Bolivia despide un 2024 con una crisis múltiple y avizora un 2025 de alta tensión

El presidente de Bolivia, Luis Arce, y el expresidente y líder del Movimiento al Socialismo, Evo Morales.

La crisis política y económica que atraviesa Bolivia, marcada por la pugna entre el presidente Luis Arce y Evo Morales, así como la orden de detención contra este último por un presunto vínculo con una menor, han definido un año complejo que anticipa la guerra electoral de 2025. Análisis desde La Paz.

La fractura interna en el otrora monolítico Movimiento al Socialismo (MAS) comenzó en 2022 con el enfrentamiento entre las facciones del actual presidente Luis Arce y el exmandatario Evo Morales por la candidatura presidencial. Sin embargo, en noviembre pasado, dos decisiones del Tribunal Constitucional inclinaron la balanza a favor de Arce.

El 1 de noviembre, el Constitucional resolvió que ningún candidato puede buscar una tercer mandato presidencial, ya sea continuo o discontinuo, bloqueando la postulación de Morales, que ya gobernó en tres períodos (2006-2019).

Dos semanas después, la corte reconoció que el nuevo jefe del MAS es el dirigente campesino Grover García, afín al presidente Arce, desplazando a Morales tras 27 años de liderazgo.

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El Constitucional ha sido objeto de críticas de parte del “evismo” y la oposición en el Legislativo, que le acusan de tomar decisiones políticas que alientan el choque de poderes. Los jueces de ese órgano serán reemplazados parcialmente, tras las elecciones judiciales del 15 de diciembre, aunque los más polémicos por sus decisiones mantendrán sus cargos.

Cerco judicial a Morales por trata de menores

La situación judicial de Evo Morales también ha empeorado en otro flanco. La fiscal Sandra Gutiérrez presentó la imputación por “trata de personas con agravante” contra el líder por su supuesta relación con una menor cuando era presidente en 2019.


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