Epicentro de la resistencia, Homs respira libertad, pero se advierte una preocupante señal de venganza de los jihadistas

Milicianos continúan las celebraciones en Homs
Milicianos continúan las celebraciones en Homs - Créditos: @Elisabetta Piqué

HOMS, Siria.- A las dos de la tarde en la plaza de la Torre del Reloj, lugar que se ha vuelto un símbolo de la resistencia de Homs, la tercera ciudad más importante de Siria y la más destruida en los casi 14 años de guerra civil, milicianos del grupo islámico rebelde Hayat Tahrir al-Sham (HTS), ahora en el poder, siguen festejando. Con el puño en el alto y haciendo la “V” de la victoria, se sacan fotos con mujeres y hombres de todas las edades, aún incrédulos ante la impensable caída del régimen de Bashar al-Assad.

Esta se precipitó en una operación relámpago de 11 días que, desde Idlib, bastión de HTS, primero tomó Alepo y luego fue bajando hasta Damasco, la capital, casi sin encontrar resistencia, salvo en esta ciudad, donde hubo algunos combates, pero menores.

Un hombre pasa en motocicleta por la tienda de un vendedor de productos agrícolas debajo de un edificio muy dañado en el distrito Waer de Homs el 16 de diciembre de 2024.
Un hombre pasa en motocicleta por la tienda de un vendedor de productos agrícolas debajo de un edificio muy dañado en el distrito Waer de Homs el 16 de diciembre de 2024. - Créditos: @AAREF WATAD

Homs, en efecto, es considerada la “capital de la revolución” fallida en contra dinastía Al-Assad. Fue justamente en la Plaza del Reloj que a mediados de marzo de 2011, después de las primeras protestas en la sureña ciudad de Deraa, comenzaron a darse todos los viernes, a la salida de la cercana mezquita, masivas manifestaciones pacíficas para derrocar el régimen.

PUBLICIDAD

Miles salían a la calle a protestar y fue una primera represión brutal, que causó en abril una masacre de 300 jóvenes, que cambió todo. Indignados, muchísimos dijeron basta y decidieron tomar las armas. Y una revolución pacífica se transformó en una sangrienta guerra civil. Determinado a sofocarla a cualquier costo, Al-Assad mantuvo un feroz sitio contra Homs que duró tres años: de febrero de 2012 a mayo de 2014. El sitio no sólo hizo que se fueran a otra parte, desplazados, cientos de miles de habitantes de esta ciudad de 2,5 millones de almas que luce empobrecida como toda Siria, sino que también la devastó en forma impresionante. No hay edificio que no cuente con una marca de fuego y se ven persianas agujereadas, centenares de construcciones en ruinas, esqueletos de edificios, escombros, desolación absoluta y miseria. Quienes se quedaron durante el sitio, sobrevivieron al fuego cruzado en condiciones terribles: sin agua, comida, electricidad, bien que sigue faltando en una Siria en ruinas después de casi 14 años de guerra.

“La violencia criminal de Al-Assad en la guerra civil superó toda la violencia de las cinco décadas que estuvo en el poder... Pudo haber dialogado y evitado un baño de sangre, pero se ensañó en contra de su propia gente”, lamenta Jacques Murad, arzobispo sirio católico de Homs, que está feliz por el fin de la dictadura, pero que no oculta su preocupación por cómo evolucionará el nuevo gobierno de transición.

 Jacques Murad, arzobispo sirio católico de Homs
Jacques Murad, arzobispo sirio católico de Homs - Créditos: @Elisabetta Piqué

Si bien en las primeras reuniones que tuvo con los altos representantes de HTS estuvieron muy amables y aseguraron que iban respetar la libertad de todas las minorías y a establecer un Estado laico, hace unos días escuchó de boca de uno de ellos algo que lo dejó shockeado.

“Les estaba hablando de algunos hechos de violencia que ocurrieron después del 8 de diciembre en unos pueblos cerca de la frontera con el Líbano, de mayoría cristiana, donde fueron a buscar a exintegrantes de la policía secreta para vengarse y mataron a 160 personas de Hezbollah (el grupo terrorista chiita libanés respaldado por Irán, que apoyaba a Al-Assad) y les estaba diciendo que esto no es posible. Y uno de ellos reveló: ‘Tenemos una lista de 40.000 personas del viejo régimen para ejecutar’. Me quedé helado”, cuenta este monje nacido en Alepo.

PUBLICIDAD

“Le dije que comprendía la necesidad de castigar las violaciones de los derechos humanos. Pero que si, como prometió Abu Mohammed al-Golani [líder de HTS], queremos realmente promover la reconciliación y construir una Siria finalmente para todos, si empezamos así quiere decir que no cambió nada, sólo el nombre y que ustedes son como el régimen de Al-Assad. Le dije que si se comportan de esa forma, volvemos al mismo pozo y que es necesario establecer un sistema judicial independiente que juzgue a las personas que han cometido crímenes, que tienen derecho a defenderse y ser juzgadas y que si van a la cárcel deben ir a una prisión donde se impida la tortura”, subraya.

