Los cambios de los rebeldes para la nueva etapa en Siria: “No impondremos el velo, queremos que la gente sea libre”

Ahmad al-Mohammed, el ministro de Justicia de Alepo
Ahmad al-Mohammed, el ministro de Justicia de Alepo - Créditos: @Elisabetta Piqué

ALEPO, Siria.- Fue tan vertiginoso su avance y la posterior caída del régimen de Bashar al-Assad que los “libertadores”, es decir, los “barbudos” del grupo islamista rebelde Hayat Tahrir al-Sham (HTS) en Alepo todavía no tuvieron tiempo de remover las dos inmensas gigantografías que recubren las paredes del imponente Palacio de Justicia.

Este edificio bastante moderno queda en la parte occidental de la segunda ciudad más importante de Siria, que casi no sufrió durante la guerra civil que causó gran destrucción y un baño de sangre en la parte oriental, que era el bastión de los rebeldes.

Ahmad Al Mohammed, Ministro de Justicia de Alepo
Ahmad Al Mohammed, Ministro de Justicia de Alepo - Créditos: @Elisabetta Piqué

Aunque Alepo fue la primera ciudad que cayó en manos de los rebeldes el 30 de noviembre pasado, en una avanzada sin resistencia desde la cercana ciudad de Idlib -sede del gobierno de Salvación Nacional establecido allí por HTS-, el Palacio de Justicia todavía no volvió a funcionar. De cinco pisos, el edificio está vacío: sus 800 empleados y 350 jueces, hombres y mujeres, aún no han regresado porque deben reajustarse las cosas después del inesperado cambio de guardia.

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En su inmenso hall aún se ve colgada una bandera de la Siria del viejo régimen de la dinastía Al-Assad -que dominó al país con puño de hierro durante más de cinco décadas-, con dos estrellas en lugar de tres y la franja superior roja, en lugar de verde. Hace mucho frío, hay un pequeño gorrión revoloteando arriba de unos cubículos para hacer trámites y la única persona que se ve en el primer piso es una mujer con velo.

Una gigantografía de Bashar al-Assad en el Palacio de Justicia de Alepo
Una gigantografía de Bashar al-Assad en el Palacio de Justicia de Alepo - Créditos: @Elisabetta Piqué

Allí, en el marco de la estrategia de relaciones públicas puesta en marcha por el líder de HTS, Abu Mohamed al-Golani -de pasado fundamentalista y terrorista, pero ahora sorprendentemente moderado-, el nuevo presidente del Tribunal de Alepo, Ahmad al-Mohammed, espera para una entrevista. Nos acompaña hasta su despacho un miliciano de campera camuflada que nos hace notar, riendo, que aunque no pudieron aún sacar las gigantografías de Al-Assad que marcan la entrada del edificio, en el piso hay un póster con su foto para limpiarse los zapatos.

El nuevo presidente del Tribunal y juez supremo nos hace esperar unos minutos. “Está terminando de rezar”, explica el miliciano. Cuando se abre la puerta del despacho, la temperatura es más clemente gracias a una estufa eléctrica. Ahmad al-Mohammed -jeque de 43 años, pero que aparenta más por su pelo gris y barba larga- saluda a las periodistas sin dar la mano, sino bajando la cabeza y tocándose el pecho. Ofrece a los visitantes té y ese rostro amable de la nueva Siria libre. Asegura que no impondrá el uso del velo a las mujeres, que la nueva Constitución será una mezcla de sharia -la ley islámica- y las normas laicas actuales, y anuncia que se cerrará la prisión de Sednaya -centro de torturas y ejecuciones, y símbolo de los indecibles crímenes cometidos por el régimen contra los disidentes-. Podría convertirse en un centro para la memoria, al estilo ESMA.

El nuevo jefe de todos los jueces no es abogado, sino maestro de religión y jeque. No habla inglés ni ningún otro idioma extranjero, así que nos comunicamos a través de un intérprete. Aunque es originario de Alepo, no pisaba esta antiquísima y ahora destruida ciudad desde hacía más de una década. Debido a la guerra civil, como muchos otros se escapó en 2011 a Idlib, que se volvió el cuartel general de la oposición islamista rebelde y donde fue juez de un tribunal.

Ahmad al-Mohammed, nuevo presidente del Tribunal de Alepo
Ahmad al-Mohammed, nuevo presidente del Tribunal de Alepo - Créditos: @Elisabetta Piqué

Vestido de jeans y campera beige, a su lado salta a la vista lo que define “la nueva bandera del Ministerio de Justicia”, que es sugestivamente blanca, como la de los talibanes. Sobre su escritorio hay un Corán y, en unos estantes, las alfombritas para rezar hacia la Meca. En el suelo, medio escondido, se ve un chaleco antibala verde militar con un cargador en uno de sus bolsillos. El nuevo juez supremo de Alepo, miembro de HTS, admite que fue antes de Al-Nusra, grupo terrorista asociado a Al-Qaeda que también se sumó a la oposición rebelde islamista. Sin convencer demasiado, niega haber sido un combatiente.

