Benjamin Netanyahu encadena en pocos días los mayores golpes judiciales y políticos en un momento crítico de la guerra
JERUSALÉN.- Hace apenas una semana, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, podía sonreír en privado. Su Ejército paseaba la bandera nacional por el lado gazatí del paso de Rafah sin crisis diplomática con Egipto. Cientos de miles de gazatíes seguían las órdenes del Ejército y hacían su enésimo desplazamiento forzoso hacia una “zona humanitaria expandida” que la ONU no ve como tal. Y, tras paralizar un envío de armas a Israel, Estados Unidos promovía otro paquete por valor de 920 millones de euros y aclaraba que la actual operación en Rafah no es la ofensiva a gran escala que rechaza.
Es difícil que el primer ministro israelí sonría por estas horas. Una concatenación, por azar, de importantes decisiones políticas y judiciales ha supuesto el mayor revés diplomático para Israel desde que invadió Gaza, en octubre pasado.
La solidaridad que recibió tras el ataque de Hamas, con 1200 personas asesinadas y el dolor de los familiares de rehenes, ha quedado sepultada por 233 días de muerte (casi 36.000 personas, en su mayoría mujeres y niños, según las autoridades de Gaza), devastación y declaraciones de ministros que van del “nos da igual lo que diga el mundo” a la incitación al genocidio.
Como sucede con las fugas en las tuberías, el tapón de Estados Unidos en defensa de su gran aliado (bloqueando hasta tres resoluciones de alto el fuego permanente) no ha impedido que el agua salga por otro lado. El más reciente, el Tribunal Internacional de Justicia (TIJ) de la ONU, con sede en La Haya. Sudáfrica, un país del sur global con el simbolismo de haber dejado atrás el régimen de apartheid, llevó allí a Israel por presunto genocidio en Gaza. Tras dos audiencias que concluyeron en advertencias, el tribunal le ordenó el viernes detener de inmediato la ofensiva en Rafah. “Para los historiadores que analicen retrospectivamente la guerra de Gaza, el 24 de mayo de 2024 [día de la resolución del TIJ] será la segunda fecha más importante desde el 7 de octubre de 2023″, escribía en la red social X Yonatan Touval, analista de políticas de Mitvim, un think tank con sede en Tel Aviv.
A esa orden y a la presión internacional para frenar la guerra, Netanyahu ha respondido manteniendo la retórica desafiante y con nuevos bombardeos sobre Gaza, incluido Rafah, la zona del sur del enclave de la que ha escapado atemorizada la mayoría de desplazados y se calcula que aún quedan otros cientos de miles. La ofensiva continúa con la misma intensidad. El secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, ha insistido en la necesidad de que entre más ayuda a Gaza. El tribunal reclama a Israel la reapertura del cruce de Rafah con Egipto para la ayuda humanitaria, pero sigue cerrado.
Los expertos están divididos sobre el verdadero alcance de la decisión para la ofensiva, ya que habla de las acciones que “puedan infligir a los gazatíes condiciones de vida que puedan llevar a su destrucción total o parcial”, es decir, constitutivas de genocidio. Y su cumplimiento depende en la práctica de lo que decidan ahora los países, sobre todo en el Consejo Nacional de Seguridad de la ONU. Pero muestra, en cualquier caso, cómo la comunidad internacional cierra cada vez más puertas a Netanyahu en su huida hacia una victoria total que –insiste– pasa, sí o sí, por invadir Rafah y en la que ya no creen el 48% de israelíes, según una encuesta difundida el jueves por la televisión pública.
Órdenes de detención
La Haya ha sido el escenario clave de su semana horribilis. Karim Khan, el fiscal jefe del otro gran tribunal con sede en la ciudad –el Penal Internacional, que juzga a personas y no a Estados– pidió el lunes a los jueces que emitieran una inédita orden de arresto contra él y su ministro de Defensa, Yoav Gallant.
El palo es triple. Khan pudo hacer la petición porque el liderazgo palestino apostó en 2009 por hacerse un hueco en los organismos internacionales. En Israel lo llegaron a llamar “terrorismo judicial”. La Corte Penal Internacional (CPI) rechazó la candidatura palestina por no ser aún considerado un Estado. Obtuvo el estatus en 2012 (como no miembro) e ingresó en 2015, pese a las advertencias de Estados Unidos y de Israel (que reaccionó reteniendo impuestos que debía transferir a la Autoridad Palestina). Hace apenas tres años, la CPI confirmó su jurisdicción sobre los crímenes cometidos en Gaza, Cisjordania y Jerusalén Este, o por palestinos en otro lugar. Es decir, como Israel no reconoce a la Corte, ninguna de las cinco peticiones de arresto (ni las de los líderes israelíes ni las de los dirigentes de Hamas) habría sido hoy posible de no ser por ese camino que Netanyahu trató de impedir.
