La presidenta de México no entiende a Cuba


Claudia Sheinbaum, presidenta de México elegida en las pasadas elecciones, con solo cuatro semanas en el cargo va dando muestras de desconocimiento en varias materias básicas para un gobernante, a la par que promete faraónicas inversiones —sobre todo en infraestructura— de imposible cumplimiento aun para un país desarrollado o que cuente con una economía boyante, todo lo contrario al México de hoy.

La presidenta mexicana recibió una cifra de votos récord para un aspirante a la presidencia de la república mexicana, 36 millones. El abstencionismo se ubicó en los 39 millones y los adversarios de Sheinbaum —una mujer, un hombre— más grises no podrían ser.

La señora Sheinbaum ha continuado enviando petróleo al gobierno de Cuba, iniciativa que estableciera su predecesor, Andrés Manuel López Obrador. El último envío, de 400,000 barriles, partió hacia la Isla a principios de esta semana. Esto no es más que alargar la agonía o sustituir el tratamiento quirúrgico con una aspirina.

A raíz de las desastrosas consecuencias que diez días atrás dejara en el oriente de Cuba el huracán Oscar, el Gobierno de México ha enviado a la Isla una ayuda consistente en 100 toneladas de picadillo condimentado, con las cuales será posible preparar 750,000 raciones de comida elaborada. Sin embargo, hasta el martes 29 de octubre, entre los reportes del gobierno cubano de las ayudas entregadas en el territorio afectado, no está registrado este producto.

El pasado 23 de octubre, en su habitual conferencia mañanera, la señora Sheinbaum una vez más deja saber su puerilidad al manifestarse sobre dos temas inherentes a la situación de Cuba. Ha declarado estar “en contra del bloqueo a Cuba” y asimismo que “es el pueblo cubano quien debe decidir cómo organizarse y su forma de gobierno”.

Lo que algunos llaman “bloqueo” y otros “embargo” —que desde 2000 excluye alimentos y medicinas– tiene su origen en 1960, cuando la Revolución cubana confiscó numerosos activos estadounidenses, incluidas refinerías de petróleo, valiosas empresas de servicio del país de norte, así como 36 centrales azucareras propiedad de norteamericanos, entre otros.

La ley estadounidense de Reforma de las Sanciones Comerciales y Fomento de las Exportaciones, promulgada en 2000, ratifica, en el caso de Cuba, que los medicamentos, alimentos y equipos agrícolas pueden ser exportados libremente previa licencia de los organismos correspondientes del gobierno de Estados Unidos.

Así tenemos que las exportaciones anuales de Estados Unidos a Cuba aumentaron, de 6 millones de dólares, a unos 350 millones de dólares entre 2000 y 2006.

En 2023 las exportaciones de Estados Unidos a la Isla alcanzaron un total de 342 millones 607,027 dólares, por encima de los 328 millones 536,988 dólares de 2022. Así, Estados Unidos se ha convertido en uno de los principales socios comerciales de Cuba.

Como en años anteriores, en 2023 fue el pollo el producto más exportado hacia la Isla, con un valor de 279 millones 579,822 dólares, el 89 por ciento del total.

Por otra parte, el Consejo Comercial y Económico EE UU-Cuba ha dado a conocer que en 2023 las donaciones a Cuba ascendieron a 36 millones 563,551 dólares, cifra superior a los 30 millones 83,306 de 2022.

Asimismo, la Embajada de Estados Unidos en la Habana había dado a conocer por medio de Twitter, a principios de 2023, que las llamadas “exportaciones humanitarias” ascendieron a 4,000 millones de dólares en 2021 y 7,600 millones de dólares en 2022.

Toda candor, en la conferencia citada Claudia Sheinbaum expresó además: “Es el pueblo cubano quien debe decidir cómo organizarse y su forma de gobierno”.

Aquí, la presidenta acierta, tanto que se une a la divisa que esgrimen los disidentes cubanos y numerosas instituciones democráticas internacionales para la Isla: “Es el pueblo cubano quien debe decidir cómo organizarse y su forma de gobierno”.

¿EL PUEBLO CUBANO DECIDE SU FORMA DE GOBIERNO?

Pero esto, por el momento, es imposible. Quizás, allá, en la estratósfera donde habita la presidenta Sheinbaum, no se conozcan ciertos obstáculos que impedirían lo que ella solicita: en Cuba no hay elecciones libres —es decir, resulta imposible decidir entre dos o más candidatos a la presidencia de la república o a cualquier cargo en la política—; hay un partido único, el Partido Comunista de Cuba, que según la Constitución, es el máximo órgano de poder de la Isla, por encima incluso de lo que disponga la Asamblea Nacional —unicameral y donde, si hay presentes 600 delegados para una votación propuesta por el gobierno, 600 votan a favor—; en Cuba toda la prensa autorizada —la impresa, la digital, los canales de televisión, las estaciones de radio, etcétera— está en la nómina del gobierno —por ejemplo, no es posible discrepar en público, como suele hacerlo la señora Sheinbaum—; las leyes existentes determinan el encarcelamiento de quienes se manifiesten en contra de la Revolución, lo cual hace imposible que los ciudadanos que “piensan distinto” puedan asumir una tribuna para la réplica, algo tan utilizado por la señora Sheinbaum y sus correligionarios en su lucha por llegar al poder —por ejemplo, hoy día, que se sepa, hay más de mil cubanos y cubanas, jóvenes y ancianos, en las mazmorras por manifestarse en público pidiendo eso mismo que ella quisiera: “Es el pueblo cubano quien debe decidir cómo organizarse y su forma de gobierno”.

Claro, hasta un día. N

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Félix Luis Viera (Cuba, 1945), poeta, cuentista y novelista, ciudadano mexicano por naturalización, reside en Miami. Su obra más reciente es Un mariachi viejo. Los puntos de vista expresados en este artículo son responsabilidad del autor.

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