Rodrigo Medellín, el Batman mexicano que ha dedicado media vida a proteger a los murciélagos

Rodrigo Medellín es investigador del Laboratorio de Ecología y Conservación de Vertebrados Terrestres del Instituto de Ecología de la  UNAM. Foto: Instagram @batmanmedellin
Rodrigo Medellín es investigador del Laboratorio de Ecología y Conservación de Vertebrados Terrestres del Instituto de Ecología de la UNAM. Foto: Instagram @batmanmedellin

Si Batman existiera, sería de justicia que su nombre real fuera Rodrigo Medellín. Actualmente, no existe nadie en el mundo que les profese más respeto y devoción a los murciélagos. Y la comparación es del todo válida si es que acaso esa hubiera sido la verdadera labor de Bruce Wayne y no salvar a la Ciudad de Gotham caracterizado como uno de estos animales.

Batman Medellín, cómo se hace llamar en redes sociales, nació en Ciudad de México en 1957 y lleva más de tres décadas dedicado a la preservación y protección de los murciélagos. Para él, se trata de una de las especies más maltratadas e injustamente desprestigiadas que existe en nuestro planeta, como ha manifestado en un sinfín de entrevistas. “Hay muchos animales que tienen una imagen negativa, como los escorpiones, las arañas o los tiburones. Pero ninguno de ellos hace tanto bien a los humanos y los ecosistemas como los murciélagos”, le dijo hace unos años a la BBC británica.

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Rodrigo Medellín es biólogo y desde 1993, investigador a tiempo completo del Laboratorio de Ecología y Conservación de Vertebrados Terrestres del Instituto de Ecología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Es una eminencia en lo suyo. Nadie como él conoce a estos pequeños mamíferos, los únicos capaces de volar, que nada tienen que ver con los roedores, aunque a las personas de a pie nos cueste horrores colocarlos en categorías diferenciadas. No, los murciélagos no son ratones voladores ni mucho menos.

Desde pequeño sintió una fascinación extraordinaria por los murciélagos, a diferencia del superhéroe de DC del que toma su nombre, que les tenía fobia. En los últimos años ha dedicado su trabajo como investigador a ahondar en los efectos de la actividad humana sobre los murciélagos y apoyar su protección. Porque, si durante siglos nos hemos dedicado a demonizar y temer a estos animales, son ellos los que nos deberían tener auténtico pavor. Estamos acabando con ellos.

Los murciélagos son imprescindibles para la conservación de los ecosistemas y las cosechas (Foto: Matthias Bein/picture alliance via Getty Images)
Los murciélagos son imprescindibles para la conservación de los ecosistemas y las cosechas (Foto: Matthias Bein/picture alliance via Getty Images)

De su cabeza prodigiosa y de su amor por los murciélagos han surgido metodologías y planes de desarrollo para aprovechar su presencia en los ecosistemas en beneficio de la economía en general y la mexicana en particular. Un dato curioso para entender la postura de Rodrigo Medellín: sin estos mamíferos, las cosechas acabarían arrampladas. Cada millón de murciélagos se alimenta cada noche de 10 toneladas de insectos, lo cual permite que los agricultores puedan sacar adelante el producto de sus cultivos con los que nos dan de comer. “Si perdiéramos esos murciélagos, perderíamos las cosechas en cuestión de meses”, ha alertado el biólogo mexicano en más de una ocasión.

Solo en México existen unas 140 especies de murciélagos de las 1.300 catalogadas en todo el mundo. De estas, solo tres son hematófagos. Es decir, necesitan de la sangre de otros animales para subsistir. Solo tres. Una cifra que no justifica la mala fama del murciélago. Rodrigo Medellín lleva más de media vida tratando de contrarrestar este imaginario colectivo que tiene su origen en el ‘Drácula’ de Bram Stoker, el clásico de la literatura publicado en 1897. Los murciélagos son responsables, no solo de mantener las cosechas protegidas de insectos y plagas y fomentar el crecimiento de los cultivos, sino del esparcimiento de semillas, una tarea milenaria que, erróneamente, solo se atribuye a las abejas. En definitiva, los murciélagos son indispensables para el buen funcionamiento de un sinfín de industrias millonarias. Como por ejemplo, la del tequila, que necesita de la polinización que efectúa el murciélago magueyero menor y estos, a su vez dependen de los agaves para alimentarse.

Un círculo perfecto que mantiene el equilibro de la vida y la economía, pero que necesita de un Rodrigo Medellín para que el resto de nosotros se conciencie de que existe, que nada en la naturaleza es arbitrario. Y falta mucho por hacer, porque el conocimiento no se propaga con la misma rapidez que los murciélagos polinizan. El hombre murciélago lo sabe y lleva 30 años dedicado a divulgarlo. El mundo necesita más protectores como él y no solo la Ciudad de Gotham.

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