Más de 300 estadounidenses recibieron tratamiento médico por síndrome de La Habana

Espías, militares en servicio activo, agentes del FBI, diplomáticos y al menos 15 niños se encuentran entre los 334 estadounidenses que han calificado para recibir tratamiento para el síndrome de La Habana en instalaciones militares especializadas, un número que contradice una evaluación anterior de las agencias de inteligencia de Estados Unidos que minimizó el problema.

Los nuevos datos se publicaron el lunes en un estudio realizado por la Oficina de Responsabilidad del Gobierno de Estados Unidos entre febrero de 2023 y junio de este año, que examinó los desafíos que estos pacientes han enfrentado para acceder a la atención en el sistema de salud militar y si el Departamento de Defensa lo ha facilitado, como lo exige la ley federal.

La oficina, que realiza auditorías e investigaciones para el Congreso de Estados Unidos, concluyó que los estadounidenses afectados por lo que el gobierno llama “incidentes de salud anómalos” aún sin explicación tuvieron dificultades para obtener la atención adecuada, lo que confirma informes anteriores del Miami Herald de que a algunos se les había negado el tratamiento médico por parte de sus agencias y sufrieron represalias.

Según el informe, casi la mitad de los 65 pacientes entrevistados dijeron a los investigadores que habían sido “estigmatizados por su empleador” después de informar que habían experimentado uno de estos incidentes, “lo que tuvo efectos negativos en su carrera”.

Algunos fueron retirados de sus asignaciones laborales, referidos a psicólogos, se les retrasó la obtención de sus autorizaciones de seguridad, fueron suspendidos o perdieron sus trabajos, dice el informe. Ellos atribuyeron estas experiencias a que “sus agencias no les creyeron”, señala el documento.

El nuevo informe también incluye detalles no revelados anteriormente sobre los estadounidenses afectados por estos misteriosos incidentes, que han tenido lugar en suelo estadounidense, en Cuba y en varios países desde al menos 2014. El estudio, encargado por el Senado en 2022, también plantea nuevas preguntas sobre cómo el gobierno estadounidense y, en particular, la comunidad de inteligencia, han manejado la investigación.

Hasta enero de 2024, 334 personas, incluido personal militar en servicio activo, empleados federales actuales y anteriores de otras agencias y sus familiares, habían calificado para recibir atención en el sistema de salud militar. Según las estimaciones del Departamento de Defensa citadas en el informe, al menos 15 niños habían calificado para recibir tratamiento hasta diciembre de 2023.

El número total de personas afectadas en estos misteriosos sucesos es probablemente mayor porque algunos nunca fueron tratados en hospitales militares, incluidos muchos de los afectados en La Habana entre 2016 y 2017.

Espías, diplomáticos y agentes del FBI entre los afectados

La mayoría de los funcionarios afectados provienen de agencias de espionaje estadounidenses y del Departamento de Defensa.

Hasta abril de este año, 257 empleados civiles del gobierno, ex empleados y familiares habían calificado para recibir tratamiento, 88 de los cuales provenían de la Agencia Central de Inteligencia y la Oficina del Director de Inteligencia Nacional, dice el informe.

Otros 74 fueron remitidos por el Departamento de Defensa, incluidos empleados de agencias de inteligencia de defensa, como la Agencia de Inteligencia de Defensa, la Agencia de Seguridad Nacional y la Agencia Nacional de Inteligencia Geoespacial, así como empleados civiles de los servicios militares.

La lista incluye 28 personas remitidas por el FBI, 44 por el Departamento de Estado y 26 de los Departamentos de Seguridad Nacional y Agricultura, el Consejo de Seguridad Nacional y la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional.

El informe no incluye un número exacto de militares activos y retirados afectados porque el enfoque se centró en el acceso de los civiles al servicio de salud militar, dijo Kimberly Gianopoulos, directora de Asuntos Internacionales y Comercio en la Oficina de Responsabilidad Gubernamental de Estados Unidos.

Las víctimas han descrito haber estado expuestas a fenómenos sensoriales como presión y ruido provenientes de un lugar específico y han desarrollado trauma cerebral y una variedad de otros síntomas como vértigo, tinnitus, migraña, problemas visuales y deterioro cognitivo.

Los síntomas pueden mantenerse a largo plazo y ser debilitantes. Al menos una víctima, la oficial de caso de la CIA Zoë Moulton, ha muerto. Murió en abril después de que le diagnosticaran cáncer.

Una controversial evaluación de algunas agencias de la comunidad de inteligencia estadounidense publicada en marzo del año pasado concluyó que era poco probable que un adversario extranjero estuviera atacando al personal estadounidense y descartó la mayoría de los casos por haber sido causados por condiciones preexistentes y otros factores ambientales.

