Rusia está en una campaña brutal para encontrar a sus traidores que no tiene sentido

Ya son más de 15 meses los que han pasado desde que Rusia invadiera Ucrania y empezase una guerra que parecía que iba a ser rápida, pero que se está alargando en el tiempo. Las tropas ucranianas, armadas por los principales países occidentales, han conseguido resistir los ataques e incluso han sido capaces de recuperar parte del territorio.

Más de un año después del inicio de las hostilidades, los progresos rusos han sido limitados, mientras que la obsesión por avanzar en el conflicto ha ido en aumento. Unas circunstancias que han hecho que desde el Kremlin haya una gran campaña de propaganda con el objetivo de maximizar los logros y minimizar los tropiezos.

Rusia está en medio de una campaña de persecución a supuestos traidores. (Gavriil Grigorov, Sputnik, Kremlin Pool Photo via AP)
Rusia está en medio de una campaña de persecución a supuestos traidores. (Gavriil Grigorov, Sputnik, Kremlin Pool Photo via AP)

Y también se ha intensificado la búsqueda de enemigos internos. Personas que, supuestamente, podrían estar espiando a Rusia y transmitiendo información al extranjero. Esta persecución generalizada ya se está cobrando numerosas víctimas, especialmente en el ámbito académico. Y es que, probablemente, los servicios secretos de Putin están yendo demasiado lejos en este asunto.

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Aunque normalmente, los casos de traición se centran en aquellos que luchan por Ucrania o han ayudado a Ucrania, lo cierto es que en los últimos tiempos el objetivo están siendo instituciones estatales, como los centros de investigación científica, tal y como señala The Guardian.

Concretamente, tres científicos del Instituto Khristianovich de Mecánica Teórica y Aplicada de Novosibirsk están siendo juzgados por supuestamente haber pasado secretos a China. Las sospechas vienen de la participación en conferencias internacionales en la década de 2010.

Un escenario al que la comunidad científica del país ha reaccionado con indignación y miedo, ya que considera que nadie está a salvo dentro de la investigación y que puede ser cazado y procesado cualquiera. La definición de espionaje en Rusia es actualmente muy vaga, lo que hace muy fácil iniciar un caso simplemente por trabajar en proyectos internacionales, incluso los iniciados antes del conflicto con Ucrania, publicar en revistas internacionales o dar conferencias en el extranjero.

Una caza de brujas

Los servicios de seguridad se están centrando en estos perfiles de alto rango que ahora están en el blanco de las sospechas. Aunque no hay cifras oficiales sobre el número de casos de traición, los expertos estiman que los números han aumentado seis o siete veces desde hace una década. En 2016 fueron 16 y se cree que solo en el último año estamos hablando de más de un centenar.

Los científicos temen la persecución de los servicios de seguridad. (MLADEN ANTONOV/AFP via Getty Images)
Los científicos temen la persecución de los servicios de seguridad. (MLADEN ANTONOV/AFP via Getty Images)

Lo que les espera a estos científicos es una condena a cadena perpetua que ya se ha cobrado víctimas en el pasado. En 2022, el investigador Valery Mitko, que se encontraba arrestado por alta traición, murió tras sufrir varios infartos. Unos meses antes, Dmitry Kolker, falleció tras ser detenido. Este hombre estaba recibiendo tratamiento en el hospital por un cáncer avanzado.

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Uno de los tres académicos detenidos es Anatoly Maslov, que ya ha sufrido dos infartos estando en confinamiento. Todos ellos y algunos más son investigadores con una larga trayectoria acreditada que, sin embargo, están muriendo con la sombra de la sospecha.

Los servicios de seguridad tienen carta blanca para hacer y deshacer y este colectivo tan vulnerable se está llevando la peor parte dentro de la sociedad. Una forma de tapar los escasos avances en el conflicto bélico. Desgraciadamente, esta campaña parece ir para largo.

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