Nayib Bukele viajará a la Argentina a fin de mes, tras el acuerdo de seguridad entre ambos países

Javier Milei con Nayib Bukele, en junio pasado, en la asunción del presidente de El Salvador para su segundo mandato
Javier Milei con Nayib Bukele, en junio pasado, en la asunción del presidente de El Salvador para su segundo mandato

Javier Milei y el presidente de El Salvador, Nayib Bukele, darán otro paso en su buena sintonía con la visita del mandatario centroamericano a Buenos Aires a fin de mes, después de la firma en junio de un convenio en materia de seguridad.

El mandatario conocido por su “guerra contra las pandillas”, que se convirtió en un modelo de mano dura para la derecha regional y -en particular- para el gobierno de Milei, aterrizará en la Argentina a fin de mes para una visita oficial, según pudo confirmar LA NACION de fuentes diplomáticas.

Según información preliminar, Bukele llegaría a Buenos Aires el 29 de septiembre para una visita que comenzará formalmente al día siguiente y que incluiría una nueva reunión bilateral con Milei, además de otros compromisos con funcionarios del Gobierno y el Congreso. En principio, el viaje será únicamente a Buenos Aires, a pesar de que en el pasado el mandatario centroamericano dijo estar al tanto de la crítica situación de seguridad de Rosario.

Si bien todavía no está confirmada oficialmente la comitiva que acompañará a Bukele, se espera que viaje también el ministro de Justicia y Seguridad Pública de El Salvador, Gustavo Villatoro, quien tiene un vínculo ya establecido con sus pares en la Argentina, Patricia Bullrich y Mariano Cúneo Libarona, y es el principal responsable del acuerdo de asesoramiento en materia de seguridad entre ambos países.

Bullrich y Villatoro -quien viajó a Buenos Aires en diciembre pasado, para la asunción de Milei, mientras Bukele se encontraba de licencia por su campaña electoral- firmaron en junio “un convenio de trabajo para intensificar la colaboración en el intercambio de información, el intercambio de instrumentos legales y en las capacitaciones conjuntas entre las Fuerzas de Seguridad de ambos”, según informó entonces el Ministerio de Seguridad argentino. También establecieron la creación de “un laboratorio de políticas de seguridad para llevar números actualizados de la Argentina, El Salvador y cualquier otro país que decida adherir al mismo”.

Esta será la segunda vez que Bukele y Milei –que suelen intercambiar elogios en público- se encontrarán cara a cara.

El 1° de junio, Milei hizo una escala en San Salvador cuando regresaba de una gira por Estados Unidos para asistir a la asunción de Bukele a su segundo mandato, tras un abrumador triunfo en unos comicios cuestionados porque en ese país la reelección consecutiva estaba prohibida por la Constitución.

Después de la ceremonia de investidura, Bukele recibió a Milei en la Casa Presidencial, donde mantuvieron una reunión cordial con parte de sus equipos, de la que participó la secretaria general de la Presidencia y hermana del mandatario, Karina Milei.

“Presidente, qué placer conocerte en persona. ¿Cómo es esto de ser reelecto?”, le dijo el líder libertario a Bukele, después de darle un abrazo y antes de sumergirse en una conversación sobre las reformas que cada uno llevaba a cabo en sus países –Milei sobre la economía y Bukele sobre la seguridad-. En ese momento, el presidente argentino invitó a su par salvadoreño a Buenos Aires.

El de fin de mes no será el primer viaje de Bukele al país, aunque sí el primero como mandatario. El 18 de junio, cuando recibió a Patricia Bullrich en San Salvador, Bukele le dijo que para él, Buenos Aires “es la ciudad más bonita del mundo”, a la que viajó varias veces cuando su mujer, Gabriela Rodríguez, que es psicóloga, educadora y bailarina, realizaba prácticas para una maestría en esta ciudad.

Durante aquel viaje, Bullrich se enfocó en analizar y ver de primera mano la famosa estrategia de seguridad de Bukele, que logró reducir drásticamente la violencia en un país hasta hace unos años dominado por las pandillas. La ministra visitó incluso el Centro de Confinamiento del Terrorismo (Cecot), la famosa megacárcel de máxima seguridad con capacidad para 40.000 presos, que se convirtió en el emblema de la política de mano dura.

La política de seguridad de Bukele -la llave de su alta popularidad dentro de El Salvador- se basa principalmente en un estricto estado de excepción que rige desde marzo de 2022. Más allá de su eficacia –la tasa de homicidios pasó de estar por encima de 100 cada 100.000 habitantes a 2,3 el año pasado, según cifras oficiales-, organismos de derechos humanos denuncian detenciones arbitrarias, torturas y muertes en los penales como consecuencia de la estrategia.

Patricia Bullrich y Gustavo Villatoro, en el Cecot
Patricia Bullrich y Gustavo Villatoro, en el Cecot - Créditos: @Alex Orellana

“Yo siempre he dicho que nosotros estamos abiertos a apoyar a cualquier gobierno. Hace poco firmamos un acuerdo con el gobierno de Argentina, hemos recibido solicitudes de apoyo de diferentes tipos de otros gobiernos”, dijo Bukele en una reciente entrevista con la revista Time, en relación a las consultas que reciben de distintos países de la región sobre su estrategia de seguridad.

El 4 de febrero, el día de las elecciones presidenciales en El Salvador, Bukele ya había hablado sobre la posibilidad de un asesoramiento a la Argentina en materia de seguridad ante una consulta de LA NACION en una conferencia de prensa.

“Las medidas que pueden ser compartidas por parte de nosotros para Argentina, de repente no tendrían que ser tan drásticas porque no tienen problemas tan grandes como el nuestro. Ante problemas más pequeños, tal vez el medicamento puede ser más pequeño”, dijo el mandatario, quien consideró que “el problema [de seguridad] en la Argentina es más pequeño que en El Salvador, aunque preocupante, sobre todo en Rosario y algunas zonas”.

El gobierno de Milei mira de cerca la experiencia de Bukele no solo por su estrategia de seguridad, sino también por otros aspectos, desde su modelo de comunicación -con un fuerte énfasis en las redes sociales y duras críticas a los medios tradicionales-, hasta reformas políticas, como la reducción del tamaño del Congreso, a la que funcionarios argentinos han hecho referencia como un ejemplo. También miran con admiración cómo el mandatario pasó de tener un bloque minoritario en el Congreso en 2019 a una mayoría dos años después, y a un control casi total de los tres poderes a partir de este año.

Sin embargo, en relación a la economía, los dos gobiernos muestran distintos enfoques, dado que el presidente salvadoreño promueve un Estado presente, sobre todo en este segundo mandato, en el que afirmó poner el foco en mejorar la situación económica del país, donde casi tres de cada diez personas es pobre.