Pero para calificar para el tratamiento en el sistema de salud militar, un médico debe certificar una lesión cerebral u otros síntomas significativos que una causa conocida o una condición preexistente no puedan explicar. Los pacientes son remitidos a centros de la Red Intrépida de Defensa para Lesiones Cerebrales Traumáticas y Salud Cerebral.

El nuevo informe no explica la aparente contradicción entre la evaluación de inteligencia oficial y el alto número de personas que han calificado para el tratamiento.

Sí señala que las agencias de inteligencia que redactaron la evaluación tenían diferentes niveles de confianza en sus conclusiones y tenían lagunas en la información recopilada. También menciona otros estudios financiados por el gobierno que han llegado a conclusiones diferentes, incluido un informe para la Oficina del Director de Inteligencia Nacional que concluyó que concluyó que dispositivos disponibles comercialmente que utilizan tecnología de radiofrecuencia o ultrasonido podrían explicar el síndrome de La Habana.

La investigación sobre el tema ha estado plagada de problemas y ha proporcionado resultados contradictorios, señala el informe, debido a la falta de una definición precisa y de información sobre estos incidentes, “una población muy diversa en términos de síntomas clínicos y tiempo desde el incidente hasta la evaluación; así como la naturaleza clasificada de las circunstancias de los individuos afectados y su trabajo”.

Después de que un equipo de investigadores de los Institutos Nacionales de Salud dijera en marzo que no encontraron signos de lesiones cerebrales en personas afectadas por el síndrome de La Habana luego de analizar algunas imágenes de resonancia magnética, otros científicos cuestionaron inmediatamente los resultados. Un grupo de pacientes involucrados en el estudio acusó a los investigadores de parcialidad, de informar erróneamente los datos bajo presión de la CIA y de manejar incorrectamente información médica confidencial. Los Institutos Nacionales de Salud detuvieron el estudio y abrieron una investigación como resultado.

Un sistema roto

El informe del Congreso pinta un retrato de un sistema que se puso en marcha para ayudar a estos pacientes pero que no lo hizo correctamente debido a la burocracia, las brechas de comunicación y la falta de personal capacitado.

Los pacientes denunciaron un apoyo inconsistente por parte de sus agencias, una falta de información sobre el proceso de atención y las opciones de tratamiento disponibles una vez que fueron aceptados en las instalaciones de salud militares y dificultades para programar citas hasta el punto de que algunos se dieron por vencidos y buscaron tratamiento en el sector civil. La escasez de personal en las unidades del Departamento de Defensa que se suponía que debían tratar a estos pacientes los dejó sin un punto de contacto durante meses, según el informe.

“En seis casos, las agencias no informaron a los pacientes que el Departamento de Defensa había aprobado su acceso al Servicio de Salud Militar hasta que lo solicitaron específicamente”, dice el informe. “Estos retrasos en la comunicación variaron de tres semanas a más de un año”.

Los padres de los niños afectados por estos incidentes se sintieron particularmente frustrados, dice el informe, porque no tenían un punto de contacto claro para trabajar dentro de la unidad pediátrica y luchaban para programar citas.

El Departamento de Defensa también ha sido incapaz de mantener un registro adecuado de los pacientes que han recibido tratamiento en sus instalaciones, según el informe, lo que obstaculiza futuras investigaciones. La agencia aceptó todas las recomendaciones hechas en el estudio, incluida la implementación de una nueva unidad a cargo de coordinar la atención a los pacientes con síndrome de La Habana.

Sin embargo, los problemas encontrados por los investigadores van más allá del acceso a atención médica especializada. Los pacientes también están luchando por obtener compensación bajo las leyes federales que benefician a los lesionados en el trabajo y la Ley de La Habana de 2021, que paga una compensación a las víctimas de lesiones cerebrales sufridas en el cumplimiento del deber.

Pese a negaciones del gobierno, la CIA le ha pagado a estos agentes con el síndrome de La Habana

El informe señaló que algunas agencias, como el Departamento de Defensa, no habían emitido una guía sobre la obtención de pagos a través de la Ley de La Habana. La agencia publicó una propuesta de este tipo el lunes cuando se publicó el informe.

Una reciente norma del Departamento de Trabajo agregó más burocracia a los pacientes con síndrome de La Habana que intentan obtener una compensación por discapacidad o muerte. El Departamento ahora requiere que “las reclamaciones por condiciones adicionales más allá de las lesiones cerebrales traumáticas ahora requerirán una revisión por parte de un asesor médico del distrito”. La norma afectará tanto a las reclamaciones nuevas como a las ya aceptadas.

“Necesitamos probar una lesión cerebral. Pero a los médicos a los que nos envían se les dice que no escriban lesión cerebral. Y nunca aceptarán nada más”, dijo un paciente con síndrome de La Habana que pidió no ser identificado. “Así es como lo están haciendo desaparecer”.