Estos adolescentes adoptaron un pozo petrolífero abandonado… para cerrarlo

Trabajadores se preparan para verter cemento en un pozo abandonado que emite metano, luego de que fue adoptado por tres estudiantes de último año de preparatoria a través de la organización sin fines de lucro The Well Done Foundation, en Akron, Ohio, el 17 de mayo de 2024. (Angelo Merendino/The New York Times).
Trabajadores se preparan para verter cemento en un pozo abandonado que emite metano, luego de que fue adoptado por tres estudiantes de último año de preparatoria a través de la organización sin fines de lucro The Well Done Foundation, en Akron, Ohio, el 17 de mayo de 2024. (Angelo Merendino/The New York Times).

Cuando era niño en Bolivia, Mateo De La Rocha le dijo a su familia que de grande quería ser recolector de basura. En La Paz, su ciudad natal, había montones de basura por todas partes. Según lo que veía De La Rocha, el trabajador de saneamiento local era la única persona que limpiaba la contaminación. “En realidad, no veía que nadie más hiciera algo al respecto, aparte del hombre que recogía la basura”, explicó.

Más tarde, su familia se mudó a Estados Unidos, y ahora De La Rocha cursa el último año de preparatoria en Cary, Carolina del Norte, y ha encontrado una manera única de limpiar la contaminación: junto con dos amigos suyos, hace poco recaudó 11.000 dólares para taponar un pozo de petróleo abandonado en Ohio que tenía una fuga de gas que estaba afectando al granero de una finca de caballos. Es un nicho poco común para los ambientalistas jóvenes, pero tiene el potencial de marcar una diferencia significativa en el cambio climático a nivel mundial.

Según la Agencia de Protección Ambiental (EPA, por su sigla en inglés), en Estados Unidos hay hasta 3,9 millones de pozos de petróleo y gas abandonados y avejentados. Los motivos del abandono varían, pero al menos 126.000 de estos pozos no tienen dueño, es decir que no hay un individuo ni empresa que los reguladores estatales puedan señalar como responsable de su funcionamiento. Y muchos de estos pozos liberan metano, un gas de efecto invernadero que es casi 30 veces más poderoso que el dióxido de carbono para atrapar el calor en la atmósfera a lo largo de 100 años, y es aún más poderoso durante periodos más cortos.

La EPA estima que, en conjunto, los pozos abandonados liberaron 303.000 toneladas métricas de metano en 2022, casi el equivalente a la cantidad de dióxido de carbono que podrían liberar 23 centrales eléctricas de gas en un año. Sin embargo, este cálculo es muy variable.

La Ley de Empleo e Inversión en Infraestructura de 2021 destinó 4700 millones de dólares para que estados, tribus y agencias federales taponaran pozos abandonados, pero dada la cantidad y la enorme área geográfica que estos pozos abarcan, estos fondos federales no serán suficientes.

“Ningún grupo por sí solo va a poder resolver este problema”, sentenció Andrew Govert, director de programa de una iniciativa del Departamento de Energía que busca pozos abandonados sin registro y establece buenas prácticas para medir su nivel de contaminación. “Creo que se va a necesitar de las organizaciones no gubernamentales, el gobierno y la industria. Todos deben involucrarse”.

De izquierda a derecha: Lila Gisondi, Mateo De La Rocha y Sebastian Ng, estudiantes de último año de preparatoria en Cary, Carolina del Norte, que adoptaron un pozo petrolífero en Ohio que emitía gas a través de la organización sin fines de lucro The Well Done Foundation, el 15 de mayo 2024. (Cornell Watson/The New York Times).
De izquierda a derecha: Lila Gisondi, Mateo De La Rocha y Sebastian Ng, estudiantes de último año de preparatoria en Cary, Carolina del Norte, que adoptaron un pozo petrolífero en Ohio que emitía gas a través de la organización sin fines de lucro The Well Done Foundation, el 15 de mayo 2024. (Cornell Watson/The New York Times).

Tomar la iniciativa

Luego de terminar su clase de ciencias ambientales, que cursó por adelantado, De La Rocha, de 18 años, contó que se dio cuenta de que el metano de estos pozos abandonados era un problema que quizá las personas podían resolver de manera individual. Invitó a sus amigos y compañeros de clase Sebastian Ng y Lila Gisondi a unirse a su iniciativa. Se autonombraron The Youth Climate Initiative, o la Iniciativa Climática Juvenil.

“Cuando Mateo me contó de esto, investigué más sobre estos pozos de metano y lo que nosotros podíamos hacer al respecto, y de verdad me cambió la perspectiva”, relató Ng, de 17 años. Antes, él sentía que no podía hacer nada para frenar los efectos del cambio climático, comentó, y solo decía en broma que el mundo se iba a acabar.

Para Gisondi, de 18 años, hablar con amigos sobre estos pozos que emiten metano hizo que el cambio climático pasara de un segundo plano a ser una prioridad en su vida. “Era algo que sentí que en realidad podía ayudar a cambiar”, señaló.

Cuando un pozo ya no se usa para surtir petróleo y gas, se supone que se cierra con cemento en un proceso llamado obturación o taponamiento. Pero muchos se han dejado abiertos, a menudo en mal estado, por lo que contaminan el agua subterránea y liberan gases tóxicos como el sulfuro de hidrógeno en el aire. Los pozos pueden ser sumamente peligrosos para las personas que viven cerca de ellos.