Además, si bien el fiscal no atribuyó los mismos delitos ni equiparó a los dos líderes de Israel con los tres de Hamas cuyo arresto también pide, los puso simbólicamente en el mismo plano al anunciar las peticiones de arresto a la vez: Netanyahu, el máximo dirigente del país que se jacta de tener “el Ejército más moral del mundo”, y Hamas, que Estados Unidos y la UE tienen en su listado de organizaciones terroristas.
#ICC Prosecutor @KarimKhanQC announces applications for arrest warrants in relation to Benjamin Netanyahu and Yoav Gallant in the context of the situation in the State of #Palestine ⤵️https://t.co/WqDZecXFZq pic.twitter.com/bxqLWc5M6u
— Int'l Criminal Court (@IntlCrimCourt) May 20, 2024
Si los jueces acabaran pidiendo los arrestos, Netanyahu compartiría vagón con sátrapas africanos con mucha sangre en las manos o el presidente ruso, Vladimir Putin. Y, mientras que apenas cambiaría la vida a los líderes de Hamas, supondría un terremoto para Israel que su primer ministro no pudiese pisar 124 Estados, entre ellos sus principales aliados (salvo Estados Unidos) del espejo occidental en el que le gusta verse reflejado. Como señalaba Micah Goodman, investigador del Instituto Shalom Hartman de Jerusalén, en el diario Yediot Aharonot: “Necesitamos que Occidente nos vea como un país moral que sigue las reglas y que Medio Oriente nos vea como un país decidido, agresivo e impredecible que a veces también es despiadado. Queremos las dos cosas: amor y miedo. Que Occidente nos ame y que Medio Oriente nos tema”.
Reconocimiento
Entre ambas decisiones judiciales, llegó una política de peso. España, Irlanda y Noruega anunciaron que reconocerán a partir del martes al Estado palestino, una idea que llevaba una década durmiendo el sueño de los justos. Entre 2014 y la guerra en Gaza solo lo hicieron tres países; dos de ellos, Estados del Caribe. La invasión de Gaza la ha resucitado como mensaje de defensa de la solución de los dos Estados, ante el rechazo de Israel a negociarla, y de apoyo a las fuerzas moderadas frente a quienes, como Hamas, recurren a la violencia y no reconocen el derecho a existir de Israel.
El gobierno israelí reaccionó a la defensiva. ¿Las peticiones de arresto? Un “asesinato político” por un tribunal como los de la Alemania nazi, según Netanyahu. ¿El reconocimiento del Estado palestino? “Una medalla de oro a los asesinos y violadores de Hamas”, para la cancillería, que llamó a consultas a sus embajadores y convocó a los de los tres países a una reprimenda en las que les mostró el desagradable video del secuestro de varias mujeres militares. ¿La decisión de La Haya? Israel ya está evitando dañar a civiles y se esfuerza en que entre ayuda humanitaria a Gaza.
No es, sin embargo, lo único que ha pasado esta semana. Alemania (el principal aliado europeo de Israel, que lo ayuda a defenderse del cargo de genocidio y le da armas) ha aclarado que no desobedecería su obligación legal de arrestar a Netanyahu o Gallant, si se diera el caso.
Italia ha anunciado que reanuda la financiación a la agencia de la ONU para los refugiados palestinos que suspendió tras las acusaciones de Israel sobre la implicación de sus trabajadores en el ataque de Hamas. Es parte de un goteo de anuncios similares desde que, el mes pasado, un informe independiente de la exministra de Exteriores francesa Catherine Colonna no halló indicios y defendió los mecanismos de esa dependencia, echando por tierra la campaña de Israel contra la agencia.
Y el oleaje ha provocado el desprendimiento de parte del muelle flotante construido por Estados Unidos en aguas marítimas de Gaza y presentado como gran solución, ahora que las tropas impiden la entrada de ayuda por Rafah. Terminó unos 40 kilómetros más al norte, en la costa de la ciudad israelí de Ashdod, según el canal 12 de la televisión israelí.
Por Álvaro Pitta