“Si queremos un Estado laico, libre y moderno en Siria, lo primero que hay que hacer es una justicia independiente, libre, porque, además, estos 40.000 que el HTS quiere ajusticiar muy probablemente respondían órdenes”, añade Murad, que es muy conocido porque en 2015 estuvo durante cinco meses secuestrado por el grupo fundamentalista Estado Islámico “que, en comparación con las prisiones de Al-Assad, seguro me trató mejor”.

Murad también le dijo al funcionario de HTS que “si empezamos así, con una ejecución de 40.000 personas, la gente, que está ilusionada con un cambio, ya no les va a tener confianza” y que, “con esa imagen de violencia, volvemos para atrás”.

¿Cómo reaccionó su interlocutor? “Evidentemente no le gustó lo que le dije, pero me parece que es nuestro rol ahora, en este momento, decir estas cosas”, contesta el arzobispo de Homs.

 El padre jesuita Tony Homsy
El padre jesuita Tony Homsy - Créditos: @Elisabetta Piqué

Piensa parecido el padre jesuita Tony Homsy, sacerdote sirio de 39 años que está a cargo de los católicos de Homs desde hace dos años. “Salvo excepciones, durante la dictadura de Al-Assad los cristianos fuimos insípidos y me parece que ahora tenemos que ser como la sal, tenemos que involucrarnos en la nueva era”, afirma. Esas excepciones fueron los padres jesuitas Paolo Dall’Oglio (el italiano fundador de la comunidad Deir Mar Musa, desaparecido el 29 de julio de 2013 en Raqqa, entonces capital siria de EI, porque intentaba que Al-Assad dialogara con los rebeldes) y el jesuita holandés Frans van der Lugt, el único cura y extranjero que se negó a ser evacuado durante el durísimo sitio de Homs –cuya brutalidad denunciaba ante el mundo–, ejecutado en el convento jesuita el 7 de abril de 2014, como recuerda una tumba que se levanta en el mismo lugar en el que fue acribillado por un hombre con el rostro cubierto. “Su presencia acá molestaba porque decía y denunciaba lo que veía y eso le molestaba a las dos partes, pero uno de sus últimos mensajes que dejó, hoy parece profético: ‘A través de los más oscuros días, rezamos por un nuevo comienzo para Siria’”, evoca el padre Homsy.

PUBLICIDAD

Este jesuita también se reunió en los últimos días con el nuevo gobernador de Homs, Abdulrahaman al-Ama, del HTS, que también le aseguró que habrá respeto y libertad para todos y que le dejó una buena impresión. Por eso, se define “optimista”: “Aquí también hacemos catequismo y por primera vez los jóvenes sienten que tienen otra opción, otra posibilidad, antes que la de irse del país”, subraya.

Un tanque abandonado en Homs
Un tanque abandonado en Homs - Créditos: @Elisabetta Piqué

En Homs, de repente se respira aire de libertad. Después de una semana de caos, oficinas y escuelas cerradas, se ven chicas saliendo del colegio, gente pintando en persianas de su tiendas la bandera rebelde de la Siria libre, siguen oyéndose tiros al aire de celebración y empieza a haber más movimiento. Los que se fueron por el miedo a esos combates que duraron muy poco entre el HTS y el Ejército –que incluso dejó un tanque abandonado–, ya regresaron. Y también empiezan a volver quienes debieron escapar hace diez años, cuando Homs se convirtió en un infierno durante el sitio.

Shaoqui, un maestro de inglés de la minoría alauita (la misma de los Al-Assad) que cobra un dólar la hora de clase y vive en uno de los barrios más pobres y destrozados, no está tan convencido de la algarabía generalizada. “No es claro lo que pasa y antes que pensar en política los pobres tenemos que luchar para conseguir trabajo y comida”, dice.

Shaoqui, un maestro de inglés de la minoría alauita
Shaoqui, un maestro de inglés de la minoría alauita - Créditos: @Elisabetta Piqué

Lejos de allí, en la Plaza de la Torre del Reloj, símbolo de la revolución, sin embargo, el clima es de júbilo. Un “barbudo” de Idlib, de 26 años y kalashnikov al hombro, muy amable, accede a hablar con la periodista extranjera. Si bien era obrero metalúrgico, se unió a HTS en 2019, dice que tiene enormes esperanzas en su flamante gobierno y que llegar a Homs y derrocar a Al-Assad para él fue “cumplir un sueño”.