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-Corren versiones de que las abogadas y juezas mujeres ya no podrán trabajar aquí. ¿Son verdad?

-En Idlib hay abogadas mujeres, pero no juezas. Acá estamos esperando para establecer nuevas normas, pero seguramente podrán trabajar mujeres abogadas y juezas. No hemos echado a nadie, los tribunales están vacíos porque todavía no estamos listos, se perdió documentación, el edificio no está en buenas condiciones, pero empezamos a trabajar con algunos casos penales y desde mañana volverán algunos empleados.

-¿Usarán leyes civiles o impondrán la sharia?

-Un comité está escribiendo una nueva Constitución que será buena para todos y para todas las religiones. Estamos esperando. Mientras tanto puedo decir que se mantendrán las leyes actuales para el matrimonio y el divorcio. La nueva Constitución será la misma en toda Siria, incluso en Idlib.

-¿Es decir que sacarán la sharia de Idlib?

-Para el tema del matrimonio y el divorcio, sí. Por lo demás, habrá una nueva Constitución que será mixta: una mezcla de sharia, que es la base de todo y de las leyes pasadas, pero será buena para todos.

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-¿Qué pasará con el código penal?

-En Idlib nunca le cortamos las manos a los ladrones, eso no existe en la sharia…

-¿Y habrá pena de muerte, actualmente en vigor en Siria?

-La sharia prevé la pena de muerte, si alguien entra en mi casa y me roba y me mata, el autor del homicidio debe tener pena de muerte. Pero también existe el precio de la sangre: si uno de sus hijos dice que lo perdona, tendrá perpetua. En Idlib, por ejemplo, nunca se aplicó la pena de muerte porque establecimos un comité que intenta resolver el problema entre el asesino y la familia de la víctima, que puede solucionarse también a través de una indemnización de dinero.

-¿Qué castigo le van a dar a los máximos responsables de los horrores -torturas, crímenes contra los derechos humanos-, que están saliendo a flote? Hay versiones que hablan de una lista de 40.000 personas que quieren ajusticiar…

-Los máximos criminales serán sometidos a juicios públicos y la sentencia dependerá del juez.

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-¿Cómo solucionarán la falta de credibilidad del sistema judicial del régimen, marcado por la corrupción?

-Sí, había corrupción y se sabía que sólo para entrar a los Tribunales y ver un juez había que pagar ocho dólares, que son 100.000 libras sirias, una enormidad para la gente. Pero si un juez tiene un salario de 100 dólares eso lo impulsa a ser corrupto…

-¿Cómo cambiarán esto?

-No todos los jueces son corruptos, hay jueces buenos designados en lugares que no podían hacer nada, pero ahora abrimos una nueva página, una página en blanco. Veremos los currículums de todos los empleados y todos los jueces, y los que no cuenten con comportamientos excesivamente incorrectos, los integraremos. Pero la persona corrupta no podrá quedarse y aumentaremos la vigilancia.

-¿Cambiarán el sistema carcelario, en momentos en que salen a la luz prisiones secretas y torturas terribles?

-Claro que sí, no vamos a permitir las torturas y la prisión de Sednaya será cerrada. La gente ni siquiera puede oír su nombre.

-¿Pueden llegar a hacer allí lo que se hizo un centro para a memoria como la Argentina hizo con la ESMA, emblemático lugar de tortura durante la última dictadura militar?

-Estamos pensando, hay algunas ideas de este tipo al respecto, pero todavía no se ha decidido…

-¿Impondrán el uso del velo para las mujeres?

-No, queremos que la gente sea libre.

-Pero en Idlib es obligatorio…

-Es porque allá son todos musulmanes, pero las mujeres no están obligadas a usarlo. De todos modos, es recomendable para las mujeres que van allá taparse la cabeza porque los hombres no están acostumbrados a ver a una mujer sin velo. Por ejemplo, mi hijo nunca vio afuera de su casa a una mujer sin velo. Solo en televisión (risas).

-Hablando de familia, ¿está casado?

-Sí, me casé a los 18 años con una mujer que amo y que me ama, y tengo tres hijos: dos varones, uno en la universidad y el otro en la secundaria, y una mujer, que también está en la universidad. Siendo un jeque podría tener cuatro mujeres, pero prefiero tener sólo una (risas).

-¿Qué estudia su hija universitaria?

-Administración de empresas. Somos seres humanos, no somos diferentes, tenemos familias, hijos...

-¿Hace un mes se hubiera esperado estar sentado en este despacho como nuevo juez y presidente del Tribunal de Alepo?

-No. Pensábamos que íbamos a necesitar al menos seis meses solo para tomar Alepo. No esperábamos una caída tan rápida del régimen de Al-Assad, por lo que tampoco teníamos planes para seguir bajando a Homs y a Hama… Pero ahora estamos listos para trabajar las 24 horas. De hecho, estoy durmiendo acá, en este despacho.

-¿Traerá a su familia a vivir a Alepo?

-Sí, cuando todo esté más asentado.