La violencia sexual que viven las trabajadoras del hogar remuneradas

Hoy 30 de marzo se conmemora a las personas trabajadoras del hogar remuneradas que en México suman 2.3 millones. El trabajo doméstico y de cuidados que realizan en los hogares continúa marcado por grandes desigualdades, tiene una baja o nula valoración sociocultural y preserva graves condiciones de precarización, informalidad y desprotección laboral.

Se trata de un trabajo altamente feminizado (9 de cada 10 son mujeres) y la informalidad es una constante porque se realiza en casas particulares y entornos privados, condiciones que aumentan los riesgos de acoso, hostigamiento y violencia sexual.

No hay un rechazo contundente a nivel social, cultural ni institucional de esta violencia y en México no existe suficiente investigación, datos, visibilidad, rechazo ni atención pública sobre este tema. Es un secreto a voces.

Asimismo, en muchos casos las trabajadoras del hogar (TDH) no cuentan con información clara y suficiente para reconocer que enfrentan violencia sexual y no han recibido orientación sobre las instituciones públicas, organizaciones, sindicatos y normas jurídicas que operan y a las que pueden recurrir para preservar su integridad, proteger sus derechos sexuales, reproductivos y laborales, o bien recibir atención y acompañamiento ante situaciones de violencia y acoso laboral.

Un estudio de la OIT realizado en Buenos Aires en 2022 evidencia que las principales manifestaciones que enfrentan las TDH son acosos, hostigamientos, contactos corporales de naturaleza sexual no consentidos durante su jornada laboral, solicitud de vestir ropa con connotación sexual mientras desarrollan sus labores, ofrecimiento de dinero e incrementos salariales a cambio de relaciones sexuales, comentarios no requeridos sobre su aspecto físico, amenazas de despido en función de acceder o no a realizar conductas de tipo sexual y violaciones.

En la Ciudad de México, 17 % de las trabajadoras encuestadas por COPRED en 2021 señalaron haber sido víctimas de abuso, acoso o violencia en su trabajo y sólo 5 % realizó una denuncia, un muy bajo porcentaje que se explica, entre otros factores, por temor a las represalias como la pérdida del empleo, el desconocimiento de la ruta para denunciar, los prejuicios y el descrédito del que suelen ser objeto cuando comparten lo sucedido -particularmente si se trata de hijos de las personas empleadoras o sus parejas-  y otras barreras lingüísticas y técnicas derivadas de la falta de atención en lengua materna y de procesos donde se utiliza un lenguaje altamente especializado que obstaculiza la comprensión, presentación y seguimiento del caso.

Las secuelas de la violencia sexual son múltiples e impactan varias esferas de la vida de las víctimas, tales como la alteración de su estabilidad y estado de ánimo, o la exposición a infecciones de transmisión sexual y a embarazos no deseados -situación que es altamente probable cuando más del 86 % de las personas trabajadoras del hogar están en edad reproductiva-.

Se requieren acciones públicas y de la sociedad que reprueben la violencia sexual y que informen sobre las alternativas e instituciones responsables de brindar atención psicológica, médica y legal. Es elemental que las trabajadoras del hogar sepan que no es necesario contar con un contrato o estar registradas en la seguridad social para recibir atención psicológica, médica y legal en caso de haber vivido violencia sexual y que presentar una denuncia tampoco es una condición para recibir atención, aunque pueden hacerlo si así lo deciden. También es crucial informar que existen mecanismos para proteger sus derechos laborales en caso de despido injustificado y que pueden solicitar el pago de las prestaciones e indemnizaciones por el tiempo trabajado si lo hacen dentro del periodo establecido.

A partir del reconocimiento de la violencia sexual como problema público, pero -especialmente- de las condiciones de desventaja y desigualdad que enfrentan las TDH y que las exponen a mayor riesgo, el Instituto de Liderazgo Simone de Beauvoir (ILSB), en colaboración con seis instituciones públicas con responsabilidades en el tema, creó la Ruta de atención ante violencia sexual hacia trabajadoras del hogar que busca acercar información importante sobre los actos que implican violencia sexual, las instituciones públicas responsables de atender estos casos y los servicios que deben brindar; inclusive las medidas especiales que deben implementar en caso de que las solicitantes sean migrantes, indígenas o menores de edad.

Sabemos que no contamos con un sistema de atención y procuración de justicia perfecto, pero es fundamental que las TDH cuenten con toda la información necesaria para decidir qué opción es la más adecuada y conveniente en cada caso, para que reciban la atención o canalización necesaria y para que la violencia sexual no quede impune.

Seguiremos fomentando la articulación de diversas instituciones de gobierno para propiciar el diálogo y colaboración entre ellas, bajo el enfoque de género y de derechos humanos. Las contribuciones se construyen en colectivo y derivarán de las propias organizaciones de trabajadoras del hogar con nuestro acompañamiento. Hacia allá vamos.

@ISBeauvoir