La presión de Boric contra el régimen de Maduro provoca un terremoto en su coalición de gobierno
SANTIAGO, Chile.– Para Nicolás Maduro, Gabriel Boric pertenece al grupo del uruguayo Luis Lacalle Pou, la peruana Dina Boluarte o el mismísimo Javier Milei. Una asociación impensada por la reconocida filiación izquierdista del mandatario chileno –seguidor de Salvador Allende y crítico del modelo neoliberal–, pero que se precipitó tras la discutida proclamación del venezolano.
“El régimen de Maduro debe entender que los resultados que publica son difíciles de creer”, escribió Boric en X, en medio de su gira por Emiratos Árabes Unidos.
El régimen de Maduro debe entender que los resultados que publica son difíciles de creer. La comunidad internacional y sobre todo el pueblo venezolano, incluyendo a los millones de venezolanos en el exilio, exigimos total transparencia de las actas y el proceso, y que veedores…
— Gabriel Boric Font (@GabrielBoric) July 29, 2024
“No reconoceremos ningún resultado que no sea verificable”, aseguró el mandatario de Chile, el quinto país que más venezolanos ha recibido en América del Sur, y donde han emigrado casi un millón de personas según cifras extraoficiales.
La contundencia del emplazamiento de Boric llamó la atención en algunas zonas del continente, pese a que en Chile aquella distancia ya es consabida. Sin embargo, su postura de desconocer el resultado generó consecuencias inmediatas: Venezuela incluyó a Chile en la lista de países de los que retirará su personal diplomático y los lugartenientes de Maduro le respondieron con artillería pesada.
“No necesitamos su devaluado reconocimiento”, fueron las palabras empleadas por el canciller venezolano, Yvan Gil, mientras la vicepresidenta Delcy Rodríguez apuntó en la misma cuerda. “Era difícil imaginar a alguien que estuviese a la derecha del criminal Javier Milei y sirva la mesa al extremismo regional tan servil y con tan poca vergüenza”.
Desde Chile, fueron varios los personeros de la izquierda que viajaron a Caracas invitados por el régimen en calidad de “observadores”. Así fue como se vieron imágenes de la excandidata a gobernadora Karina Oliva, formalizada por fraude y quien consiguió el levantamiento temporal de su arraigo nacional, enviando un saludo del detenido alcalde comunista Daniel Jadue; el diputado PC Boris Barrera, y el excandidato presidencial del PC-AP Eduardo Artés. Todos ellos también se sumaron al coro de críticas contra Boric.
“Hay dos claves para entender las declaraciones de Boric. Una clave es la de su agenda de política exterior. Boric no es la primera vez que hace el intento de diferenciarse de los presidentes latinoamericanos de izquierda, conformando una especie de dos bloques. Un bloque compuesto por países como Bolivia, Nicaragua y Venezuela, que están rivalizados hasta cierto punto con la democracia. Y otro bloque que son los países que tienen presidente de izquierda, pero con credenciales democráticas, que sería el caso de Lula”, dijo a LA NACION Mario Herrera, politólogo de la Universidad de Talca.
“Esto no solamente es un tema de la agenda internacional, sino que tiene efectos en la migración a nivel local. Y este año en octubre nos toca enfrentar elecciones municipales. En algunas comunas, como es el caso de Santiago, Independencia, Estación Central, los migrantes concentran cerca de un tercio del padrón electoral. Estas comunas son relevantes, además, porque son municipios que actualmente las tiene un alcalde de la coalición del presidente y que está precisamente en riesgo de perder. Por lo tanto, es un mensaje también para los electores venezolanos que pueden votar en Chile”, añadió el académico.
Quiebre interno
Pero además de las reacciones y la nueva relación que tendrá el régimen de Maduro, la posición de Boric también provocó un terremoto interno. El Partido Comunista, que integra las filas de la alianza de gobierno, y que tiene en el gabinete a figuras como la vocera Camila Vallejo, o el ministro de Educación, Nicolás Cataldo, se distanció del mandatario y, a través de su presidente y un grupo de parlamentarios, apoyó lo ocurrido en Venezuela.
“Yo hubiera esperado que [Boric] lo reconociera”, señaló el diputado comunista Boris Barrera, mientras la también parlamentaria Carmen Hertz se negó a emitir una declaración conjunta de la Cámara de Diputados para exigir transparencia en los comicios venezolanos. “En ese país hay cerca de 1000 observadores electorales entre ellos las Naciones Unidas, la fundación Carter y el expresidente colombiano Ernesto Samper a quienes supongo no pretenderán calificar de ‘chavistas’”, fustigó,
Para Nerea Palma, académica de Bachillerato en Ciencias Sociales y Humanidades, la relación entre el Frente Amplio y el Partido Comunista, siempre ha sido “compleja”.
“El Partido Comunista de Chile nunca reconoció en Venezuela una dictadura, el gobierno de Gabriel Boric sí lo reconoce como una dictadura, entonces desde ese punto de vista no es algo nuevo. La convivencia que tiene el Partido Comunista con el Frente Amplio, tienen muchos elementos programáticos comunes, pero quizás ahora con el avanzar del gobierno se han ido distanciando más. Se trata de una coalición programática, que es bastante elástica desde el punto de vista que es capaz de absorber conflictos inherentes dentro de la coalición. Entonces desde ese punto de vista no me parece que estén particularmente en riesgo ahora”, señaló Palma.