¿Podría el sexismo de los estadounidenses hundir la carrera de otra mujer hacia la presidencia?
Desde que el presidente Joe Biden abandonó la carrera presidencial el 21 de julio de 2024 y apoyó la candidatura de Kamala Harris, la campaña de la vicepresidenta estadounidense ha generado un entusiasmo y una atención generalizados. Rápidamente se convirtió en la candidata presidencial demócrata oficial y eliminó la ventaja que Donald Trump tenía sobre Biden en las encuestas nacionales y en estados indecisos.
Harris y su compañero de fórmula, el gobernador de Minnesota Tim Walz, también han atraído a decenas de miles de simpatizantes a sus recientes mítines en Pensilvania, Wisconsin, Michigan, Arizona y Nevada.
Aunque las cosas podrían cambiar radicalmente en los próximos dos meses, existe una posibilidad real de que Estados Unidos elija por fin a su primera presidenta.
Pero en una encuesta que realizamos en agosto de 2024, después de que Harris se convirtiera en la posible candidata demócrata, descubrimos que el sexismo sigue siendo una fuerza poderosa en la política estadounidense.
¿Esperanza y cambio?
Sí, las cicatrices de la campaña de 2016, en la que el sexismo desempeñó un papel clave en la derrota de Hillary Clinton por Trump, siguen abiertas para los demócratas. Pero muchos esperan que Estados Unidos haya cambiado y acepte mejor a las mujeres en puestos de liderazgo.
El género de Harris, según este argumento, no será un impedimento significativo para los votantes.
A primera vista, la encuesta que hemos hecho recientemente entre mil adultos, representativa a nivel nacional, apoya este argumento: un 51 % de los estadounidenses están de acuerdo con la afirmación “Estados Unidos está preparado para su primera presidenta afroamericana”. Sólo el 23 % se mostró en desacuerdo.
Aun así, algunos republicanos parecen pensar que pueden ganar haciendo que el género se convierta en un tema a tratar durante la campaña. Esto queda patente en la retórica machista que Trump y otros republicanos utilizan al hablar de Harris.
Trump, que tiene un largo historial de declaraciones sexistas, afirmó que los líderes extranjeros considerarían a Harris como un “juguete”, se refirió a ella como poco inteligente, y últimamente ha empezado a hacer comentarios sobre su aspecto. Tanto The Associated Press como The New York Times han informado, basándose en fuentes anónimas, de que también ha llamado “zorra” a Harris en privado, aunque el portavoz de Trump negó que utilizara ese término.
¿Resultarán contraproducentes estos intentos de explotar el sexismo como estrategia electoral? O, después de todos estos años, ¿seguirá estando fuera del alcance de una mujer superar los estereotipos sexistas y alcanzar el cargo más alto de Estados Unidos?
Comprender la importancia del sexismo
Somos politólogos que estudiamos el papel de la identidad en la política estadounidense y que realizamos encuestas que analizan el punto de vista de los estadounidenses con respecto al género y hasta qué punto el sexismo sigue calando entre los ciudadanos.
Hemos realizado dos encuestas nacionales este año: una en enero de 2024, cuando Biden aún estaba en la carrera electoral, y otra en agosto de 2024, cuando Harris ya se perfilaba como la única candidata demócrata. En cada una de ellas, encuestamos a mil adultos mayores de 18 años y les preguntamos qué pensaban de las elecciones, sus opiniones políticas y sus actitudes hacia diversos grupos de la sociedad.
Con el cambio de liderazgo en la candidatura demócrata, podemos evaluar mejor el impacto del sexismo en la elección del voto en las elecciones presidenciales comparando los resultados de enero, cuando la carrera contaba con dos candidatos masculinos, con los de agosto, cuando Harris irrumpió en ella.
En ambas encuestas, preguntamos primero a los encuestados a qué candidato votarían si las elecciones presidenciales se celebraran hoy.
Para medir el sexismo, preguntamos a los encuestados si estaban de acuerdo o en desacuerdo con una serie de tres afirmaciones que expresan prejuicio, resentimiento y animadversión hacia las mujeres, o lo que los politólogos llaman “sexismo hostil”. Estas afirmaciones eran: “Las mujeres buscan ganar poder controlando a los hombres”, “Las mujeres se ofenden con demasiada facilidad” y “Las mujeres exageran los problemas que tienen en el trabajo”. Un mayor apoyo a estas afirmaciones indicaba opiniones más sexistas.