Luego de varias investigaciones, el trío de estudiantes se comunicó con una organización sin ánimo de lucro llamada The Well Done Foundation que tapona pozos sin dueño. La organización fue fundada por Curtis Shuck, veterano de la industria del petróleo y el gas que vio por primera vez un pozo abandonado en 2019.

Cuando Shuck se encontró con ese primer pozo, recuerda que pensó: “Esto me da vergüenza como antiguo miembro de este sector, y esto no puede seguir así”, narró. “Este pozo abandonado ha sido el secreto sucio de todo el mundo”.

Ese mismo día, Shuck se hizo del nombre de dominio y registró su organización como The Well Done Foundation. Desde entonces, esta ha inspeccionado más de 1700 pozos abandonados en todo el país y taponado 44 de los que ha identificado como los más problemáticos.

Los estudiantes de Carolina del Norte aceptaron patrocinar el número 45, un pozo abandonado ubicado en una finca equina de Ohio, cerca del Parque Nacional del Valle de Cuyahoga. El pozo está al lado del granero de la finca y a tan solo 91 metros de la casa de los terratenientes.

Melissa y Bill Simmons compraron esta propiedad en 2016, acompañados por dos hijos y varios caballos y gallinas. Casi todas las propiedades que habían considerado comprar en la región contenían pozos de petróleo o gas.

Primero, pensaron que todo el mundo los tenía, contó Melissa Simmons. “Seguramente no son malos”, dijo.

En 1983, una empresa llamada Pine Top, que ya no está en operación, perforó el pozo que ahora está en la finca de los Simmons.

Más o menos un año después de que se mudaron ahí, los Simmons notaron que el pozo emitía gas. Los niños podían escuchar el silbido de la fuga cuando hacían sus deberes afuera. Cuando llovía y se estancaba el agua en las grietas y recovecos de la bomba de varilla, la familia podía ver el gas en la superficie del agua. Luego de un tiempo, también olían el gas dentro del granero y tenían que dejar las puertas abiertas, por temor a que se acumulara y explotara.

Melissa Simmons se comunicó con el Departamento de Recursos Naturales de Ohio. Allí le informaron que los funcionarios del estado tenían una lista muy larga de pozos abandonados que inspeccionar —hasta ahora, hay más de 20.000 registrados en Ohio, una de las regiones con más historia de producción petrolera en el país— y que el pozo en su propiedad no ameritaba medidas urgentes. Pero tras varias llamadas, un funcionario le comentó sobre The Well Done Foundation y le dijo que ellos podrían ayudarle.

Entraron en contacto a finales de 2021, más de tres años después de la primera vez que la familia Simmons se dio cuenta de la fuga. Shuck viajó a la finca, confirmó que tenían un problema y aceptó encargarse del proyecto.

Luego de que The Youth Climate Initiative se unió a la iniciativa, recaudaron el dinero poco a poco a lo largo de unos tres meses. Una de las donaciones más conmovedoras vino del primo de 10 años de De La Rocha, quien donó a la causa todo el dinero que le habían regalado por su cumpleaños, un total de 120 dólares. La recaudación de fondos se publicó en un boletín popular, Gen Dread, que explora el tema de la ansiedad climática entre los jóvenes.

Los estudiantes también convencieron a The Reimer Family Climate Crisis Fund, una pequeña fundación familiar con sede en Austin, Texas, que ya había donado a The Well Done Foundation, de igualar la suma que ellos consiguieran. Los 11.000 dólares que los estudiantes lograron recaudar cubrirán alrededor del 15 por ciento del costo total del proyecto. The Well Done Foundation cubrirá el resto mediante otros donativos y patrocinadores.

Las labores comenzaron este año. El jueves, los contratistas empezaron a verter el cemento que va a taponar el pozo.

Un problema nacional

The Well Done Foundation espera poder ampliar este modelo de “adoptar un pozo” a nivel nacional. La organización también comenzó el proceso de obtener créditos de carbono por medio del American Carbon Registry, un registro nacional de carbono que cuenta con un mercado voluntario que permite a individuos y a empresas comprar créditos para financiar proyectos que reduzcan las emisiones de gases de efecto invernadero.

La Ley Bipartidista de Empleo e Inversión en Infraestructura, que es la ley sobre el clima emblemática del gobierno de Joe Biden, estableció un programa nuevo a través del Departamento del Interior que se encarga de repartir 4700 millones de dólares en subsidios federales.

“El problema es tan grande”, advirtió Shuck, que los nuevos fondos federales “en realidad solo son un pago inicial. Hay muchísimos pozos y son muy costosos”.

A partir de ahora, la industria del petróleo y el gas debe hacerse responsable de taponar sus pozos antiguos, sostuvo Adam Peltz, abogado del Fondo para la Defensa del Medio Ambiente que trabaja en temas de petróleo y gas.

De hecho, la Oficina de Administración de Tierras hace poco incrementó la cantidad de dinero que les exige a las empresas de petróleo y gas destinar al taponamiento de pozos antes de que siquiera empiecen a perforar, para evitar que haya más pozos abandonados en el futuro.

Pero en lo que respecta a los pozos abandonados ya existentes, sobre todo los que fueron perforados antes de que entraran en vigor las normas modernas, “debemos hacer lo que sea para taponarlos”, concluyó Peltz,

c.2024 The New York Times Company