitativa.

Otra regla es esa que funciona en todas las mafias: Una vez que entras, no puedes salir. Por eso, a todo aquel desertor atrapado le cortaban las orejas. La segunda vez, la cabeza.

Las normas sobre el sexo y el amor también eran muy importantes. Ching Shih tenía que aprobar las relaciones sexuales consentidas, la violación se castigaba con decapitación y, antes de tomar a una prisionera como amante, el pirata debía casarse con ella. Asimismo, las infidelidades o maltratos a la pareja estaban terminantemente prohibidos.

En resumen, todos estos asuntos maritales o sexuales tenían como pena, la mutilación de las orejas o, por lo general, la decapitación.

La Ching Shih blindada por la confederación pirata y con un liderazgo que si se ponía en duda rodaban las cabezas, recibía ingresos por la piratería, pero también por proteger a otras embarcaciones, por asaltar aldeas costeras y por secuestrar funcionarios extranjeros y pedir rescate.

Sin embargo, los campesinos la querían porque les pagaba las provisiones que le proporcionaban a los piratas y era amable con ellos.

Gracias a algunos de esos secuestrados el mundo pudo conocer muchos de los métodos y curiosidades de la que sería la persona pirata más exitosa que haya registrado la historia.

En diciembre de 1806, el primer oficial de un barco británico llamado John Turner navegaba su barco Tay a través de la pequeña colonia portuguesa de Macao y se dirigía a Cantón con una carga de té y opio.

El capitán del Tay le pidió a Turner que fuese en un pequeño velero hasta la costa para comprar provisiones y contratar a un piloto para guiar a la embarcación grande a puerto.

El subordinado obedeció y se fue con seis tripulantes indios y malayos pero a mitad de camino fueron emboscados por dos juncos chinos que se pusieron a cada lado del velero y los atacaron antes de que pudieran reaccionar.

Poseído por el pánico Turner vió como unos hombres con turbantes negros y espadas en mano saltaban a bordo de su embarcación y apuñalaban a un tripulante. Después, otro pirata alzó el brazo armado para pegarle y sus reflejos lo hicieron saltar por la borda y nadar desesperado para huir de aquellos bárbaros.

Pero los bandidos expertos lo atraparon rápidamente y lo subieron al junco más grande junto a su tripulación.

Turner fue prisionero del Bandera Roja comandado por Ching Shih por largos cinco meses y fue liberado tras el pago de un rescate.

Tras su liberación, el marinero escribió su experiencia en un libro llamado Los sufrimientos de John Turner, primer oficial del buque Tay con destino a China y el cautiverio entre ladrones publicado en 1809.

En estas memorias narró que estos piratas capturaban nuevas víctimas a diario, pero que el trato era diferente entre quienes les mostraban respeto y quienes les insultaban, éstos últimos no vivían para contarlo.

Turner dijo que observó con horror cómo los piratas clavaban los pies de un cautivo a la cubierta mientras el hombre seguía vivo y lo golpearon salvajemente con látigos, después lo bajaron a tierra y lo "cortaron en pedazos".

En otro capítulo dice que otro hombre fue ejecutado "estando en posición vertical, le abrieron las entrañas y le cortaron el corazón que después empaparon en aguardiente y comieron".

Otro rehén fue Richard Glasspoole, que pasó cuatro meses como prisionero en una bodega infestada de ratas - que eran criadas para ser comidas como un manjar- en un barco de Ching Shih, y sobrevivió comiendo arroz y gusanos.

Por las narraciones de Glasspoole se conocen muchas de las peculiaridades y métodos de la mujer pirata como por ejemplo obligar a los chinos capturados a unirse a sus filas y, si se negaban, eran asesinados.

Los prisioneros europeos eran obligados a participar en los saqueos de aldeas. Glasspoole fue usado para operar los cañones porque tenía habilidad para ello, lo que le hizo ganarse el aprecio de la gran jefa que llegó a rociarlo con el agua de ajo con la que "protegía" a sus marineros antes de cada ataque.

También ofreció datos sobre las estrategias de Ching Shih para evadir a los buques de guerra que le envió el Imperio Qing y otros gobiernos que se aliaron para acabar con los bandidos del mar.

El Imperio Qing estaba desesperado por acabar con los piratas en el mar de la China Meridional y, en especial, la poderosa flota Bandera Roja comandada por Ching Shih.

El grupo de saqueadores era tan poderoso que el comercio del país estaba bajo constante amenaza.

Para liquidar a los Bandera Roja, el Imperio Qing reunió una flota de 35 barcos para destruirla, pero en vez de huir, la ya veterana pirata se fue directo a la batalla y no sólo ganó, sino que se llevó varias docenas de barcos enemigos para su colección.

Los barcos piratas cantoneses de Ching Shih eran rápidos y livianos (Foto:Getty)
Los barcos piratas cantoneses de Ching Shih eran rápidos y livianos (Foto:Getty)

Después la atacaron con 100 barcos y también resultó triunfadora. Entonces, tras una serie de derrotas, el Imperio decidió aliarse con armadas extranjeras y en 1809 el Bandera Roja se enfrentó con una flota chino-portuguesa en la que se conoció como la Batalla de la Boca del Tigre que trató de embotellarla en la bahía de Tung Chung.

Por tres meses los portugueses batallaron por encontrar el punto débil de la flota comandada por la pirata, pero no lo lograron. Ching Shih era imbatible, pero al mismo tiempo sabía que la cacería en su contra no terminaría jamás.

La jefa de hombres decidió entonces que era la hora de parar con la piratería y dedicarse a otros negocios que no implicaran estar siempre en la mira de los gobernantes. Y como nunca pasó por su mente entregarse para ser juzgada, decidió negociar las condiciones de su libertad y la de sus marineros.

La hábil Ching Shih no sólo consiguió que los Bandera Roja fueran indultados en 1810 sinó que también consiguió un título nobiliario e incluso logró mantener una pequeña flota de barcos comandados por su esposo Cheung Pao que se convirtió en madarín naval.

Buena parte de los piratas de la confederación fueron reclutados por la Armada Imperial China y se les asignó la tarea de acabar con la piratería en la región. Con el tiempo serían asistidos por la Marina Real Británica después de que se estableciera formalmente una colonia británica en Hong Kong en 1841.

La pirata ya era leyenda cuando murió a la edad de 69 años y muchos la vieron como una heroína al burlar a la clase gobernante de su país y de otras potencias del momento, que también cometían atroces crímenes, pero amparados en un manto de legalidad.

Al morir, por causas naturales, la otrora pobre, prostituta y pirata, era la digna propietaria de una casa de juego en la que también manejaba una exitosa red de contrabando.

Fuentes: History Hit, History Captain, Military, World History, Encyclopedia, Atlas Obscura, The World of Chinese, Arts and Culture, Big Think, CNN

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