El sexismo importaba, incluso cuando Biden estaba en la carrera
Debido en parte a la retórica sexista de Trump a lo largo de sus campañas y su presidencia, las actitudes sexistas están estrechamente vinculadas a las preferencias electorales. Por regla general, en las últimas elecciones los individuos más sexistas han tendido a decantarse por los candidatos republicanos.
Así, incluso en nuestra encuesta de enero, cuando Biden era el candidato demócrata, el sexismo estaba fuertemente correlacionado con el apoyo a Trump. Analizando un cara a cara entre Biden y Trump detectamos que cuanto más apoyaban los encuestados las afirmaciones que contenían sexismo hostil, más probable era que prefirieran a Trump antes que a Biden.
Dentro de los que estaban más en desacuerdo con esas mismas afirmaciones sexistas, el 73 % apoyaba a Biden, mientras que aproximadamente dos tercios de los que puntuaban más alto en la escala de sexismo apoyaban a Trump.
Teniendo en cuenta otros factores que influyen en el apoyo a Biden –partidismo, ideología, actitudes raciales, educación, puntos de vista económicos, etc.–, descubrimos que aquellos con las opiniones menos sexistas tenían un 83 % de probabilidades de apoyar a Biden, mientras que aquellos más sexistas tenían un 17 % de probabilidades de hacerlo.
Con Harris, el sexismo importa más
Si el sexismo ya reducía el apoyo de los ciudadanos a la candidatura de Biden, ¿significa eso que Harris no se enfrenta a una pérdida de apoyo adicional? Difícilmente.
El sexismo hostil, tal como lo medimos, le costará votos a Harris. Aunque su efecto ya se notaba en enero, una vez que Harris se ha convertido en la candidata demócrata esto se ha hecho todavía más evidente.
En un cara a cara entre Harris y Trump, el 89 % de los que se encuentran en el tercio inferior de la escala de sexismo –es decir, los que están más en desacuerdo con las afirmaciones que incluyen sexismo hostil– apoyan a Harris, frente al 11 % de Trump. Por otra parte, sólo el 18 % de los que obtuvieron la puntuación más alta en sexismo apoyan a Harris.
Si tenemos en cuenta otras consideraciones que influyen en la preferencia por Harris o Trump, los resultados son aún más sorprendentes. Los encuestados menos sexistas tienen un 92 % de probabilidades de decir que votarán a Harris. Pero los más sexistas sólo tienen un 4 % de probabilidades de apoyarla.
Lo que esto significa es que, aunque que las actitudes sexistas influían en las preferencias presidenciales de los individuos cuando Biden era el candidato presidencial demócrata, tienen un efecto mucho más evidente ahora que Harris es la candidata demócrata.
Sin sexismo
Dado que Harris parece aventajar estrechamente a Trump en las encuestas, ¿por qué debería preocuparnos la influencia del sexismo hostil en las elecciones?
Para responder a esta pregunta, imaginemos un mundo en el que el sexismo no influyese en absoluto en las actitudes hacia los candidatos presidenciales que son mujeres. Nuestros resultados implican que, en ese caso, la ventaja de Harris sobre Trump podría ser muy superior. En pocas palabras, el sexismo hostil hace que los comicios sean más reñidos de lo que serían en otras circunstancias.
El sexismo ha desempeñado durante mucho tiempo un poderoso papel a la hora de influir en el comportamiento electoral y las actitudes de los estadounidenses en cuestiones políticas. Esto es especialmente cierto hoy en día, dada la gran importancia de cuestiones relacionadas con el género como el aborto, la anticoncepción y los derechos LGBTQ+.
Nuestro análisis muestra que las personas con actitudes negativas hacia las mujeres tienen muchas menos probabilidades de apoyar a Harris como presidenta. Está por ver si la campaña de la candidata demócrata es capaz de sortear con éxito esta realidad.
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation, un sitio de noticias sin fines de lucro dedicado a compartir ideas de expertos académicos.
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