En la base española del Líbano la vida transcurre en una calma tensa pese a la escalada

Marjayún (Líbano), 22 jun (EFE).- En la base española Miguel de Cervantes de Marjayún, en el sur del Líbano, la vida de más de 800 soldados transcurre en calma tensa en medio de los choques entre el grupo chií Hizbulá e Israel, que obligan a tomar medidas sin acabar de romper la sensación de relativa normalidad.

A las puertas de la base, al final de un camino ligeramente empinado, perros entrenados para la detección de explosivos se afanan en olisquear los recovecos de dos camiones para asegurarse de que es seguro permitir su paso dentro de las instalaciones.

El militar Jefferson Giraldo Cartagena guía a su perra por los puntos de un vehículo con bombonas donde ve más probable que haya oculto un explosivo o donde sería más fácil detectar su olor: la zona de las cabinas, el depósito de combustible, las ruedas de repuesto, va enumerando a EFE.

Pasados los controles, se erige un amplio complejo con edificios conformados por contenedores y con búnkeres que a día de hoy acogen con bastante frecuencia a los ocupantes de la base, casi todos españoles de la misión de paz de la ONU en el Líbano (FINUL), en la que España participa desde 2006.

Restricciones y medidas

En el medio del complejo, está la explanada donde antes del inicio del fuego cruzado el pasado octubre "se solían hacer las formaciones en eventos como imposición de condecoraciones", explicó a EFE el portavoz del sector Este de la FINUL, teniente coronel José Irisarri Antón.

"En la situación actual, tenemos que limitar esos actos a actos más reducidos en cuanto a número de personal y en cuanto a que no se pueden hacer en el exterior, sino que hay que hacerlos en el interior", agregó.

Otra de las medidas tomadas a raíz de la escalada en la zona es que los cascos azules tienen que ir "continuamente" pegados a su chaleco y casco, apuntó, por su parte, la soldado Adoración Gardeta Miralles.

Para ella esta es su tercera misión en el Líbano, donde ya había estado en 2012 y 2021, en plena pandemia del coronavirus, por lo que no le resulta difícil encontrar algunas diferencias con los despliegues anteriores.

"En la del 2012 había muchísima más libertad a la hora de dar paseos culturales, los fines de semana nos dejaban salir a ver los negocios, a comer en los restaurantes. Ahora, sin embargo, todas esas salidas están restringidas por la situación del Líbano", comentó a EFE la militar.

Pese a estos cambios, afirmó que, al menos "de momento", el ambiente dentro de la base se mantiene en una "calma tensa".

Oportunidades para la población

Ante las restricciones al movimiento impuestas por la situación, de vez en cuando se organizan visitas de restaurantes locales para que los militares puedan probar su gastronomía sin salir de la base, donde también tienen lugar mercadillos de diferentes tipos de productos.

Estas iniciativas apoyan de paso a la población de la zona, donde las oportunidades de negocio son muy reducidas tras la huida de unos 93.000 desplazados.

Otra forma en la que la base ayuda al mercado local es a través del uso de trabajadores de la zona para su comedor o lavandería, puestos que en otros contingentes de la FINUL son desarrollados por los propios militares.

Según la jurídico del contingente español, la teniente coronel Isabel María Puig, a través de procesos de "contratación pública" emplean a compañías locales para servicios que van desde la limpieza, hasta suministros, mantenimiento o temas de alimentación ajenos al comedor oficial.

"Se contrata con empresas locales porque los servicios que hay que prestar son in situ, son locales, y ellos a su vez tienen trabajadores locales", aclaró la asesora legal.

Uno de esos empleados es Zain al Ashkar, que trabaja en la lavandería de la base Miguel de Cervantes desde 2006, tal y como explica frente a una gran pila de uniformes militares que las trabajadoras van doblando cuidadosamente.

En la cocina, Hasán también lleva 17 años preparando comidas y cenas. En la actualidad, lo hace para unas 850 personas, ya que también sirven a las posiciones españolas que se encuentran fuera de la base.

"Antes trabajaba en el golfo, en Arabia Saudí, Kuwait, Beirut. Aquí al lado de mi casa, con mi familia, con mis niños, es mejor para mi", aseveró el ayudante del cocinero.

Noemí Jabois

(c) Agencia EFE